"Manuel de Falla me lleva a la Alhambra.
-Que le enseñen Granada los amigos .
Pero a la Alhambra le acompaño yo-." Gerardo Diego
Gerardo
Diego es el poeta. El hombre que ha entrevistado el misterio y
que un día hizo esta afirmación ."¿Quién que es no es social?" Y
más sincera no puede ser en Diego si se tiene en cuenta que este
fanático de la poesía no tiene un solo verso insincero.
De entre los autores del 27, Gerardo Diego es, sin duda, uno de
los más difíciles de situar en una estética o línea creativa más
o menos uniforme. Su obra se caracteriza por una pluralidad de
maneras voluntaria y querida por el poeta. Diego, como Lope es
muchos Diegos. Quizá por ello su obra repartida entre la "Bodega
y la Azotea" de su unitario laboratorio poético se somete a
varios impulsos creadores y férulas expresivas.
Gerardo Diego nace en Santander el 3 de octubre de 1896. Estudia
Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto y posteriormente
en la de Salamanca y Madrid, donde hace el doctorado. En 1920
obtuvo la cátedra de Lengua y Literatura en el Instituto de
Soria, y sucesivamente enseñó la misma asignatura en los
Institutos de Gijón, Santander y Madrid. En diciembre de 1921
conoce personalmente a Vicente Huidobro, iniciándose una
fructífera amistad personal y estética. En1925 -ex aequo con
Alberti- obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Fue uno de los
más activos organizadores del Homenaje a Góngora que celebró la
generación en 1927, con motivo del centenario del gran poeta
cordobés. En diciembre de ese año lanza la revista Carmen, desde
Gijón. Participó, con Juan Larrea y Huidobro, en el movimiento
creacionista. En 1931 se adhiere a la Agrupación al Servicio de
la República, creada por Ortega, Marañón y Pérez de Ayala. En
julio de 1934 se casa con Germaine Marin en Toulouse. En 1947 es
elegido miembro de número de la Real Academia Española. En 1979
-ex aequo con Borges- obtuvo el premio Cervantes. Tras dejar
lista para la imprenta su esperada poesía completa, Gerardo
Diego muere el 8 de julio de 1987 en su casa madrileña de
Covarrubias, cesando para siempre el incansable pestañeo del
poeta niño asombrado por el mundo.
Su biografía personal y poética resulta ejemplar. Es, por
ejemplo, uno de los más claros exponentes del poeta-profesor, y,
paralelamente a Alberti (poeta-pintor), el poeta-músico del 27.
La apelación a la música es una auténtica nota distintiva de su
quehacer poético y de sus concepciones líricas: "Y un asirse y
plegarse / a la música hermana / para bien orientarse / en la
libre mañana".
Sin embargo, Diego, como Aleixandre y Dámaso, no se marchó al
exilio, exagerándose las razones políticas y minimizándose las
personales e íntimas. Así, se trajeron y llevaron ciertas
concesiones al Régimen constituido tras la guerra y no se
recordó su adhesión liberal en los primeros años treinta a la
asociación de intelectuales que fomentó el advenimiento de la
República o no se valoraron sus profundos sentimientos
religiosos difícilmente conciliables con la barbarie de la
guerra.
A lo largo de más de sesenta años de creación, Gerardo Diego ha
elaborado una obra extensa y multiforme: El romancero de la
novia, Imagen, Soria, Manual de espumas, Versos humanos, Equis y
Zeda, Ángeles de Compostela, Limbo, Biografía incompleta,
Paisaje con figuras, Égloga de Antonio Bienvenida, Amor solo, Mi
Santander, mi cuna, mi palabra, Odas morales, La fundación del
querer, Cementerio Civil, Poesía de creación... "Lo primero que
llama la atención en la poesía de Gerardo Diego a quien la
considera en su conjunto -decía Dámaso Alonso- es su variación,
sus variaciones".
La primera "manera" de Gerardo Diego revela una influencia bien
asimilada de Juan Ramón Jiménez. La poesía de El romancero de la
novia es una poesía sencilla y sentimental, con cierto intimismo
becqueriano. Diego inicia pronto su aventura vanguardista. Muy
tempranos son sus contactos con el ultraísmo y sus
colaboraciones en revistas como Grecia, Cervantes y Alfar. Su
experiencia parisina de 1922, invitado por Huidobro, le permite
asimismo, conocer de cerca el creacionismo. Fruto de todo ello
son una serie de libros que, de Imagen (1922) a Cementerio civil
(1972) trazan más de medio siglo de poesía de creación.
Realmente Gerardo Diego es un fanático. "Es un fanático de la
causa -nos dijo Pedro Salinas-. La causa es la poesía. La muy
antigua o la muy moderna, la de Soto de Rojas o la de Huidobro,
la de Lope o la de Juan Larrea". Por tanto, no es extraño que la
obra poética de Diego ofrezca no pocas dificultades. Tampoco es
fácil de orientarse en una lista que roza el medio centenar de
títulos.
El bloque cuantitativamente más importante de la producción
poética de Gerardo Diego se acoge a la categoría de lo que él
llamaba poesía relativa, y que tal vez , podría llamarse poesía
de expresión. Pero toda su poesía, lo mismo el verso
tradicional, que el puro experimento lírico, brotan humanamente
del corazón.
Y como dijo el poeta: "No amigos míos. Vuelva la armonía / y el
bienestar de los claveles. / Mi corazón amigos fue algún día /
tierno galope de corceles".