Ya comentábamos en el número anterior de "Arena y Cal", en el
artículo titulado "Ganando a la ruleta" las leyes de
probabilidades aplicadas al "cara y cruz" de la moneda al aire y
al rojo/negro par/impar de la ruleta, y le participábamos una
fórmula sacada de dichas leyes que podría reportarle, bajo
determinadas condiciones, interesantes y lucrativas ganancias en
el juego de la bolita.
En este juego de azar, los participantes esperan ansiosos a que
la bola se detenga en una de las 36 casillas numeradas del plato
giratorio. Por lo tanto, la probabilidad de que caiga en el
número elegido es de 1 entre 36. Pero ya le decíamos que hay
otro tipo de posibilidad, cual es la de apostar a pares o nones,
o al rojo y negro. Entonces la probabilidad de acertar es del 50
por ciento. Si, además, aplicamos el sistema de doblar la
apuesta cada vez que no acierte (le remitimos a que lea de nuevo
dicho artículo), usted dispondrá de unas posibilidades extras
que estarán a su favor y que, generalmente, nadie aplica o
utiliza por simple desconocimiento.
El azar no existe, dicen los matemáticos: todo, desde las seis
cifras ganadoras de la combinación de la Primitiva, hasta el
número que va a salir en la ruleta, pasando por el
comportamiento de un átomo o la forma de nuestra nariz, está
sometido a unas increíbles y precisas reglas matemáticas. El
científico que se dedica a la Física de partículas se enfrenta
al mismo dilema que el jugador: ha de prever el resultado de la
colisión de dos partículas atómicas. En una ruleta no trucada,
nadie conoce en qué número se detendrá la bola. Es un error muy
frecuente dentro del mundillo de las apuestas pensar que un
número va a salir más veces por el hecho de que se haya repetido
en las anteriores jugadas. Una aclaración: la ruleta, al igual
que los dados o la baraja, no tiene memoria.
Por supuesto, esto no significa que no se pueda adivinar nada en
los juegos de azar. Esto lo saben, sobre todo, en la banca de
los casinos. Cuando se concluyen miles de series de jugadas, la
distribución de los números que van saliendo se aproxima a los
fríos cálculos matemáticos. Un número determinado en la ruleta
aparece con una probabilidad de 1 entre 36; en el caso de un
dado, de 1 entre 6. A lo largo del tiempo, a mayor número de
jugadas, esta distribución de la suerte se regula. A partir del
cálculo de probabilidades, los responsables de casinos y salas
de juego calculan con casi total exactitud las cuotas que debe
pagar en premios y el dinero que se embolsarán.
Sería interesante que todas esas ventajas derivadas de un
perfecto conocimiento de las leyes de probabilidades -a su vez,
derivadas de la fría lógica de las matemáticas- estuvieran al
alcance de la gente de la calle, de los que frecuentan los
casinos de juego o del simple mortal que juega al cupón de la
ONCE o a la lotería Primitiva.
Uno de los matemáticos más ingeniosos de nuestro siglo, John von
Neumann (1903-1957) dedicó gran parte de su vida al cálculo en
el juego y descubrió una serie de leyes matemáticas que también
podían aplicarse a infinidad de disciplinas científicas. En 1944
publicó, junto con el economista Oskar Morgenstern, una singular
obra titulada Teoría del juego y tácticas económicas. De la
lectura de este libro podemos concluir que tanto la evolución
social, económica y política de un país, así como las crisis
económicas, las revoluciones y los conflictos bélicos -en los
que muchos hombres entran en juego- transcurren siguiendo
regularidades matemáticas, como en el juego.
En el próximo número continuaremos exponiendo datos sobre este
apasionante campo de las posibilidades en los juegos de azar.