Sentirse feliz no depende siempre de nosotros y sin embargo cada
vez se insiste más en que sólo con proponérnoslo ya estamos
dando un paso adelante para que nuestra vida sea más
satisfactoria e impidamos que las contrariedades envenenen
nuestro cotidiano vivir.
La felicidad perfecta no es de este mundo, y cuando alguien te
dice que siempre se siente feliz, ten cuidado. El destino se
irrita de una felicidad duradera y sin sombras. Polícrates, que
es el símbolo de la felicidad, decía que siempre se sentía
amenazado sólo porque era un hombre que se sentía completamente
feliz.
Y cuenta la historia que un rey de Egipto, amigo y aliado de
Policrates, asustado de saberlo tan feliz recorrió muchos
kilómetros a través del desierto para decirle a su amigo que
semejante felicidad era muy peligrosa. "Vuestra prosperidad y
dicha constante me tiene espantado, yo deseo para las personas
que amo una mezcla de bienes y de males. La divinidad es celosa
de una felicidad duradera e inalterable. Debe buscar penas y
reveses para oponerlos a vuestra dicha que es exuberante" -le
dijo a su amigo-.
Policrates analizó estos consejos y, para salir al encuentro del
infortunio, arrojo al mar su anillo que tenia un precio
incalculable y que además le daba una fuerza interior que estaba
convencido que era la causaba de su inmenso bienestar. El
destino no aceptó el sacrificio: le devolvió el anillo en el
vientre de un pescado que le sirvieron en una comida inesperada
pocas horas después de haberlo tirado. Y después de esto
Policrates se confió y se sentía más feliz que nunca, sin
embargo, no pudo prever su final que lo tenía ya amenazado. En
una batalla en la que se vio envuelto, no encontró apoyo entre
los suyos. Le asesinaron en un momento tan inesperado que
segundos antes de morir, creyó que estaba soñando...
Por ahora no se sabe casi nada sobre las consecuencias de la
felicidad. ¿La felicidad depende acaso de poseer muchos bienes
de fortuna? ¿Sólo los ricos pueden ser felices? Es sabido que la
riqueza por sí sola no hace feliz al hombre; pero también es
verdad que una persona que carece de lo más esencial sus
motivaciones son deficiente. No pueden sentirse atraídos por
nada, porque todo lo tienen prohibido y la frustración acabará
siendo crónica. La vulnerabilidad se incrementa y la enfermedad
y la depresión son la consecuencia de estas dolencias que en la
penuria son difíciles de sobrellevar.
Y sin embargo la felicidad es una disposición del espíritu que
no está sujeta a factores externos y aquellos que pueden valorar
lo poco que tienen y saben disfrutar de un día radiante,
gozándolo plenamente, ya están predispuestos a una felicidad
moderada sin que tenga consecuencia directa con sus bienes
materiales ni posición social.
La felicidad puede ser dañina y muy negativa para aquellas
personas que se sienten como "ovejas complacidas". No disfrutan
de nada porque lo tienen todo y ello les conduce a una ociosidad
malsana que les arrastra a una vida sin interés ni superación
alguna, por la simple razón que no creen que haya nada que pueda
ser mejor que lo que ellos están viviendo.
La teoría psicosomática mantiene la posición de que la felicidad
no es ni duradera ni profunda. A través de una larga vida se
tienen continuos fracasos y desengaños, esto hace que perdamos
la confianza en nosotros mismo y puede afectar negativamente a
la salud. Perdura la teoría de que una posición positiva en
nuestra vida diaria nos alejará de la enfermedad y de muchas
dolencias imaginarias. Y con una fuerte capacidad moral el
camino que tengamos que recorrer será, sin duda, más liso y
llevadero que si nos llenamos la cabeza de hondas negativas.