Internet, la celebérrima World Wide Web o red de redes, es, para
todos en general y muy especialmente para los que se van
incorporando forzados por la inercia de los tiempos, un mundo
nuevo y distinto a todo lo anteriormente conocido, una sucesión
de horizontes jamás imaginados mostrándose ante nuestra vista en
una mágica ventana, o, aún sin caer en el venial pecado de las
exageraciones, una cuasi infinita prolongación de la tercera
dimensión de las cosas que, sin movernos de nuestra casa,
cómodamente sentados en nuestro sillón preferido y mediante unos
simples golpes de teclado o ratón, nos ofrece y pone a nuestro
alcance una inmensidad de posibilidades en cuanto a información,
ocio y distracciones y multitud de recursos capaces de
facilitarnos el trabajo diario o las comunicaciones con los
amigos.
Pero, no se confíe en extremo, porque Internet también tiene sus
peligros. Muy principalmente, para los menores y para los que,
recién llegados y faltos de toda experiencia, llegan al mundo
virtual creyendo que llegan al reino de los ángeles.
De los muchos peligros, si de menores se trata, podemos destacar
el de que nuestro hijo o hija conozca, a través del Chat, IRC o
algún otro sistema de comunicación instantánea, a personas de
dudosa reputación que pueden engañarlos y manipularlos para
conseguir encuentros u otros objetivos. Recuerden el reciente
caso de la pequeña británica de 12 años que se fugó con un
marine de 31 u otros casos de menores involucrados por
pederastas en sus sucios negocios.
Otro peligro muy a tener en cuenta -por cuanto nos puede pegar
un buen tajo en nuestras economías- es el de los dialers
(programa de conexión a un determinado número, generalmente 906)
que se le instalan en su equipo automáticamente al visitar
ciertas páginas de la red. Estos dialers, a pesar de que se le
instalan sin su consentimiento, generalmente no acceden a la
conexión sin solicitar su permiso. Suelen instalarle un
llamativo (o disimulado y engañoso) icono en su escritorio y
otro en la parte derecha de la barra de tareas (la barra
inferior en Windows). Y ocurre que el nene o la nena -o el
incauto papá- hace clic en ellos y se llevan dos horas
conectados -sin saberlo- a un 906 que le está cobrando alrededor
de 1 euro (IVA aparte) por minuto.
Estos iconos suelen llevar la opción de eliminarlos y, como ya
he dicho, no se conectan a menos que haga clic en ellos, pero,
¡ojo!, no todos son así: los hay que no sólo se le instalan
solos y le manipulan el Registro y el firewall, sino que se
conectan solitos cada vez que Vd. enciende el ordenador. Y aún
más: ciertas webs, por lo general páginas que ofrecen bromas o
juegos (y no sólo en las páginas para adultos), nada más entra
Vd. en ellas, en tanto le distraen con la carga de la misma, le
desconectan de la conexión de su proveedor y le conectan a su
numerito 906 sin decirle ni esta boca es mía. Vd. sólo lo sabrá
cuando llegue la facturita de Telefónica con algunos ceros
añadidos a la cantidad habitual. Naturalmente, esto es un delito
punible y denunciable, pero, ande, métase en demostrar cuál era
la web de marras y que todo ocurrió sin su consentimiento. Lo
tendrá crudo.
Así, pues, mucho cuidado con la páginas de bromas que visita (no
todas lo hacen) y con cualesquiera otras webs que no le ofrezcan
un mínimo de confianza.
Además de lo reseñado, podemos advertirle de otras muchas
triquiñuelas usadas por los muchos hackers y ladronzuelos que
pululan por la red. Generalmente, los que le instalan un troyano
en su equipo y le roban claves y contraseñas, y, mucho más
peligroso, los números de la tarjeta de crédito que usa para
abonar ciertas compras. De ahí la necesidad de disponer de un
buen antivirus y un firewall que, además, estén perfectamente
configurados.
De todo ello hablaremos algo más extensamente en una próxima
entrega.