En la adolescencia, ese periodo de la vida capital en los seres
humanos, se inicia el sentido histórico y la necesidad de
actuar, de tomar parte de los acontecimientos, de decidir el
rumbo de la propia vida. Aparecen, en consecuencia, las
preguntas sobre el sentido de la existencia (¿Quién soy?, ¿a
dónde voy?) y se elaboran los sistemas de valores sobre los que
se cimentará la personalidad adulta. Por eso es tan importante
ofrecer puntos de apoyo que favorezcan el proceso de maduración,
y la literatura puede cumplir, con éxito y eficacia, parte de
esta tarea.
Los intereses de los adolescentes son variados y abarcan, entre
otros, aspectos éticos, religiosos, artísticos, musicales,
familiares y sociales. En esta etapa se dan las crisis de
independencia, tan relacionadas con el carácter adolescente, y
aumenta la aposición al mundo adulto -padres, madres,
educadores...- porque el muchacho y la muchacha necesitan
afianzar su personalidad y lo hacen de una manera radical y
tajante, pasional y extremista casi siempre. Por otro lado, la
relación de amistad se convierte en uno de los pilares básicos
del adolescente.
II. ADOLESCENTE Y LITERATURA
Muchos son los escritores y escritoras que orientan, en la
actualidad, su talento a plasmar historias dedicadas a los
jóvenes, al público adolescente y que demuestran un buen
conocimiento y comprensión de sus problemas y emociones. Bien es
cierto, que estos escritores han sido previamente adolescentes
y, desde su recuerdo y sus propias vivencias, están en
condiciones de ofrecer sus puntos de vista y sus ilusiones y
poner toda su experiencia al servicio de los lectores. De todos
es sabido que en la pubertad y adolescencia el joven va
desarrollando, paulatinamente, su inteligencia y sus
capacidades. La literatura puede acompañarlo en esos años de
cambios y de desazón interna y mostrarle caminos y valores que
pueda seguir; pero no se trata de ir en detrimento de la calidad
literaria, en absoluto.
A veces se cree que la literatura infantil y juvenil son
subgéneros de la literatura con mayúsculas y eso no es cierto,
si lo pensamos así sería menospreciar la profesionalidad de un
buen grupo de autores que han decidido cultivar la literatura
que estamos comentado ahora mismo. Aparte, el público juvenil es
un público exigente, igual que puede serlo el infantil o el
adulto e, incluso, más. Así, la memoria, la imaginación y la
atención se amplían en la adolescencia y van acompañadas del
espíritu crítico -tan característico- y de la capacidad de
abstracción. Simplemente, o ni más ni menos, la literatura
juvenil puede cubrir un trecho en el camino del joven y le
invita a ampliar sus puntos de vista y sus horizontes, a la vez
que sirve a los adultos de recuerdo de ese mundo que algunos han
olvidado y que conviene tener en cuenta para comprender las
actitudes y los extremos del adolescente que tenemos en casa o
en clase.
La literatura juvenil española ofrece, en la actualidad, un buen
número colecciones y de títulos que escogen al personaje
adolescente como protagonista. Hoy en que las nuevas tecnologías
parece que estén comiéndole el terreno al la letra impresa se
impone encontrar nuevas estrategias para que no se abandone la
lectura y eso es tarea de todos, escritores, profesores, padres
y editores.
Precisamente, en las siguientes líneas esbozaremos, a través de
algunas de las novelas que nos han parecido más significativas,
cómo aparecen retratados los adolescentes en la literatura
actual y cuáles son los valores que se proyectan. Cómo, en
definitiva, la lectura puede servirles de trampolín para
enfrentarse mejor a la realidad.
III. ESCRITORES DE LITERATURA JUVENIL
Hemos trabajado una serie de obras, creemos que amplia, aunque
no exhaustiva, para ofrecer el modelo o modelo adolescente que
predomina en la literatura, sus motivaciones y sus intereses.
Básicamente, hemos trabajado la obra de Jordi Sierra i Fabra, la
de Alfredo Gómez Cerdá y la de Concha López Narváez, autores de
indudable prestigio; aunque, como se verá, añadimos títulos
sugerentes de Carlos Murciano, Montserrat del Amo, Lucía
Baquedano, Emilio Pascual, Carmen Gómez Ojea, Andreu Martín,
Pilar Mateos, Paco Climent y algunos más.
