Había una vez un príncipe que partió en cruzada contra las
ratas. Después de años de luchas al frente de un ejército, sólo
él queda y está próximo a morir. Pero también de lograr la
victoria, tiene a las ratas acorraladas. Con las últimas
fuerzas, el príncipe levanta su espada y, cuando va a
descargarla, una le lanza un chillido:
-¡Espera! Si acabas con nosotras, morirás solo, lejos de tu
patria, sin siquiera ratas que te asistan.
El príncipe baja la espada, se arrodilla y es fraternalmente
rodeado por sus antiguas enemigas. A punto de expirar, una de
ellas le pone un espejo delante y le dice: