"¿Acaso alguno vio jamás que nace
del águila feroz triste cuclillo,
nocturno búho o palomita tierna?" Ignacio de Luzán
El neoclasicismo, manifestación poética y artística del siglo
XVIII, no coincide completamente con límites estrictos del
tiempo histórico. El siglo del neoclasicismo empieza realmente
en 1737, cuando Luzán publica su Poética, y termina en 1783, al
llegar -por medio de sus desterrados políticos- los aires
románticos que soplaban en Inglaterra y Alemania.
El neoclasicismo busca su equilibrio exclusivamente entre la
razón y la verdad. Y desdeña en absoluto el sentimiento y la
imaginación. Y como la razón es fría -y deriva fatalmente en el
racionalismo- y como la verdad no admite adornos -y deriva
fatalmente en una sequedad expresiva-, el neoclásico fue seco -o
escueto- y frío.
Ignacio de Luzán Claramunt de Suelves y Gurrea nació en el seno
de una familia noble en Zaragoza el 28 de marzo de 1702, y fue
llevado por su familia a Barcelona, donde quedó huérfano en
1706, y al amparo de su abuela, y después de un tío eclesiástico
que le llevó a Mallorca en 1715 y en cuya compañía visitó
Italia. Aprendió el italiano, comenzó los estudios de latín y
retórica, además del inglés y el alemán. Se graduó de doctor en
Derecho en la Universidad de Catania (1727). Dos años después
muerto su tío, volvió a Nápoles en donde vivió hasta 1733, en
que volvió a España. Habitó en Monzón, pasando temporada en
Huesca. Se le nombró miembro honorario de la Real Academia
Española (1741) y después académico de la Historia y de la de
San Fernando. Secretario de la embajada de España en París
(1747-1750) y fundador de la Academia del Buen Gusto, ocupó
varios cargos políticos y fue tesorero de la Real Biblioteca.
Después de ser admitido por la Academia de Buenas Letras de
Barcelona, murió en Madrid el 19 de mayo de 1754.
En 1737 se publicó la primera edición de La poética o reglas de
la poesía en general y de sus principales especies. Luzán
consideraba, en general, a nuestro siglo XVII como de decadencia
y de corrupción literaria respecto al siglo XVI, atacando a
Góngora y al culteranismo y conceptismo. Respecto al teatro
nacional es curioso que el mismo autor recortó algunos juicios
que podían parecerle demasiados elogiosos al avanzar el siglo,
en la segunda edición de su Poética que dejó preparada, y se
publicó después de su muerte.
Fue su obra, la Poética, la que introdujo en España las ideas
del neoclasicismo. Inspirada en el tratado Della perfetta poesia,
de Muratori, recoge las influencias francesas de Boileau, Lamy,
Rapint, etc., y divide sus materiales en cuatro partes o libros
que hablan del origen, progreso y esencia de la poesía; de su
utilidad y deleite; de su fin; de la poesía dramática (tragedia
y comedia) y de la poesía heroica y la lírica. No fue inmediata
su influencia, es más, fue probablemente la segunda edición
preparada en 1789 con importantes modificaciones por su hijo, la
que actuó como base firme del neoclasicismo que por entonces
comenzaba a declinar.
Luzán describe la belleza, fin de la poesía, como "una luz y
resplandor de la verdad que, iluminando nuestra alma y
desterrando de ella las tinieblas de la ignorancia, la llena de
suavísimo placer". En tal definición utilitarista se basaría la
estética del setecientos. La poesía, según Luzán, no es sino
imitación de la naturaleza para la utilidad y deleite de los
hombres. Para Luzán, el fin de la poesía era el mismo que el de
la filosofía moral, sino que expuesto con cierta amenidad y con
rigurosa musicalidad concertada. Si la poesía no alecciona, no
tiene razón de existir, porque la moral es la única verdad.
Luzán cree que la imitación es el género de la poesía. Las artes
tienden a la imitación. El verso es solo un instrumento. En el
objeto de la poesía y de la imitación poética admite los tres
mundos de Muratori, el celestial, el humano y el material, con
lo cual no se reduce el campo amplio del poema. En la estética
de Luzán influye especialmente Muratori, aunque no faltan las
huellas de L’Art Poétique de Boileau.
Como poeta, Luzán es muy inferior a su obra estética. Podemos
citar algunas anacreónticas, algún romance burlesco, sonetos
-entre ellos algunos traducidos del italiano-, la razón del
Pange Lingua, la canción A la conquista de Orán y El juicio de
París, fábula épica dedicada a la entrada de Fernando VI en
Madrid en 1746. Tras su regreso de Francia, publicó Memorias
literarias de París, que trata sobre la literatura y el teatro
del momento. Fue también traductor de obras italianas y
francesas, como La razón contra la moda, de Nivelle de la
Chaussée, y escribió una comedia, La virtud coronada. Luzán
admite la teoría de las tres unidades por las que debe regirse
el teatro. Finalmente citaremos otras obras suyas, tales como,
Diario de los Literatos de España, Retórica de las
conversaciones, Tratado de ortografía española y Método breve
para enseñar y aprender las lenguas.
Lo que Luzán hubiera querido era lo que modernamente hubiésemos
llamado europeizar la literatura española, darle cierta
uniformidad con la italiana, principalmente, y con la francesa,
que había estudiado. En este concepto, puede calificársele de
precursor. Cuando menos, predicó el buen gusto, el sentido
común, y atacó la audacia ignorante de los malos escritores.
Fue, en suma, un hombre de talento y de vasta cultura.
La Poética de Luzán decidió decisivamente la culminación del
nuevo estilo, pese a la opinión de Leandro Fernández de Moratín,
que decía que "celebrada de los muy pocos que quisieron leerla y
se hallaban capaces de conocer su mérito, no fue estimada del
vulgo de los escritores".