Arturo Barea (1897-1957) vivió muy de cerca los hechos
anteriores y simultáneos a la contienda nacional, lo cual se
advierte en su trilogía "La forja de un rebelde", hasta hoy su
obra más conocida, popularizada por una serie televisiva hace
algunos años.
Precisamente fue la Guerra Civil la que marcó su quehacer
humano, profesional, artístico y literario. Barea se sintió,
como tantos otros españoles de la época, atraído por la causa
republicana. Como hombre de su tiempo adoptó un papel activo
ante los desastres que le tocó vivir. Su posición es,
fundamentalmente, la de un testigo que refiere los episodios que
sufrió, ya sea de forma directa o indirecta; pero no se conforma
sólo con esto, sino que, en muchas ocasiones, adopta una postura
de marcado signo comprometido, al defender su ideología
republicana. Por todo ello, Arturo Barea es uno de los
escritores que tuvo que partir al exilio.
"Valor y Miedo" (1938) es un compendio de narraciones breves
unidas temáticamente por el hilo conductor que es la Guerra
Civil española. La integran veinte relatos que pueden
considerarse verdaderas crónicas literarias e, incluso,
periodísticas de su tiempo. A pesar de su número, relativamente
extenso, presentan una uniformidad no sólo en cuanto a
contenido, sino también en cuanto a forma.
I. ESPACIO
Todos los relatos suceden en un espacio real y fácilmente
localizable. Esto es así porque Barea vivió la guerra en la
capital española, Madrid, y escribe sobre lo que conoce bien.
Así, podemos encontrar descripciones de zonas agrícolas, de
calles y de barrios madrileños. Por ejemplo, nos habla de
Vallecas, de Carabanchel, de Argüelles: "De esta corriente
emigratoria nació Vallecas. No se puede saltar de un pueblo de
barro, perdido en la meseta, a la capital. Los emigrantes se
paraban en las puertas de Madrid y allí acampaban, tomaban
fuerzas y planeaban el asalto. Así, Vallecas, en principio, fue
un grupo de ventas de arrieros. Después, un grupo de barracas de
latas y maderas viejas..." ("Proeza", V, pág. 23).
Del mismo modo menciona la Puerta del Sol, la calle Mayor, la
calle de Correos (IX, "Juguetes", pág. 43) o la calle de Jesús y
Mará, junto a la Plaza del Progreso (X, "El sargento Ángel",
pág. 49).
No obstante, también suele detenerse a describir interiores.
Debemos precisar que Barea no inventa nada: sus espacios son
perfectamente definidos y reales. De este modo, en "Refugio" nos
describe, precisamente, el espacio que da título al cuento: "Era
la cueva de una taberna habilitada para refugio. Se veían en los
rincones barriles mohosos montados sobre banquillos de madera
tapizados de telarañas. Adosado a la pared había un grifo sin
pila. Daba fe de las manipulaciones del tabernero para aumentar
sus ganancias. Había un embudo grande con el pico hacia arriba,
mirando al techo como un pájaro curioso de cuello sucio. Había
bombonas de cristal en fundas de esparto. Y un olor pesado a
humedad y a mosto. En el piso de cemento se pegaban los pies
sobre las manchas pringosas" (XV, pág. 71).
En "Piso trece" nos habla de un piso bombardeado durante la
guerra y en "Esperanza", entre otros posibles ejemplos, nos
sitúa en el lugar donde un hombre y una mujer llevan muchos días
trabajando: la telefónica madrileña.
II. TIEMPO
En "Valor y Miedo" el tiempo se presenta de dos formas:
a. tiempo novelesco objetivo y, por tanto real. Equivale a la
acción vivida.
b. Tiempo psicológico e interior, que resulta de la conciencia
de cada personaje.
Un buen número de estas narraciones cortas son perfectamente
localizables en un tiempo real. De ahí el interés que tiene
Barea en subrayar las fechas en que sucedieron los hechos.