La literatura puede, como ya hemos dicho, mediante la
identificación con los personajes, ayudar al joven, orientarlo,
hacer que vaya asumiendo su yo y que se integre en su entorno a
la vez que aprenda a conocer su entorno y a valorarse a sí
mismo.
Encontramos, entre otros géneros destinados al público juvenil,
los siguientes:
-novela de la vida real, representada por Jordi Sierra i Fabra y
Alfredo Gómez Cerdá.
-novela histórica, representada por Concha López Narváez ,
Montserrat del Amo o José Mª Merino.
-novela de ciencia ficción, cultivada por Jordi Sierra i Fabra.
-novela fantástica, escrita con maestría por Pilar Mateos o Joan
Manuel Gisbert.
-novela de detectives, sin duda representada por Andreu Martín y
Jaume Ribera.
IV. EL JOVEN DE JORDI SIERRA I FABRA
ALFREDO GÓMEZ CERDÁ
Y CONCHA LÓPEZ NARVÁEZ
Jordi Sierra i Fabra es un escritor que, difícilmente, puede ser
estudiado con eficacia ya que huye, en cada título, de cualquier
esquema y clasificación. No obstante, sus adolescentes son muy
característicos y aparecen muy definidos. Casi siempre se trata
de muchachos -aunque últimamente incorpora también protagonistas
femeninas- que se enfrentan a problemas familiares, sociales o
personales -falta de adaptación, por ejemplo-. Buscan, y ése es
el objetivo de la narración, soluciones que, o bien son
equivocadas -por la línea de la evasión fácil, el alcohol o las
drogas-, o bien son meditadas y serenas -a través de trabajo,
del esfuerzo, del compromiso-.
La sociedad que retrata Jordi Sierra i Fabra es muy realista ya
que no muestra una cara amable a los jóvenes, sino que
continuamente les tiende trampas o les pone zancadillas -la
sociedad del consumo, la de las cosas fáciles, la del paro...-.
A los muchachos que retrata nuestro autor les gusta llevar, como
rasgo físico, el pelo largo, sienten especial predilección por
la música rock -a la que idealizan- y todos ellos y ellas se
mueven siguiendo los dictados del corazón, de forma instintiva y
visceral, como hace con frecuencia el propio autor.
Alfredo Gómez Cerdá, por su parte, también suele hacer hincapié
en los problemas de la juventud urbana; sin embargo, en un gran
número de obras, sus protagonistas, chicos y chicas, ya han
vivido una experiencia y la narran desde el pasado. Realizan,
por decirlo así, un ejercicio higiénico de memoria. Ellos han
aprendido una lección y nos la cuentan, nos cuentan,
precisamente, qué han hecho y cómo vivieron ese momento y cómo
se sienten ahora. Son novelas de mayor profundización
psicológica en las que no es raro encontrar fragmentos de
conversación, cartas, reflexiones, casi monólogos, entre otros
elementos narrativos. A menudo se trata de problemas de
comunicación, de soledad, de falta de atención, de incomprensión
por parte de los adultos y, en definitiva, de cómo esos
adolescentes van creciendo y van asimilando cuál es su lugar en
la sociedad. De todas formas, no generalizar ya que Alfredo
Gómez Cerdá tampoco resulta encasillable puesto que no sólo ha
escrito libros de carácter realista, que son los que estamos
comentando aquí, sino imaginativos, de crítica, de aventuras y
otros.
Concha López Narváez es una escritora de fina sensibilidad que
nos interesa mucho destacar aquí ya que, en líneas generales,
muestra, en su literatura juvenil, unos personajes aparentemente
alejados de la actualidad -en su novela histórica se sitúa, por
ejemplo, en la época de la expulsión de los judíos, o en la de
expulsión de los moriscos, o en el Camino de Santiago de la Edad
Media o en la recreación de la Mesta-. Precisamente su maestría
radica en mostrar, en un primer término, personajes adolescentes
parta propiciar la identificación con el lector. Y estos
personajes, sean Endrina, María, Hernando, Juan o Martín
demuestran que sí, que el tiempo y la historia ha cambiado, pero
que los sentimientos y las vivencias son los mismos. Estos
chicos sienten, como pudiera ocurrir hoy mismo. Son capaces de
las mayores pruebas de amistad, de enamorarse, de vivir sus
principios con absoluta pasión y entrega.
