Nuestro idioma, herramienta común que nos hermana, a veces es
empleado con pocos miramientos y, como ente vivo que es, precisa
mimo y atención. Para amar un idioma hay que aprender a
conocerlo y eso nos permitirá ser más plurales y más generosos
con las lenguas que nos rodean porque nos mostrará los puntos de
unión que hay entre unos idiomas y otros.
ELEMENTOS PRERROMANOS (SUSTRATO)
El castellano -el español- está formado por dos grandes grupos
lingüísticos:
1- el latín vulgar, como elemento básico.
2-otros idiomas: árabe, germánico, lenguas prerromanas...
Las lenguas prerromanas son aquellas que se hablan en la
Península Ibérica antes del desembarco de los romanos en
Ampurias el año 218 a. C.
Parece que en la Península se hablaban lenguas diversas,
resumiendo mucho, como el ibérico en la zona este, el vasco en
una zona más amplia que la actual, el tarteso en la zona
suroeste y el resto de la Península estaba ocupado por pueblos
que hablaban lenguas de procedencia indoeuropea (el ligur, el
celta...).
Del pueblo tarteso sabemos que logró una civilización pujante.
En cuanto a los íberos era un pueblo de cultura no tan elevada
como la tartesa, pero también muy civilizado. Había en sus
costas colonias griegas que se instalaron con el ánimo de
comerciar, no para ocupar el territorio, y el pueblo íbero, que
carecía de alfabeto, adoptó el alfabeto griego y eso nos ha
creado problemas porque son dos sistemas fonéticos distintos: el
silábico y el alfabético.
Todas estas cuestiones nos llevan al término sustrato que sería
la primera capa lingüística de la que tenemos noticias; es
decir, el poso prerromano. Así, estas lenguas dejaron
influencias en la latina. Vemos, a vuela pluma:
-restos de la lengua ibérica en el castellano (a través del
latín): perro, barro, manteca, carrasca, chaparro...
-en cuanto al vasco -que no es una lengua indoeuropea- ha dejado
también su impronta en el castellano: izquierdo, pizarra,
gorrión...
-otros restos prerromanos son las del celta como vera, cerro,
losa, greña...
Los restos del sustrato, para acabar, dependen de varios
factores, entre ellos el mayor o menor parentesco lingüístico
entre las dos lenguas (primitiva y la que se sobrepone). La
influencia no es igual si están emparentadas o si son distintas,
eso es evidente.
LATÍN (ESTRATO)
El latín vulgar es el elemento fundamental sobre el que se
desarrollan las lenguas románicas. En el año 218 a. C.
desembarca en Ampurias un ejército romano bajo el mando de Cneo
Escipión, con motivo de la II Guerra Púnica. A partir de aquí,
soslayando las cuestiones históricas, se inicia la conquista en
dos direcciones básicas:
-desde el Este hasta el Oeste
-desde el Sur al Norte
Esta conquista provoca una serie de levantamientos, sobre todo
de las tribus menos civilizadas (celtíberos y lusitanos, el caso
de Numancia, por ejemplo).
Hispania quedará dividida en dos provincias:
-Hispania Citerior
-Hispania Ulterior
Ambas gobernadas por pretores. Tras muchos esfuerzos, se
pacifica toda la Península -salvo el Norte-. La romanización se
produce con mucha rapidez en las zonas más culturizadas: el
levante y el sur (la Bética). En general, los romanos tienden a
respetar las instituciones de los pueblos que conquistan, aunque
son los propios pueblos conquistados los que abandonan sus
costumbres por las otras que consideran superiores.
Las ciudades no eran muy populosas, pero disponen de todos los
elementos de la ciudad romana: teatro, circo, foro, tiendas...
Así se produce el florecimiento de una serie de personalidades y
se concede el derecho de ciudadanía romana a los hispanos.
Nombres como Trajano, el primer emperador no romano, Marcial,
Lucano, Quintiliano, etc. han de ser recordados por su
procedencia hispánica.
El latín sobre el que se desarrolla el castellano no es el latín
culto, sino el latín vulgar, el que hablaban los legionarios,
los conquistadores. De la evolución del latín, más los otros
elementos comentados surge el primitivo castellano; surgen
también las lenguas románicas o romances o neolatinas. Al pueblo
romano no sólo debemos el idioma, sino una actitud cultural, una
influencia notable que ha llegado hasta nuestros días.