Podemos tratar de aclararlo con algunos ejemplos concretos:
.en el relato II, titulado "Servicio de noche", el autor
comienza por advertir que se trata de un episodio histórico que
él ha visto con sus propios ojos y que, además, es conocido por
todos los corresponsales de guerras extranjeras que estaban en
Madrid en noviembre de 1936. El suceso que relata rememora el
episodio del bombardeo de la capital.
.en el relato V, "Proeza", leemos al principio: "El 20 de enero
de 1937, aproximadamente a las once de la mañana, volaba sobre
Vallecas una escuadrilla de trimotores fascistas. Bombardearon
el pueblo al pasar" (pág. 23).
En esta narración se mezcla el tiempo real con el tiempo
cotidiano o narrativo de los personajes. El protagonista anónimo
del relato había ido, como todas las mañanas, al mercado central
madrileño. Y al volver a casa se encontró con las consecuencias
de ese 20 de enero de 1937: "El mismo, me ha contado la
historia, sentado a la cabecera de la cama del niño que me
miraba con sus ojos oscuros muy abiertos. El padre se llama
Raimundo Malanda Ruiz. La madre se llamaba Librada García del
Pozo. Las ruinas de la casita herida por siete bombas conserva
aún el número 21 de la calle Carlos Orioles en Vallecas. El
avión era un trimotor junker alemán. Los asesinos no tienen
nombre" (págs. 25-25).
.en otras ocasiones, mediante el procedimiento de la antítesis,
nos contrapone una situación determinada anterior a julio de
1936 con otras sucedidas con posterioridad a la fecha. Lo
podemos ver en el relato VI, "Carabanchel": "El camino de
Carabanchel, era eso: una ruta de luz y alegría. El camino de
Carabanchel, hoy es esto: una ruta de lucha y sangre" (pág. 36).
Lógicamente, en un mismo relato en el que el tiempo es el
principal condicionante, también encontramos, de una manera
velada o subyacente, otro tiempo de marcado signo literario. Nos
referimos al tiempo narrativo que, en "Valor y Miedo", suele ser
rápido, en ocasiones precipitado e, incluso, caótico. Lo notamos
en el relato II, "Servicio de noche": "En aquel momento estalló
la alarma. Las sirenas montadas sobre motocicletas, atravesaban
a toda velocidad la Gran Vía. Las explosiones de éstas se unían
al zumbido ululante de aquéllas. Como fondo, el ruido pesado de
los trimotores junkers sobre la ciudad" (pág. 13).
Son tan caóticas estas situaciones que, a veces, las personas
pierden por completo la noción del tiempo: "Función de guerra.
Llevaban días y noches durmiendo a ratos, sosteniéndose con
bocadillos, tazas de café espeso y tragos de coñac. Llevaban
días sin desnudarse, sin mudarse de ropa, sin lavarse. Días de
tensión máxima en que los junkers volaban sobre el edificio
queriendo destruirle" (XIX, "Esperanza", pág, 85).
III. PERSONAJES
Los personajes de Barea son seres reales que carne y hueso con
los que nuestro autor pudo tropezarse alguna vez en la calle. No
se trata de tipos literarios, sino de personas con todo lo que
el término conlleva; de ahí que intente esconder su verdadera
identidad para evitar problemas: "Este es un episodio histórico.
Lo he visto (...). Lo único que no es exacto es el nombre de la
heroína. No me atrevo. Podría, a sabiendas, causar un
perjuicio..." (II, "Servicio de noche", pág. 11).
Los protagonistas "anónimos" de estas narraciones son tipos
populares: ancianos, mujeres, niños, agricultores, militares con
o sin graduación, taberneros, prostitutas, barrenderos...: "Las
mujeres se ofrecen en el quicio de las puertas y paseando el
reducido trozo de la calle. Acuden a este zoco de carne humana
los mercaderes más heterogéneos: soldados de cara pueblerina,
viejos rijosos, borrachos y chulos pobres que van a la caza de
las menguadas pesetas de la venta y a ver si por casualidad cae
un "payo" que lleve billetes" (X, "El sargento Ángel", págs.
