El "Valdés", tercero de este nombre, era un vapor de ruedas de
1.563 toneladas de desplazamiento, construido en los astilleros
Fairfield de Glasgow en 1805. Con el nombre de Prince of Wales
navegó por el Canal de la Mancha al servicio de la Marina
mercante británica. Por R.0. de 16 de diciembre de 1896, es
adquirido por el Gobierno español poco antes de la guerra contra
los Estados Unidos, siendo Ministro de Marina don José María
Berenguer, con objeto de mitigar la falta de unidades de guerra.
Otra R.0. de 8 de enero de 1897 lo destina a transpone con la
denominación ya indicada. En Ferrol fue artillado con cuatro
cañones Nordenfelt de 57 mm. y dos ametralladoras de 37. Su
mando le fue asignado al laureado capitán de fragata don Joaquín
Barriere Pérez y contaba con una dotación de 155 hombres.
Los primeros servicios del Valdés los realizó en compañía del
aviso Urania, zarpando de Cádiz el 13 de febrero de 1897 para
efectuar servicios de vigilancia por aguas de Tarifa, Algeciras
y Málaga, con objeto de impedir el contrabando. A primeros de
marzo siguiente sale para La Coruña y de este puerto para Ferrol
donde embarcan fuerzas de Infantería de Marina con destino a
Filipinas. En los primeros días de julio siguiente se le destina
a San Sebastián coincidiendo con el veraneo de la familia real,
que lo visitó el día 15. El 14 de octubre de 1897 se encuentra
en Ferrol, de donde zarpa rumbo a Cádiz y de donde sale el día
24 siguiente para Tánger.
Le llevaba a aquel puerto una difícil embajada. Era frecuente
que los barcos que navegaban por aquellas aguas fueran asaltados
y saqueados por bandas árabes. Algunos tripulantes eran
capturados para conseguir rescate bajo amenaza de sacrificarlos.
Varios buques de los que sufrieron estos atropellos eran
extranjeros, lo que motivó reclamaciones diplomáticas de varios
países, especialmente de los afectados. Entre los barcos
atacados se encontraban la barca italiana Bismark, la goleta de
la misma nacionalidad Fíduccia, el pailebot portugués Rosita,
etc. Pero el abordaje más violento se cometió el 7 de octubre de
1896 contra el francés Prosper Corin, matrícula de Dieppe,
efectuado por rifeños de la Kábila de Bocoys, que
afortunadamente pudo recibir ayuda del español Sevilla, de la
Sociedad de Navegación e Industria de Barcelona. En la acción
resultaron muertos, heridos y prisioneros. Ante las
reclamaciones formuladas, el Sultán ordenó el envío de una
legación para esclarecer los hechos. A su vez el Ministerio de
Marina español dispuso que los contratorpederas Destructor,
Furor y la lancha cañonera Cuervo, se destacasen en servicio de
vigilancia por aquellas aguas para tratar de evitar la
repetición de actos vandálicos.
El Sevilla, mandado por el capitán don Onofre Bosch, llevaba a
bordo una sección de tropas de Infantería con destino a
Filipinas, que entablaron combate contra los carabos que
saquearon al Prosper Corin, consiguiendo el apresamiento de
cinco de ellos que conducían a cuatro marineros del buque
francés, así como la captura de trece tripulantes de los carabos.
El capitán del Prosper Corin no pudo ser rescatado, quedando en
poder de los moros.
Entre los buques extranjeros que hicieron acto de presencia se
encontraban la fragata buque escuela alemán Nixe, el crucero
portugués Adamster y los cruceros norteamericanos Raleigh y San
Francisco. Francia envió a los cruceros Faudre y Wilde,
aviso-torpedero D'iberville y guardacostas Caimán.
El 28 de diciembre de 1897 zarpó de Málaga el Valdés rumbo a
Alhucemas, llevando a bordo al Comandante de Marina de Málaga y
a los oficiales que habían de formar parte del consejo de Guerra
para juzgar a los rifeños de la kábila de Bocoya que
intervinieron en el saqueo del Prosper Corin. La gestión
realizada por el capitán de fragata Barriere fue muy eficaz,
pues antes de terminar el año de 1897 se conseguía la liberación
de los prisioneros. El 28 de enero de 1898 zarpa de Tánger el
Valdés para Cartagena, en cuyo puerto permanecería algún tiempo.
La acción diplomática marroquí fue el único servicio que
prestaría el transporte, ya que en las escasas singladuras que
realizó quedó manifiesta su ineficacia, que se vio oficialmente
confirmada por un R.D. de 18 de mayo de 1900, siendo Ministro de
Marina don Francisco Silvela, que tras exponer sucintamente las
distintas clases de buques que componían las Fuerzas Navales lo
da de baja en unión de varias unidades.
