"Las largas avenidas de las citas,
hoy mudas y desiertas,
recuerdan, con su olor a hojas marchitas,
un cementerio de esperanzas muertas." Francisco Villaespesa
Algunas personas de mala fe han lanzado la turbia especie de que
la poesía de Villaespesa no tiene hondura y suele quedarse en la
musicalidad. La música de la poesía, es música para los ojos del
alma y para el oído del corazón; que es el tercer oído del que
nos habló Nietzsche: el que escucha las armonías superiores.
La figura de Villaespesa obra un papel de iniciador en los
primeros tiempos del Modernismo. Su amistad personal con Rubén
Darío le permitió hacer de cabeza de puente de los poetas
modernistas americanos en España. Figuró en las principales
revistas y su influencia es mayor de la que se ha dicho, incluso
en el conjunto del Modernismo. anterior a 1906, fecha que
publica su mejor libro Tristitiae rerum. Para Juan Ramón
Jiménez, fue el "paladín, el cruzado, el púgil del Modernismo".
Villaespesa fue un modernista y un bohemio que ejerció como tal
a lo largo de su vida.
Francisco Villaespesa nace en Laujar de Andarax, provincia de
Almería, el 14 de octubre de 1877. Hizo el bachillerato en el
Instituto de Segunda Enseñanza de Almería. Inicia estudios
superiores en la Universidad de Granada, pero pronto se dedica
por entero a la poesía y el teatro. En 1897 marcha a Madrid, y
un año más tarde, publica su primer libro de versos,
Intimidades, y en seguida, el segundo, Flores de almendro.
Colabora en las más prestigiosas revistas de aquel tiempo:
Germinal, La Revista Nueva, La Revista Ibérica... Asiste a las
tertulias de los cafés de Levante y de Fornos. Publica numerosos
libros de versos: La musa enferma, El alto de los bohemios,
Canciones del camino, Carmen: cantares, El libro de Job, El
patio de los arrayanes, El mirador de Lindaraxa, Viaje
sentimental, El jardín de las quimeras, Los remansos del
crepúsculo, Torre de marfil, Las horas que pasan, Saudades, Bajo
la lluvia, In memoriam, Andalucía, Ajimeces de ensueño, Tierras
de encanto y maravilla, Los nocturnos del Generalife, Paz, Amor,
El libro de amor y de la muerte, La estrella solitaria, Los
conquistadores, Galeones de India, El encanto de la Alhambra,
Panderetas y sevillanas, y muchos más, hasta cincuenta y uno,
todos ellos aparecidos entre 1898 y 1927. La prodigalidad de
libros se muestra en la publicación de hasta tres en un año. Sin
embargo la poesía de Villaespesa queda rezagada, incapaz el
poeta de adaptarse a la evolución del siglo.
Al mismo tiempo Villaespesa escribe para el teatro. Su gran
éxito El alcázar de las perlas, estrenado por la actriz María
Guerrero, le proporcionó una inmensa popularidad, que enseguida
se extendió por los países americanos de habla hispana. Y allí
se traslada como empresario teatral. Pero, derrochado el capital
y enfermo, regresa a España. Muere en Madrid el 9 de abril de
1936.
Entre sus dramas más famosos aparte del ya citado, hay que
recordar Doña María de Padilla, Aben Humeya, Bolívar, La Leona
de Castilla y Judith. En su poesía dramática predomina el
lirismo y el aspecto declamatorio, siempre dentro de la línea
modernista. Escribió también novelas.
Villaespesa es un poeta de vena abundante y fácil, al modo de
Zorrilla y Salvador Rueda, cuya doble y evidente influencia
declaró siempre. Aunque es plenamente modernista, tiene mucho de
romántico. Como al Juan Ramón Jiménez de la primera época, la
naturaleza le inspiró versos melancólicos y enfermizos.
Lo mejor de Villaespesa hay que buscarlo en algunos poemas
decadentistas de La copa del rey de Thule (1900), en sus
visiones de la naturaleza y, más aún, en la veta intimista, de
un neorromanticismo doliente, por la que discurren sus
melancolías, tristezas y desgracias familiares (la muerte de su
primera esposa, Elisa, ante todo). Lo profano y lo bohemio, lo
sensual, lo triste, lo febril y el decaimiento, lo preciosista y
lo moroso, tuvieron en este poeta andaluz un intérprete genial.
Entre sus numerosos poemas se encuentran más de un centenar de
auténtica inspiración y belleza, dignos de los más admirables
poetas del parnaso español, como es el caso de "La rueca", uno
de sus poemas más conocidos: "La virgen hilaba / la dueña dormía
/ la rueca giraba / loca de alegría..."