49-50).
Barea se refiere a los tipos humildes y desgraciados, a los
tipos ricos o poderosos ya que, nos parece observar que
identifica la causa republicana con el pueblo y la causa
fascista con los tipos más encumbrados de la sociedad. En
"Refugio" nos encontramos con este hipótesis. Una vieja dice:
"Hijo, yo de la guerra no entiendo. Pero ¿por qué matarse? Con
lo sencillo que hubiera sido todo. Siempre ha habido ricos y
pobres. Yo soy vieja y he visto el mundo. Cuando los señores y
hasta los curas están con ellos, algo tendrán de razón" (pág.
72).
IV. PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS
En "Valor y Miedo", al lado de la descripción y la narración,
aparecen unos diálogos llenos de frescura y lozanía. Son
diálogos sacados del pueblo, de esas gentes que vivían la guerra
y en la guerra. En Barea, pues, el diálogo no es un artificio
literario, sino, dentro de la corriente behaviorista, el
documento verídico y, a menudo, aterrador de la comunidad
española que sufría los horrores bélicos.
Veamos un par de ejemplos de estos diálogos coloquiales
construidos desde el español más castizo; pero llenos de
energía:
.entre un tabernero y su parroquiano:
"-¿Qué te pasa, te has caído?
-No, me he dado un golpe.
-Pues mira, has rebotao tres veces.
-Bueno, hombre, ya está bien.
-No le hagáis caso. Esos chichones son de los obuses" (XIV, "Los
chichones", pág. 67).
.entre el propio autor y un soldado, al cual le han matado una
mosca que era su única compañía:
"-¿Qué te pasa?
-Si te lo cuento te ríes y de esto no dejo reírse a nadie, ni a
mi padre.
-Pero, ¿qué te pasa, hombre?
-Mira, tú puedes reírte, pero esto para mí es serio, muy serio.
Esos cabrones han matado la mosca.
-¿La mosca?" (XII, "La mosca", pág. 60).
En "Valor y Miedo" también suele aparecer una especie de
"mono-diálogo" en boca de algún personaje que, de este modo, se
dirige a su auditorio sin esperar ninguna respuesta, sólo para
contar sus experiencias y desahogarse. Lo vemos en "Bombas de la
huerta", relato IV, donde un campesino explica al autor los
efectos de un bombardeo, o en "Los chichones" donde un pobre
hombre cuenta "al grupo sus andanzas por la Sierra".
Arturo Barea, a veces, recurre al monólogo interior lógico y
ordenado, desde la primera persona, para recordar su pasado. En
"Juguetes", un vendedor subnormal de juguetes le permite
rememorar, en una especie de tempo lento, un episodio de su
infancia: "Las raíces tienen origen en mi infancia. Iba yo de la
mano de no sé quién. Me quedé mirando la pelotita flotante de
colorines. Resistí la tracción de la mano que me conducía,
situándome frente al juguete. Era un tubito de hojadelata
rematado por una espiral de alambre en forma de copa. Al soplar
por el tubo, una pelotita diminuta flota y gira en el aire
cayendo en la copa cuando el soplo se interrumpe. Exigí la
entrega inmediata de aquel juguete y me lo compraron. Entonces
me fijé en el vendedor. Su visión me hirió la imaginación y el
choque ha perdurado toda mi vida" (pág. 43).
No obstante, a Barea no le interesan demasiado las innovaciones
técnicas prefiere utilizar una narración lineal y sencilla que
le permita conectar con sus lectores de forma directa y eficaz.
Así, suele adoptar la postura del narrador testigo, aunque a
veces se convierte en el narrador protagonista. No obstante,
Barea nunca es el narrador omnisciente, pese a la tercera
persona narrativa que es la más frecuente. Más bien es un
periodista que circula por las calles y anota en su cuaderno
todos los sucesos que le chocan o le causan pesar. De ahí que
también haya constantes intromisiones de Barea en el relato:
"Mientras miro yo la rana, el viejo, el dueño de la huerta, me
explica" (IV, "Bombas en la huerta", pág. 19). "La muchacha me
ha hecho pasar dentro a la portería" (XVI, "Héroes", pág. 75).
