Manuel
Rivas (La Coruña, 1957) es uno de los escritores más apreciados
de la literatura española actual. Él suele escribir en gallego,
pero su obra está traducida de forma impecable al castellano o
por él mismo (La mano del emigrante, Las llamadas perdidas,
Mujer en el baño...) o por Dolores Vilavedra (¿Qué me quieres,
amor?, Ella, maldita alma y El lápiz del carpintero). De este
modo, las ediciones que estamos manejando, de Alfaguara, son un
buen reflejo del original gallego.
Manuel Rivas empezó en el periodismo -faceta que no ha
abandonado- y ha trabajado básicamente el reportaje: Toxos e
flores (1992), Galicia, el bonsai atlántico (1994), El
periodismo es un cuento (1997), Galicia, Galicia (2001) y Mujer
en el baño (2003). En sus relatos se observa a menudo ese tono
propio del reportaje periodístico, de frases certeras y
escritura enérgica, de finales radicales y casi lapidarios. Así,
el propio autor dice: "Me apasiona el contrabando de géneros,
¡otra vez la frontera!, y este encuentro es la mejor respuesta
que se me ocurre a la cuestión recurrente sobre el lugar de lo
real y de la "verdad" en el periodismo y la literatura".
Ha escrito -y escribe- también poesía que podemos leer en el
volumen El pueblo de la noche.
Pero, básicamente, ahora mismo, se le conoce como narrador. En
literatura juvenil ha escrito Bala perdida (1996) y Todo ben.
Por Un millón de vacas (1990) fue Premio de la Crítica española
y junto a Los comedores de patatas (1992) podemos leerlo en el
volumen El secreto de la tierra (1999). En salvaje compañía
(1994) fue Premio de la Crítica gallega; ¿Qué me quieres, amor?
obtuvo el Premio Nacional de Narrativa; El lápiz del carpintero
(1998)es Premio de la Crítica española y Premio de la sección
belga de Amnistía Internacional y se añaden a su producción
Ella, maldita alma (1999), La mano del emigrante (2001) y Las
llamadas perdidas (2002).
Aquí analizaremos básicamente las claves narrativas e
ideológicas del relato breve en el que Manuel Rivas es un
verdadero maestro. Es difícil escribir un buen cuento. Mario
Benedetti, por ejemplo, opina que es más fácil escribir una
novela que un cuento. La obra de Manuel Rivas es cautivadora
porque arraiga en su tierra, Galicia, y se inserta en la
modernidad, sin olvidar las referencias históricas a nuestro
pasado más cercano. Por eso nos atrae y por su estilo vigoroso,
por los personajes que esboza, a brochazos muchas veces, por el
aliento espiritual y conmovedor que desprenden muchas de sus
historias.
Brevemente analizaremos sus compilaciones de relatos, su novela
y el último libro dedicado a artículos periodísticos. Creemos
que así tendremos una buena visión, completa, de la obra de
Manuel Rivas.
¿Qué me quieres, amor? (¿Qué me queres, amor?) fue en 1995
Premio Torrente Ballester de Narrativa y en la edición de 1999
se le añaden otros 6 relatos del autor. Está formado, pues, por
16 cuentos entre los que sobresalen "La lengua de las
mariposas", que sirvió de hilo conductor para la película del
mismo nombre, por todos recordada. Son cuentos breves, retazos
de una colcha sentimental en los que destacan la solidaridad, la
memoria higiénica de un pasado que no hay que olvidar; en los
que destaca el tributo a la sabiduría de la experiencia. El
cuento "La lechera de Vermeer" es uno de los más sentidos puesto
que en él hay un paralelismo excepcionalmente tierno entre la
lechera retratada por Vermeer y la propia madre del autor que
fue también lechera.
