"Jubilemos la ortografía, terror del ser humano
desde la cuna: enterremos las haches rupestres (...)"
Gabriel García Márquez
¿Quién no se trae pleito con la ortografía? Veamos. Tal parece
que se le asigna una misión: uniformar la lengua escrita para
que sea vehículo del entendernos rectamente. En principio, suena
bien. Pero algo ocurre: la misión de la ortografía se presenta
cada día más problemática, la gente habla y escribe como se le
pega la real gana mientras los académicos se mesan los cabellos.
¿Padecer la ortografía en o desde la primaria? ¡Ha sonado la
hora del desquite!
Los medios son, entre otras cosas, despilfarradores de palabras,
con frecuencia la gente prefiere el arrullo que adormece o el
ruido aturdidor a quedarse a solas con los propios pensamientos.
Pero la raíz del problema ortografía reside en otro lado: los
cambios en la sociedad afectan al idioma, instrumento por
excelencia de la comunicación, más todavía resalta su
importancia en tiempos de bloqueo emocional, soledad y
desamparo.
Incomunicación, el tema no es nuevo. Ya el cine italiano, aquel
director que hizo historia, Federico Fellini, lo llevó a la
pantalla, recuerden "La Strada" (1953) recuerden "La Dolce Vita"
(1960). Y bien, contra la incomunicación profunda, algo puede la
lengua si se la deja ejercer su tarea creativamente, respetando
el libre juego de las palabras. Por su parte, un filme que
también hizo historia, "La naranja mecánica", abrió en los años
setenta una ventana al futuro inmediato, abordando, entre otras
cosas, la abreviación del idioma cotidiano y familiar. Y bien,
la ortografía, como rectora del idioma escrito, tiene hoy varias
propuestas que hacer.
Por mi parte, "Estoi kontra la hortografía"... dogmática.
Desechando a ésta, dos alternativas se abren: cada uno escribe
como se le pegue la gana, o se postulan reformas para que
ortografía, lógica y usos generalizados en la sociedad de hoy,
se lleven un poco mejor. Opto por la más moderada segunda
alternativa, y ahí van las propuestas.
La tendencia a abreviar en esta época de prisas queda sancionada
con fuerza legal cuya fuente son los usos generalizados, como lo
reconocen las ciencias jurídicas respecto de las leyes.
Ejemplos: comper (con permiso) porfa (por favor) deque (no hay
de qué) uni (universidad) profe (profesor) mano (hermano, se
emplea de larga data) pa (papá) ma (mamá) pajuera (para afuera).
¿Quién dice apúrate y espérame? Nadie, acortamos: púrate y
pérame.
Claro que el modo telegráfico de hablarse llevado a la mínima
expresión de una o dos sílabas por palabra, puede volverse
ininteligible, uso en boga en algunas escuelas secundarias. Un
ejemplo, que alguna otra vez he citado: "¿ta-tu-ma?" deberá
entenderse como "¿está tu mamá?", lo cual luce algo problemático
de descifrar para quienes no están iniciados. De modo que no se
recoge como propuesta.
En cambio, sí queda sancionada la tendencia a borrar el distingo
entre "palabras decentes" y palabrotas, éstas son admitidas en
sociedad.
En cuanto a los acentos, proponemos se haga tal cual ocurre en
el idioma universal por excelencia y especialmente en Internet,
el inglés: los acentos se han vuelto invisibles pues todos son
prosódicos, nunca se dieron las razones para que en español unos
sean los llamados ortográficos (marcados sobre la letra) y otros
sean prosódicos (no marcados, a emplear al momento de pronunciar
la palabra). Aquí es de añadir que la Internet no admite acentos
en las direcciones del correo electrónico, usted lo pone y puede
tener la seguridad que su mensaje o carta será rebotado por los
siglos de los siglos.
Vamos ahora a los casos de ciertas letras distintas en su
grafismo pero que suenan igual en el empleo latinoamericano. La
"zeta", efectivamente, no ha tenido mucha suerte en nuestras
tierras y se la puede calificar de "letra muerta". Luego, se la
sustituye por la "ese", que así se pronuncia la "zeta" en
Latinoamérica. Ídem, la letra "ce" cuando la hacemos sonar como
"ese" (p.e. pacífico, educación, rociar) pasa a ser reemplazada
por la "ese" en la escritura. La "ce" cuando suena como "k"
(cantar, carta, cacharro) continúa tal cual. Va "pajuera"
precisamente la "k" que duplica a la "ce". También va "pajuera"
la "ve chica", de donde queda solucionada la dualidad "ve-be",
que nosotros sólo pronunciamos la segunda (be labial o be de
burro). La "hache" sigue el mismo camino, no hace falta explicar
porqué.
En cuanto al empleo de la "ge" y la "jota", involucra también a
los españoles. El poeta Juan Ramón Jiménez -¡nada menos!-,
siguiendo un criterio paralelo de simplificación, abogaba,
cuando ambas letras suenan igual, por el uso sustitutivo de la
"jota", y así escribía "antolojía". Ídem, el triángulo formado
por la "i latina", la "y griega" -también llamada "ye"- y la
"doble ele" también llamada "elle". Y bien, tenemos aquí el
mismo caso, distintas letras (tres) en ocasiones se vocalizan
igual: ¿con cuál quedarse? Para resolver la cuestión, propongo
se nombre una comisión integrada por miembros de la Real
Academia de la Lengua Española, no digan que no se les da
participación.
¿Ton's qué?
Que los togados escandalicen y los entendidos discutan, la
lengua hace de las suyas en boca de los pueblos.