Del Valdés se decía: "para navegar exigiría un gasto
extraordinario de reparaciones; sólo para salir de puerto
consume enorme cantidad de carbón y es opinión unánime del
Cuerpo de Marina, ser inútil para el servicio que debiera
llenar". Solamente durante tres años figuró el General Valdés
entre las Fuerzas Navales. Fue iniciado su desarme en la Carraca
el 30 de julio de 1900. Se había proyectado destinarlo a pontón,
cuando quedó semihundido en el sector de muelle conocido por "la
Machina" en que se hallaba amarrado. Puesto a flote quedó como
depósito de carbón y más tarde como almacén de Defensas
Submarinas. Por R.D. de 15 de julio de 1902 se autorizó la venta
de su casco por gestión directa, no encontrándose comprador que
lo adquiriese. El 13 de febrero de 1907 sufrió un incendio,
quedando totalmente hundido por el mal estado de su pantoque y
en tal posición que obstruía el acceso a uno de los muelles y
dificultaba el trabajo de la machina.
Por RO. de 12 de agosto de dicho año se había anunciado su venta
así como la de los cruceros Alfonso XII y Alfonso XIII,
adjudicándose el 19 de septiembre siguiente a don Isidoro Lafita
Andraca por las ochenta y seis mil pesetas que ofreció. Debido a
su hundimiento la operación no se llevó a efecto. En octubre de
1907 se concertó un contrato con una firma de Santurce para
ponerlo a flote, operación que se intentó con el remolcador
Rodas, aprovechándose las oportunas mareas. Al no conseguirlo,
la empresa no pudo percibir la cantidad convenida. El l0 de
enero de 1911 fue declarado desierto un nuevo concurso para su
extracción. En una ocasión se consiguió extraer los palos, la
chimenea y material que había sobre cubierta.
La situación del Valdés suponía un grave riesgo para los buques
que se le aproximaban. El 30 de septiembre de 1913, al revisar
frente a la machina el cañonero Bonifaz, tocó los pescantes al
transporte, produciéndose una vía de agua que inundó el
compartimiento de popa. Las bombas de achique consiguieron
dominar en la cámara de máquinas el paso del agua procedente del
compartimiento de popa, sin cuya intervención se hubiese
producido el hundimiento. Tras intensos trabajos, el primero de
noviembre de 1913 pudo el Bonifaz quedar a flote y después de
reparado zarpaba del Arsenal el 16 de mayo de 1914. En 1915 fue
designada una comisión que estudiase los medios más eficaces
para poner el buque a flote, acordándose fuese destruido con
explosivos. El primero de diciembre de 1923 presentó oferta una
casa extranjera que valoraba el salvamento en ochocientas mil
pesetas y que fue rechazada. Por considerarla excesiva tampoco
fue admitida la propuesta de una firma de Rotterdam que
solicitaba un millón doscientas mil pesetas para la extracción
de los restos del buque. El Consejo de Ministros de 29 de
septiembre de 1934 autorizó al Ministro de Marina para la
contratación por concurso de los trabajos de extracción, pero
como en las anteriores ocasiones, los resultados fueron
negativos.
El cambio de Gobierno ocurrido el 18 de febrero de 1936 y la
posterior Guerra civil, paralizan las gestiones que se estaban
efectuando para la extracción, que no se reanudarían hasta
cuatro años después de terminada la contienda. En diciembre de
1943 un equipo de técnicos de la Comisión de Salvamento de
buques efectúa un primer reconocimiento del buque hundido. El
equipo dictaminó que la manera más eficaz de extraerlo era el
desguace submarino, cortando el casco en trozos. En los trabajos
participaron unos veinte empresarios y nueve buzos. El fango
ocultaba al barco casi por completo, lo que dificultaba mucho
los trabajos hasta poder llegar a cubierta. En 1945 continuaban
los trabajos de extracción y desguace, habiendo sido el barco
totalmente troceado en veintisiete piezas.
Para los diversos cortes que se dieron a la quilla fue necesario
dragar lo más cerca posible la vertical del costado en toda la
longitud del buque y luego hacer un túnel bajo el fango para
llegar hasta la quilla y señalar cada sitio donde se había de
cortar.
El 13 de septiembre de 1946 se extrajo el último trozo. Era de
la parte de la popa y pesaba treinta toneladas. Antes de la
extracción se explosionaron dos petardos submarinos análogos a
los que se habían utilizado en el troceo. A las once y media de
la mañana de ese día, en la iglesia del arsenal se celebró una
misa de acción de gracias por el feliz resultado de la última
voladura. Fue un día de gran fiesta en la Carraca.
Casi cuarenta añas permaneció el General Valdés hundido en el
Arsenal. En servicio sólo estuvo cuatro años y tres meses, y en
ese espacio de tiempo navegó con las dificultades que expresaba
el R.D. que le dio de baja.