V. TEMAS DE LA LITERATURA JUVENIL
En un intento de sistematizar vamos a establecer algunos de las
temas que hemos visto reflejados en los libros leídos y que, sin
duda, tienen su equivalente en la etapa que tratamos:
-La vida y la muerte: Algunos de los personajes literarios
tienen en la adolescencia, como puede ocurrir en la vida real,
los primeros contactos con la muerte que irrumpe de manera dura
en la vida de los jóvenes para decirles que no se trata de algo
ajeno a ellos, sino que forma parte de la otra cara de la
moneda. Así, lo vemos en "La casa de verano", de Alfredo Gómez
Cerdá. Aquí muere Carlos, muy joven y quince años después, Tomás
y Juli, sus amigos inseparables recuerdan la conmoción que
supuso para ellos esta muerte. En "Yo, Robinsón Sánchez,
habiendo naufragado", de Eliacer Cansino muere la abuela del
protagonista, de quien escribe la especie de diario que es el
libro y merece la pena transcribir una reflexión que él se hace
a sí mismo: "Murió en plena primavera, lo que acentuó en mi
imaginación los contrastes entre la vida y la muerte, aún
desconocidos para mí. Mientras todo el mundo se disponía en esta
ciudad a recibir el tiempo de la alegría, ella fue apagándose
poco a poco, sin querer delatar el terrible dolor que una de sus
piernas debió causarle" (Ed. Toray, 1992, p. 82-83). En "El mar
sigue esperando", de Carlos Murciano, por ejemplo, Néstor ha
perdido a su padre y este drama familiar desencadena toda la
novela.
-La belleza, la idealización: hay cierto narcisismo en el mundo
adolescente, idolatría hacia el cuerpo, búsqueda de lo bello;
pero no siempre está bien entendido y, a veces, resulta
engañoso. Por ejemplo, en "Malas tierras", de Jordi Sierra i
Fabra se observa cómo la juventud, la belleza, la energía no
pueden hacer nada contra la muerte inesperada y brutal. Otro
libro del autor, "Las chicas de alambre" incide sobre esa
enfermedad tan, por desgracia, actual que es la anorexia.
Precisamente, Carmen Gómez Ojea en "No vuelvas a leer Jane Eyre"
rompe una lanza en favor del aspecto poco atractivo en una
muchacha, que no está delgada, que no se preocupa por ello y que
le rebela cualquier imposición de la estética.
-La amistad: la amistad en la adolescencia es desinteresada,
capaz de sacrificios y de verdadera entrega. Supone el refugio
seguro para los adolescentes y la encontramos en prácticamente
todos los libros leídos. Alfredo Gómez Cerdá la idealiza en "La
casa de verano"; se muestra en todo su esplendor en "La voz
interior" o "Tiempo del olvido", de Jordi Sierra i Fabra, aunque
esta última cuenta una historia muy dura. Un muchacho va al País
Vasco en busca del asesino de su padre -un terrorista- y conoce
a su hijo, con quien comienza a tener una amistad que, y ahí
está la lección, ni el rencor ni el odio consigue romper. Otra
amistad que se establece en situación adversa es la de Pedro y
Gabi en "Cuba linda y perdida", de Mª del Carmen de la Bandera.
Se centra en la época de la guerra cubana, de la pérdida de las
colonias y cada uno de esos muchachos pertenece a un bando
opuesto, aunque son capaces, dando una lección a los adultos, de
superar esas barreras, menos importantes, sin duda, que la
dignidad del ser humano. Concha López Narváez en "El tiempo y la
promesa" narra la historia de amistad entre tres muchachos que
profesan religiones distintas y que se juran no dejar de ser
amigos nunca por ese motivo, aunque la historia, hecha por los
adultos, se empeñe en llevarles la contraria siempre.
-El amor: aparece también en toda su fuerza ese amor primero que
suele ser en término del todo o nada. "La estrella de la
mañana", de Jordi Sierra i Fabra, como "Sin máscara", de Alfredo
Gómez Cerdá son historias de amor en las que el principal
impedimento suele ser la diferencia de clases sociales, algo así
ocurre en "Endrina y el secreto del peregrino", de Concha López
Narváez. De la misma autora tenemos "Hola, ¿está María?" que es
una historia de amistad que acaba derivando en amor. Algo así
sucede en "Cinco panes de cebada", de Lucía Baquedano, donde
Muriel, joven maestra, encuentra la felicidad y el amor en un
pueblecito que, inicialmente, le pareció el peor de los
destinos. En "El cazador del desierto", de Lorenzo Silva, la
historia amorosa es crucial para entender a los dos personajes
principales, Irene y Orens.