Las páginas de "Valor y Miedo" nos traspasan de una ironía
amarga y resabiada. Barea no puede comprender el motivo de la
guerra y por eso nos presenta a unos personajes normales que
sólo desean la paz. A veces, estos héroes anónimos, entre el
valor y el miedo, viven unas situaciones casi surrealistas que
le permiten ironizar a Barea de una manera tierna, dolorosa y
solidaria. En "Coñac", sin ir más lejos, Don Manuel se
emborracha para escapar del miedo porque una noche vivió un
bombardeo sin que su mujer, que dormía a su lado, se enterase de
nada. Al hablar de Brunete, por ejemplo, también aflora la
ironía: "Brunete ha adquirido de golpe un renombre en Madrid, en
España y en el mundo. Nunca fue nada importante Brunete, y ahora
menos porque sólo es ya un montón de ruinas. Raro destino el de
este pueblo. Vivo, era desconocido. Queda de él sólo su laguna,
un charco sucio, y un grupo de casas de adobe deshechas" (XI,
"Las Manos", pág. 57).
V. LENGUA Y ESTILO
El estilo literario de Arturo Barea está caracterizado
esencialmente por la sencillez y concisión. En sus páginas no se
da un retoricismo literario que, por otra parte, no sería propio
de la forma narrativa corta que emplea.
Una de sus constantes podría denominarse "flash" literario, ya
que consiste en el esbozo breve y esquemático de una idea
determinada. Más que describir ampliamente nos sugiere conceptos
que, posteriormente, serán ampliados por el lector. Así,
notamos, como ya venimos diciendo, un paralelismo evidente entre
esta forma de creación literaria y el estilo periodístico. En
este sentido, podemos afirmar que sus relatos cortos son una
especie de crónicas de guerra. Veamos un ejemplo. En el segundo
relato, "Servicio de noche", habla del bombardeo de Madrid y
escribe: "Fuera, seguía el zumbido de los aviones. Las
explosiones se multiplicaban sobre el centro de Madrid. Los
junkers, van y vienen, suben bajan. Parece que envuelven la
Telefónica. Saltan las ventanas en cachos. Entran oleadas de
humo acre que invaden, lentas, la sala. Se interrumpe la
conferencia con París" (pág. 14).
Pero, "Valor y Miedo" no son sólo una serie de artículos
periodísticos de interés humano, sino que sus páginas destilan
un criterio literario sencillo, pero al que se llega a través de
un proceso muy elaborado.
El tiempo verbal más empleado es el pretérito, en sus formas de
pretérito imperfecto e indefinido. También destaca el uso del
presente , curiosamente, la ausencia casi total y pavorosa del
futuro. Se vive en el caos y más vale no pensar en el futuro, no
hacerse esperanzas.
Como observador de la realidad, el autor la refleja mediante
sustantivos concretos, los más adecuados para esta situación,
prescindiendo, casi totalmente de los sustantivos abstractos. El
uso del adjetivo es escaso, debido, principalmente, a que
predomina el estilo sobrio, en el que incidiría negativamente el
adjetivo ya que recargaría, en este caso de forma innecesaria,
la acción. Por otra parte, predomina más la narración que la
descripción, lo cual justifica la parquedad en el uso del
adjetivo.
En "Valor y Miedo" destacan las frases cortas y una sintaxis
sencilla. Barea es un artífice de la coordinación y de la frase
breve, sentenciosa, esquemática y lapidaria. Hay poca
subordinación, lo cual le permite narrar con agilidad y rapidez
todos los sucesos que componen el libro.
