"Cree en un maestro -Poe, Maupassant,
Kipling, Chejov- como en Dios mismo." Horacio Quiroga
El primer gran prosista del criollismo fue el uruguayo Horacio
Quiroga, que, aunque nacido en Uruguay, es un adelantado de la
literatura argentina y se le considera como maestro de
narradores y uno de los cuentistas más destacado de la América
Hispana.
Horacio
Quiroga nace el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. En
1897 publica sus primeras colaboraciones en medios
periodísticos. En 1900 viaja a París. Había ya publicado algunas
obras cuando se fue como fotógrafo, acompañando a Leopoldo
Lugones, a la región de Misiones, situada al nordeste de la
Argentina. Allí conoce a los hombres y el ambiente que
inspirarían sus grandes cuentos. La vida era dura; los hombres
recios y podía ocurrir lo más imprevisible; la selva y sus
animales acechaban constantemente. Quiroga transmitió, con sus
excepcionales dotes de cuentista, la tensión de una vida en la
que la muerte está siempre presente.
En 1906 publica su relato Los perseguidos, un adelanto de lo que
después se conocería como literatura psicológica. Tres años más
tarde se casa con Ana María Cires. En 1911 es nombrado juez de
paz. En 1917, publica Cuentos de amor, de locura y de muerte y
en 1918, Cuentos de la selva. En 1927 se casa con María Bravo.
Su vida pareció estar perseguida por un sino fatal que sembró de
muertes trágicas su entorno familiar. Cuando contaba con dos
meses muere su padre al disparársele accidentalmente su
escopeta. En 1891 se suicida su padrastro, con una escopeta. En
1902, Quiroga mata accidentalmente, con una pistola, a su amigo
Federico Ferrando. En 1915 se suicida su primera esposa Ana
María Cires. También se suicida su maestro Leopoldo Lugones, y
Alfonsina Storni por quien sostuvo una profunda pasión. El 19 de
febrero de 1937 Horacio Quiroga, aparece muerto en un hospital
de Buenos Aires, por ingestión de cianuro poco después de
enterarse que sufre cáncer de próstata. En 1939 se suicida su
hija Egle y poco años después, su hijo Darío, haría lo mismo.
Ese sino trágico y la bárbara naturaleza de la selva, con su
retahíla de "amor, locura y muerte" -como hemos visto que titula
uno de sus libros de relatos-, presiden su obra, cuyos
protagonistas son a veces animales, o en caso de humanos,
resultan dominados por las fuerzas de la naturaleza. El último
rasgo característico de su estilo, una imaginación impregnada de
misterio, le convertirá en exponente de la literatura
fantástica: Maupassant, Poe, Kipling y Chejov son los maestros
en los que cree "como en Dios mismo".
Se inició en el modernismo, influido por Leopoldo Lugones, con
Arrecifes de coral (1901), obra que mezcla prosa y verso.
Posteriormente escribió novelas como Historia de un amante
turbio (1908) y Pasado amor (1929). No obstante, su género
principal fue el cuento, donde se advierte, sobre todo al
principio, la influencia de las narraciones de misterio y terror
de Edgar Allan Poe.
Sus numerosos cuentos, superiores sin lugar a dudas a algunos
versos, dos novelas y un drama, fueron recogidos en varios
volúmenes: Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917),
Cuentos de la selva (1918), El Salvaje, Anaconda (1921), El
desierto (1924), Los desterrados (1926) y La gallina degollada y
otros cuentos. Aunque cultiva otras vetas, la humorística, por
ejemplo, predominan en calidad aquellos relatos donde la
enfermedad, el fracaso, las frustraciones, las alucinaciones y
el terror a algo inconcreto y sobrenatural forman el motivo
desencadenante: una veces será la tragedia de un amor imposible
e impuro (La muerte de Isolda); otras, el tema morboso y
alucinante de una madre que prostituye a su hija (Una estación
de amor); o cuatro hermanos anormales que matan a su única
hermana normal repitiendo una escena que acaban de ver (La
gallina degollada), o el hombre devorado por las hormigas
carnívoras (La miel silvestre), o el padre que sueña con la
muerte de su hijo que terminará cumpliéndose en las
circunstancias prescritas por el sueño. Con su último libro, El
más allá, Quiroga hace una incursión en el campo de la ficción
para ofrecer visiones de ultratumbas, actos telepáticos, etc.
Sus Cuentos completos fueron publicados en 1956 en Buenos Aires.
Su obra, repleta de horror, locura y violencia, se caracteriza
por su crudo realismo y por la observación de la conducta humana
en situaciones extremas.
En Decálogo del perfecto cuentista expone Quiroga sus ideas
respecto del cuento como unidad nacional y señala sus modelos
favoritos, al tiempo que nos dejó dicho: "Ten fe ciega no en tu
capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas.
Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón". .