-Desencanto: Acaso sea Jordi Sierra i Fabra quien mejor retrata
el desencanto juvenil y esa especie de huida hacia ningún sitio
que emprenden en brazos del consumismo o de las drogas. Plasma
grupos de jóvenes desocupados que han perdido la ilusión y que
no encuentran su sitio. Lo vemos en "Noche de viernes" y "Nunca
seremos estrellas de rock". Transcribimos un fragmento de esta
última particularmente representativo. Ventura, el joven
protagonista, reflexiona en los siguientes términos y en una
situación límite: "No somos la generación X.. Somos la
generación Sin Nombre, nietos de los idealistas de los 60 e
hijos de los materialistas de los 80. Es como ser un híbrido de
Peter Pan y Madonna. Estamos buscando una letra, Kurt. Tenemos
la música pero nos falta la letra" (Alfaguara, 1995, pp. 139).
Jordi Sierra i Fabra, además, toma partido y denuncia a la
sociedad que está aceptando tácitamente estas situaciones.
Denuncia el consumo de drogas de diseño en "Campos de fresas" o
la muerte de un muchacho por sobredosis en "Seis historias en
torno a Mario". Alfredo Gómez Cerdá también aborda la cuestión
lacerante de las drogas en "Pupila de águila" e, incluso
denuncia, la venta de alcohol a menores en "El negocio de papá",
o pone en solfa los principios de ciertas personas que son
capaces de acudir al secuestro en "El cuarto de las ratas" para
conseguir dinero fácil, mientras la hija sufre por la niña
secuestrada, sin saber, hasta el final, que son sus propios
padres quienes la retienen. "El otro barrio", de Elvira Lindo es
también un buena historia en torno a la frustración y falta de
oportunidades que viven muchos jóvenes.
-Disconformidad consigo mismo, búsqueda de respuestas: las
respuestas a los cuestiones que se plantean los jóvenes pueden
aparecer en la propia literatura ("Días de Reyes Magos", de
Emilio Pascual o "El tesoro de Fermín Minar", de Dimas Mas), en
la música ("Banda sonora", de Sierra i Fabra)) o en la relación
familiar y el descubrimiento de otras maneras de vivir ("Sin
máscara", de Gómez Cerdá. "Días de Reyes Magos" es una historia
particularmente hermosa, un homenaje a la literatura y un viaje
iniciático de Uli -el Ulises que vuelve a casa- que está
desorientado en la vida y que necesita respuestas. Su padre, una
amiga, su madre, la profesora de literatura se alían para
organizarle un decorado perfecto que a Uli le sirva para
afianzarse en su propia autotestima. Se trata de una lección de
amor... y de literatura. "Cero a la izquierda", de Andreu Martín
muestra cómo Héctor, un estudiante modelo, va decayendo y
perdiendo, paulatinamente, su autoestima para quedar a merced de
oportunistas sin escrúpulos.
-El estudio y los centros de enseñanza: resulta lógico que en
estas novelas los institutos, academias y centros de enseñanza
sean importantes porque es donde se mueven los jóvenes muchas
horas al día. "El tesoro de Fermín Minar", de Dimas mas es un
caso extremo; aquí el joven protagonista ha suspendido y un
profesor particular, Laguna, es el encargado de descubrirle que
la lengua y la literatura encierran un tesoro impagable. En "Así
es la vida, Carlota" de Gemma Lienas, parte de la trama se
desarrolla en un instituto; como en "Con los ojos cerrados" o
"Sin máscara", de Alfredo Gómez Cerdá y también "El cazador del
desierto", de Lorenzo Silva. Algo más antigua y vetusta es la
academia en la que estudia el adolescente de "Yo, Robinsón
Sánchez, habiendo naufragado". Las relaciones entre alumnos y
profesores aparecen bien dibujadas, a menudo hay una cierta
crítica al sistema educativo, aunque también se presentan
modelos de profesores con vocación, como la Chirri de "Con los
ojos cerrados". En "La segunda persona", de Pilar Mateos, se
hace una reflexión espléndida. Ha habido un cambio de papeles
entre Miguel, el adolescente y Mariano, el adulto y, por un
azar, cada uno se muestra con el aspecto del otro. Pues bien,
Miguel -ahora con el alma de Mariano- se da cuenta de la pérdida
de tiempo que supone no atender en clase y de la pérdida de
oportunidades que eso también supone, aunque intuye, en su
propia piel, por qué ocurre eso: "Mariano no entendía que
malgastaran su ración de tiempo en bromas ingenuas y charlas
intrascendentes, desperdiciando las contadas oportunidades que
proporciona la vida, aunque sentía, ciertamente, que él también
compartía su misma inquietud física, idéntico desasosiego por
encontrarse cuanto antes en libertad, al otro lado de las
paredes" ( Edelvives, 1993, pág. 119).
