Si no te fuiste ayer
no podrás marcharte siempre,
sino sólo hoy, que ya no estás.
Un silencio de sangre
me hiere si no existes,
y así no existo yo
que habito en el tampoco.
Aún voy por el gerundio de tu adiós
despidiendo al presente que no acaba,
y acabándome voy
de adiós en despedida,
en el bis-a-bis
de mi lágrima y tu espalda.
O la verdad o yo, dijiste,
pero yo te quise a ti
sin tus mentiras,
y no encontraste medios
entre los tuyos
para dar la más óptima
selección de ti mismo.