Llamado también Zaratustra, fue el gran reformador, el creador
de una religión original cuya influencia se extendió a través de
los tiempos hasta el punto de no hallarse extinguida y haber
influido sus principios en el pensamiento filosófico moderno.
Zoroastro apareció hacia el siglo VI a. de J.C. Era filósofo, y
encontrándose un día meditando a la orilla de un río, un
espíritu lo arrebató hasta llevarlo a presencia de Ahura Mazda,
el Creador. Este le indicó la doctrina que debía predicar a los
fieles y le enseñó el secreto de los principios de la Verdad.
Zoroastro obedeció y volvió al mundo, pero nadie hizo caso de
sus palabras y comprendió que todos sus esfuerzos serían
inútiles si no contaba con el apoyo de un soberano fuerte y
entusiasta. Sólo cuando pudo convencer al príncipe Victapsa, su
doctrina y sus palabras fueron escuchadas.
Este tuvo que atender a Zoroastro, puesto que, habiéndole
exigido un prodigio, el filósofo mandó que apareciera un árbol
en el salón del palacio, y en un momento surgió un frondoso
cedro cuyas ramas no cabían en la estancia.
La doctrina de Zoroastro se funda en la existencia de dos
principios, dos potencias eternamente en lucha, implacables y
enemigas: Ormuz, el creador del Sol de la Luz y de la Bondad,
rodeado siempre de seis ministros que simbolizan la santidad,
los pensamientos nobles, los buenos consejos, la inmortalidad,
la generosidad y la virtud.
Innumerables genios del bien ayudan a los seis ministros. Ariman,
el genio del mal, rodeado a su vez de varios ministros que son
el furor, la ambición, la venganza, etc. El dios de las
tinieblas sólo piensa en combatir a Ormuz, diseminando el mal
entre los hombres. El Universo entero no es más que el escenario
de la lucha eterna entre Ormuz y Anman. El hombre es un soldado
más en este grandioso combate que no terminará hasta el fin de
los siglos.
Zoroastro esbozó la Historia del Mundo en cuatro períodos de
tres mil años cada uno: En el primero, Ormuz y Ariman se
enfrentan y comienzan a luchar. En el segundo, Ormuz crea el
cielo, la tierra, los animales, etc., mientras Ariman crea el
reino subterráneo de los monstruos y las tinieblas. En el
tercero, al llegar a la mitad de la Historia, aparece Zoroastro
que enseña la Verdad. En el cuarto, las luchas se recrudecen con
la aparición del dragón Dahaka y del segundo salvador llamado
Keresaspa y luego Saoszan, los cuales, con Zoroastro, serán los
definitivos salvadores de la Humanidad. Entonces Ariman será
vencido definitivamente y los muertos resucitarán para un gran
juicio. Durante tres días serán sumergidas en un océano de metal
fundido. Los buenos encontrarán suave y agradable el baño, los
perversos sufrirán lo indecible, pero al terminar esté período
de expiación, todos entrarán en la inmortalidad.
Ha sido siempre una incógnita apasionante para el hombre saber
por qué Dios, siendo infinitamente bueno, permite la existencia
del mal en el mundo. En la filosofía de Zoroastro el espíritu
del mal había tenido su origen de una duda surgida en la mente
de Dios.
Cuando una persona muere, según Zoroastro, el espíritu sigue
vagando alrededor del cuerpo durante unos días, hasta que el
viento se lo lleva, atraviesa una laguna (al estilo de la
mitología griega) y se encuentra ante una balanza donde hay que
pesar sus buenas y malas acciones (reminiscencia egipcia). EI
castigo y el premio son provisionales, pues en el momento del
juicio universal todo quedará borrado y las almas perversas
serán reducidas a la nada, pues en la eternidad sólo existirá el
bien.
La religión de Zoroastro se extendió de manera considerable. En
tiempos de Ciro el Grande todo el Asia occidental era fiel a
esta religión. El cuerpo de doctrina estaba contenido en el
Aveste, una especie de Biblia de Zoroastro.