El latín del Imperio no era uniforme porque el territorio del
Imperio Romano era extensísimo y no resultaba fácil establecer
las conexiones con los distintos territorios; así,
posteriormente, cada sector se iría diferenciando de Roma y se
irían perdiendo los lazos con el latín. El proceso se acelera
con la caída del Imperio Romano de Occidente.
ELEMENTOS GERMÁNICOS (SUPERESTRATO)
En el S. V d. C. al sustrato latino se sobrepone otra capa
lingüística, que recibe el nombre de superestrato. En el año 409
se produce la invasión germánica; suevos, alanos y vándalos
invaden la Península. Poco después, entra otra invasión, la de
los visigodos, que es quien deja los restos lingüísticos más
singulares. Era un pueblo muy romanizado. Así, se mantuvo el
latín como lengua dominante y común en toda la Península. Los
invasores fueron abandonando su lengua materna a cambio del
latín, aunque aportan algunos rasgos, dentro del aspecto militar
(guerra, heraldo, espía, yelmo...), en la toponimía (Godino), en
la antroponimía (Álvaro, Fernando, Rodrigo, Elvira...- y otros.
ELEMENTO ÁRABE (SUPERESTRATO)
El latín, con los elementos germánicos, fue evolucionando hasta
que el 711 se produjo la invasión por parte de los árabes y la
Península quedó ocupada por otra capa lingüística. La influencia
lingüística del árabe es fundamental para el castellano. Según
Américo Castro, el español es el resultado de la confluencia de
tres factores: lo hispanoamericano, lo árabe y lo judío. El
pueblo árabe era un pueblo vivo, con ideas, que ocupa pronto la
Península, llega a los Pirineos y en Potiers son detenidos por
Carlos Martel, aunque el dominio de la Península, salvo el
núcleo del Norte, es total. En el 756 un Omeya llega a España,
huyendo de la matanza de su dinastía, y se erige como emir
independiente. Es Abderramán I, que se establece en Córdoba. En
912 ABderramán III se proclama Califa y se mantiene el califato
hasta principios del S. XII. Poco después se produce la
dispersión en los Reinos de Taifas, pero eso ya es otra
historia.
El pueblo árabe, en principio, respetaba al pueblo dominado, el
pueblo mozárabe, que eran los súbditos hispanos,
romano-visigodos. Progresivamente, conforme se organiza la
resistencia del norte, hay miedo y se presiona sobre los núcleos
mozárabes. El pueblo y la lengua mozárabe quedó eliminada y sólo
tenemos unos restos: las jarchas.
La influencia del árabe en el castellano es, salvo algún rasgo
morfológico y fonético como "ojalá" que es un giro curioso.
Significa "Quiera Alá" y llama la atención que lo siga empleando
un pueblo, el español, que, al invocar a Dios, lo haga con Alá,
o los indefinidos "zutano, fulano o mengano" o el sufijo en "i"
(alfonsí); bien, salvo estos elementos, la influencia del árabe
en elementos léxicos es impresionante: entre cuatro y cinco mil
arabismos conserva el castellano. Términos que se incorporan a
todos los ámbitos de la vida: terminología militar (adalid,
alférez, atalaya), vida pública (alcalde), agricultura (acequia,
noria, alcachofa, azafrán, azúcar, naranja...), comercio
-almacén, aduana, maravedí...), vida urbana (arrabal,...),
ciencia (álgebra, algoritmo..), toponimia (Guadalquivir,
Guadalajara, medina...) y un largo etcétera de términos, muchos
de los cuales se inician con "al" que es el artículo árabe.
OTROS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CASTELLANO
Otros idiomas han influido en la formación del castellano: los
galicismos, provenzalismos, catalanismos, americanismos... Sin
embargo, no han sido una capa estable, sino que se han ido
incorporando por oleadas. Hoy en día una de los idiomas que más
peso tiene es el inglés. Hay que tener cuidado con los
anglicismos, ya que la mayoría no son necesarios porque en el
idioma contamos con términos afines que deberían ser utilizados.