Me pongo a escribir esto en la mañana del 8 de marzo, "Día de la
Mujer trabajadora", según rezan los titulares de prensa y se oye
decir a los bustos parlantes de la cosa esa donde nos cuentan
las mentiras en colores por estas Españas de ahora.
La verdad es que, si no fuera porque hace años que veo y oigo el
festivo título, diría que es un invento urdido por el señor
Cascos o la señora Palacio en una ofuscada mañana de resabios y
resacas futboleras. Pero, no. El susodicho título viene siendo
utilizado por ciertos organismos y medios desde tiempo ha.
¿A qué suena lo de mujer trabajadora? ¿No creen ustedes que el
adjetivo huelga? Si habláramos de "mujeres lesbianas o "mujeres
separadas" -por poner algún ejemplo- estamos concretando a unos
colectivos perfectamente definidos, pero, ¿mujer trabajadora..?
¿De qué otro colectivo -de mujeres- las diferencia?
Está claro que el adjetivo es absurdo por inútil cuando se
aplica a la mujer. Las mujeres, todas -huelga decirlo-, son
trabajadoras, y -como todos sabemos- con una carga laboral que
supera ampliamente a la de los hombres en todos los aspectos. Si
exceptuamos a cuatro "personajas" que, por su alcurnia y linaje
-o porque tienen el chichi de oro-, ni dan ni han dado un golpe
en toda su vida, el resto de las mujeres que habitan este
curioso e imperfecto planeta se levantan y se acuestan cada día
con la pesada cruz del trabajo sobre sus espaldas. Y no hay
razón para diferenciarlas porque unas trabajen en una empresa
-sea de limpiadora o de directora de marketing-, o en su propio
negocio -de verdulera o de diseños de software-, o de ama de
casa, fregando, planchando, cocinando y robándole horas al sueño
para que tanto el hombre de la casa como los tres niños lo
tengan todo siempre a punto y salgan a la calle de punta en
blanco. Todas, sin excepción, son eso, trabajadoras.
Así, pues, si no hay diferencias y todas las mujeres trabajan
-son trabajadoras-, tenemos que pensar que tal titulación
deviene exclusivamente de intereses propios de determinados
colectivos -principalmente sindicatos- que han divulgado la
especie para basar en tan expresivo nombre la lucha por la
igualdad de derechos. Lo que me parece muy bien, elogioso y que
cuenta con mi total adhesión -no sólo por la igualdad en el
plano laboral, sino en todos los aspectos-. Pero, aún con todo
cuanto de bueno, positivo y necesario encierra la idea, no
dejamos de observar y considerar que en la conmemoración, tanto
en la forma de titularla como en la idea de quienes la
conmemoran -desde esta óptica-, se mezclan conceptos e intereses
que nada tienen que ver entre sí. Se puede conmemorar el "Día de
la Mujer" -que de hecho es lo que se conmemora- y se puede
reivindicar derechos laborales -y de todo tipo-, incluso en la
misma fecha, pero sin enajenar otros derechos que también les
son propios al mismo colectivo y sin enarbolar banderas que
lleven a confusión a unos y a otros.
Afortunadamente, tanto los medios de comunicación como muchos
organismos se van dando cuenta de la "metedura de pata" y van
eliminando del título lo de "trabajadora" para dejarlo
exclusivamente en "Día de la Mujer", o, concretando aún más, en
"Día Internacional de la Mujer", pues que -desde que fuera
instituido por las Naciones Unidas en 1975- así de universal se
celebra este 8 de marzo.
Sobre el origen de la conmemoración en esta fecha existen varias
versiones. Una de ellas se basa en la lucha de unas trabajadoras
estadounidenses allá en 1857. Numerosas obreras de la industria
de telas de Manhattan protestaron por las penosas condiciones de
trabajo que tenían. La policía se les enfrentó matando a muchas
y dejando a otras gravemente heridas.
Otra hace referencia a una manifestación masiva de mujeres rusas
en 1917. Las rusas se levantaron en contra de la guerra que
había causado el fallecimiento de dos millones de soldados
rusos. Cuatro días después de la manifestación masiva "Por pan y
paz" -el 8 de marzo-, el zar fue obligado a renunciar. Y con el
gobierno provisional, las mujeres lograron el derecho al voto.
Una tercera -quizás la más conocida- hace mención a cuando, en
1908, un grupo de obreras textiles ocuparon una fábrica de Nueva
York demandando un horario de 10 horas -jornada que hasta
entonces era de 16 horas diarias-. la respuesta de los dueños
fue brutal y mandaron quemar el local en el que estaban las
mujeres. Como consecuencias del incendio, 129 obreras murieron.
Una última versión ubica el origen del 8 de marzo en la segunda
Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas, en 1910,
en Copenhague, Dinamarca. Allí, la alemana Clara Zetkin
-integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la
Confección- demandó instituir el Día Internacional de la Mujer
para reclamar los derechos políticos, civiles y económicos de
todas las mujeres en el mundo. Clara Zetkin propuso el 8 de
marzo para la conmemoración.
En fin, que quiero que me dejen que este 8 de marzo, "Día de la
Mujer", pueda recordar y felicitar a mi madre y a mis abuelas,
que nunca fueron "trabajadoras", que nunca tuvieron un sueldo o
una nómina, pero que trabajaron toda su vida sin descanso (¡cómo
las recuerdo!) para sacar adelante a muchos hijos. Y también a
mi hija, que tampoco es "trabajadora", pero que hace cuanto
puede en casa y se parte los codos estudiando día y noche en su
cuarto y en la Facultad. Y déjenme felicitar también a mi mujer.
A ella sólo por eso, por ser mujer.