Se llevaron mi pecho.
Lloré su pérdida
sin saber
que aún quedaban caricias
por nacer en tus dedos
y anidar en la piel
que cubre su ausencia.
Lloré sin saber
que perdido mi pecho
en su lugar quedaba
su razón de existir
más allá de la forma.
Me lo contaron tus dedos,
y así descubrí
que el amor sonríe
bajo las cicatrices,
y aún sobre ellas
las caricias de amor
dan forma y sentido
a la carne invisible.
Hoy tus dedos me contaron
que se llevaron mi pecho
y sin embargo
yo no he perdido nada
de lo que fuera mío.