Ella, maldita alma (Ela, maldita alma) está formado por 13
relatos que huyen de la superstición. Todos ellos tienen en
común un mismo eje, averiguar dónde está el alma, dónde se
esconde. Puede estar en cualquier sitio, en cualquier parte del
cuerpo, en donde habite algo que nos llene de esperanza, que nos
conmueva, que nos haga sentir melancólicos y abrumados, en donde
habite el dolor... allí estará el alma. Ya sea una guitarra, un
manzano, un panal de abejas, una barra de pan, un loro, una
fotografía o un muñeco de ventrílocuo. Un libro lleno de esa
fina ironía del autor, pero también de serenidad y memoria.
Las llamadas perdidas (As chamadas perdidas) son 25 relatos que
se centran en los olvidos, en las pérdidas y en el valor de la
memoria para sobrellevar nuestra propia vida. No hay nada
ilusorio, todo es humano, fatalmente humano y visceral muchas
veces. Rivas no se olvida ni del humor ni de la ironía y no
abandona, y eso es lo que prende en el lector, de la esperanza.
La mano del emigrante (A man dos paíños) es un libro curioso y
diferente; es un libro compuesto de una manera muy original
porque está formado por un relato de ficción, otro tejido a base
de fotografías del propio autor y un tercero que es un relato
periodístico. Como bien dice el autor: "La vida humana transita
entre el Apego y la Pérdida".
El lápiz del carpintero (O lapis do carpinteiro) es una
espléndida novela y muy conmovedora. En palabras de Günter Grass
(Premio Nobel de Literatura 1999): "He aprendido más de la
guerra civil española leyendo El lápiz del carpintero de Manuel
Rivas, que en todos los libros de historia". En el libro, el
lápiz se convierte en un símbolo, un símbolo de la resistencia.
La historia de esa lápiz es la que enlaza el pasado con el
presente. Es una novela sobre la guerra civil, pero desde la
intrahistoria, desde el lado profundo y descarnado. Una obra
llena de amor, llena de desgarro. Una obra escrita desde las
entrañas.
Mujer en el baño (Mujer no baño) está compuesto por distintos
artículos, la mayoría de ellos publicados en "El País Semanal"
en las secciones "Incendios", "Un Serpa en Londres" y
"Provocaciones". Es un conjunto en donde vemos las afinidades de
Rivas, su pensamiento, sus ideas políticas y sociales, su
manera, en fin, de entender el mundo. El último artículo "El
manifiesto del mar" está fechado el 21 de noviembre de 2002,
tres días después del vertido del "Prestige". Rivas define así
este libro: "Éste es para mí un libro de los porqués, de las
cuestiones límite, de subjetiva vanguardia, que se dirimen
ocultos o visibles, en nuestro tiempo. Los porqués que a mí me
inquietan y agitan, pero también aquellos que me empujan a
afiliarme de manera incondicional a lo que Voltaire llamaba "el
partido de la risa".
La literatura de Manuel Rivas es una literatura directa, que
habla de las personas, que se dirige a todos los sentidos, que
revuelve nuestras entrañas. Es una literatura comprometida con
la actualidad, con el momento que nos está tocando vivir. Rivas
no escatima hablar de la violencia doméstica, de los políticos,
de la globalización, de los ilegales... de los emigrantes que un
día fuimos y que hoy hemos olvidado.
Manuel Rivas alude también al mar -nunca dice la mar, jamás- y
lo hace de verdad, sin tópicos. Habla de los marinos sin
romanticismo, desde la propia piel. Se pone del lado de los
desvalidos, de los diferentes, de los que nada tienen. Se siente
unido a los vencidos, a los oprimidos, a los niños distintos, a
los que sufren. Y, por encima de todo, late la gran realidad
gallega, con A Coruña de telón de fondo y el Faro de Hércules,
un mundo lleno de brumas y que acaso pudiéramos llamar mágico si
no fuese tan real.
Rivas por otra parte gusta de romper fronteras y relaciona
literatura con música, literatura con pintura, literatura con
fotografía, literatura con arquitectura... porque le gusta
observar otros niveles en su creación.
Podemos estar o no de acuerdo con sus ideas políticas, con sus
aseveraciones a veces muy tajantes, pero sí estamos de acuerdo
en que los relatos de Rivas nos calan, nos remueven las
conciencias y las almas.