Las narraciones de Barea llegan o podrían llegar al gran
público. En principio, su léxico es sencillo, ya que utiliza un
buen número de vulgarismos y coloquialismos en consonancia con
sus personajes. A simple vista parece que a Barea le interesa
más el contenido que la forma, sin embargo, si rastreamos a un
nivel más profundo, veremos que, tras ese lenguaje coloquial y
castizo, se esconde un dominio sorprendente de la retórica
castellana. Podemos encontrar, en una rápida aproximación,
figuras que oscilan desde la aliteración "... oyendo silbar el
obús segundos después y sintiendo sus explosiones", "Piso
trece", pág. 81), hasta la paranomasia ("... un aguardiente
infernal que su única calidad era la cantidad de agua", en "El
sargento Ángel", pág. 29), pasando por el oxímoron ("La reta
salió proyectada contra la pared, sonó su golpe blando...", en
"Carabanchel", pág. 35) y toda una serie de comparaciones,
enumeraciones y personificaciones, por citar las más destacadas.
VI. CONCLUSIONES
En el estudio anterior, de una forma muy condensada, han quedado
esbozadas algunas de las constantes de Barea en "Valor y Miedo".
Queda añadir que todos sus relatos presentan una uniformidad
estructural; esto es, se empieza con el plano espacial o
temporal, se habla de los personajes y de la anécdota que forma
el episodio y se concluye de una forma un tanto lapidaria,
sentenciosa o moralizante. Los finales de estas narraciones
están llenos de una especie de moral laica o humanista. Barea, a
través de la descripción de ciertas situaciones adversas, nos
quiere dar a entender que tras la guerra, con todo su aparato de
bombas y explosiones y deshumanización, hay una serie de
personas que luchan por salir adelante. De ahí el título: el
valor de los seres humanos al seguir viviendo, enfrentadas al
caos y a la desgracia, y el miedo ante el vacío y el horror que
eso les provoca.
La ideología de Arturo Barea aparece resumida de forma implícita
en el último relato titulado "Plaza de España" y que alude al
monumento de Cervantes instalado en la plaza madrileña. Es el
relato que le da unidad al libro. Nos habla de Sancho y de
Quijote como las dos vertientes de la vida humana. Cervantes,
con ellos, nos muestra que los hombres de distinta ideología y
carácter pueden necesitarse, pueden llevar a cabo una tarea
común y pueden, al fin, ser amigos.
Barea, pues, intenta hacer lo mismo que Cervantes y se pregunta
por qué deben enfrentarse los hermanos en una lucha absurda y
despiadada, si pertenecen a una misma raza y tienen unos mismos
intereses. Barea, en plena desazón y en pleno cataclismo
nacional, eleva un canto a la vida, a la esperanza, a la
fraternidad. Por eso nos acerca a la pareja más solidaria que
una mente humana jamás pudo imaginar, Sancho y Quijote: "Y las
cuatro sombras de bronce, síntesis de España, se yerguen con la
bola del mundo detrás, amparada por ellos. Avanzan sin miedo y
sin tacha frente al invasor. Aquí en la Plaza de España, regada
de obuses, se han quedado solos. Don Quijote y Sancho Panza. Yo
he venido esta tarde a hablar con ellos. Estoy en la Plaza de
España. Detrás tengo la bola del mundo que confía en mí,
español, mezcla de Quijote y Sancho. ¡Y me siento de bronce!"
(pág. 90).
Esta colección de cuentos merece, en definitiva, ser reeditada.
No sólo "Valor y Miedo", sino el resto de la obra de Arturo
Barea, un autor poco conocido, que haríamos bien en leer.
VII. BIBLIOGRAFÍA
-AMORÓS, Andrés: "Introducción a la novela contemporánea",
Madrid, Cátedra, 1974.
-BAQUERO GOYANES, Mariano: "Estructuras de la novela actual",
Barcelona, Planeta, 172.
-BAREA, Arturo: "Valor y Miedo", Madrid, José Esteban Editor,
1980.
-CASTAGNINO, Raúl H. : "El análisis literario (Introducción a
una estilística integral)", Buenos Aires, Nova, 1971.
-VILLANUEVA, Darío: "Estructura y tiempo reducido en la novela",
Valencia, Bello, 1977.