-Otros: dado lo limitado del espacio, sólo queda comentar que
son muchos los temas y aspectos que aparecen en la literatura
juvenil y que preocupan a los adolescentes. Por ejemplo, no son
infrecuentes las reflexiones en torno a Dios o al por qué de la
existencia. También encontramos muchos momentos de rebeldía,
críticas hacia la sociedad y una petición de compromiso ético
por parte de la misma (lo vemos muy claro en la producción de
Jordi Sierra i Fabra, citemos sin ir más lejos "Un hombre con un
tenedor en una tierra de sopas"). Otro tema escabroso que se
maneja es el de los malos tratos, presente de forma clarísima en
"Anoche hablé con la luna", de Alfredo Gómez Cerdá, en donde la
joven Luz sufre abusos por parte de su padre. Encontramos
también la continua reflexión en torno a la igualdad de
oportunidades para chicos y chicas. "Sissi no quiere fotos", de
Paco Climent, ambientada a finales de S. XIX, ya muestra a
Leticia, una periodista en un mundo de hombres y las
dificultades por las que ha tenido que pasar para hacerse un
sitio en su trabajo.
Evidentemente, son frecuentes las referencias a los gustos y
aficiones de los jóvenes -la música, el cine, el deporte...-,
así como los lugares de reunión -discotecas, bares...-. No menos
importante es el aspecto exterior por el que, demasiado a
menudo, se juzga a los jóvenes y se da una opinión sin tener en
cuenta nada más y eso es también un aspecto que se reivindica en
los libros trabajados. Y, de manera especial, y de eso
hablaremos en otra ocasión, encontramos las relaciones
familiares, con los padres y las madres, no siempre fáciles.
VI. MODELOS DE JÓVENES
Aunque sea apresurado, ya que haría falta una mayor exposición y
análisis, podemos aventurar distintos modelos de jóvenes que son
el equivalente a la realidad:
-el chico o chica solitaria, que se inhibe porque no se
encuentra a gusto en su mundo y que reclama una parcela de
atención (algunos personajes de Alfredo Gómez Cerdá).
-el chico desencantado, rebelde sin causa, que va a bandazos por
la vida (algunos de Sierra i Fabra).
-el chico que rompe con los esquemas para hacerse oír, que se
esfuerza, que se supera día a día para demostrar hasta dónde
puede llegar (muchos de Jordi Sierra i Fabra son así).
-el chico sensible, comprometido con la historia, con afán
solidario y de superación personal (muchas de las historias de
Concha López Narváez los reflejan).
-encontramos, de forma ya más estereotipada, otros modelos como
podría ser el chico con espíritu aventurero que en su propia
vida encuentra todo tipo de momentos apasionantes como es
Flanagan, el detective creado por Andreu Martín y Jaume Ribera.
En definitiva, nadie dice que ser joven sea fácil, al contrario.
Así lo resume Pilar Mateos en "La segunda persona": "A la
juventud se la canta y se la teme. Se la sueña. Y para eso está
bien la juventud, para soñarla" (pp. 168).
VII. EL FUTURO
La literatura juvenil es una literatura abierta, en perpetua
evolución, que se proyecta hacia el futuro, pero que enlaza con
el pasado, prueba de ello son las novelas históricas a las que
hemos aludido. Son, a menudo, historias de iniciación en las que
importa la capacidad del joven para aprender, para superarse,
para adaptarse, pero sin desdeñar sus propias opiniones, sus
puntos de partida, sean familiares o sociales. En general, los
personajes con los que nos hemos topado no son figuras planas,
sino redondas, llenas de recovecos y densidad humana. El mensaje
que nos dejan entrever los distintos autores y autoras, también
haciendo abstracción, suele ser positivo y esperanzador. No
quieren, no queremos, que el adolescente sea algo así como un
"bicho raro", incomprensible, ajeno, impenetrable.
La literatura juvenil es, por decirlo así, un puente levadizo
entre los jóvenes y los que ya no lo son, pero que recuerdan esa
etapa de su vida y que no se sienten ajenos a la misma.