"Hablando de cierta historia,
a un necio se preguntó:
-¿Te acuerdas tú?- Y respondió:
-Esperen que haga memoria.
Mi Inés, viendo su idiotismo,
dijo risueña al momento:
Haz también entendimiento,
que te costará lo mismo." Padre Coloma. Pequeñeces.
El padre Luis Coloma se dio a conocer hacia 1880 como
costumbrista y autor de tendencia moralizadora a través de la
revista El Mensajero del Corazón de Jesús, dirigida por los
padres de la Compañía de Jesús. Estos relatos fueron recogidos
bajo el título de Lecturas recreativas y publicados en varias
series. Partiendo del realismo dulzón y tierno de su asesora
literaria Fernán Caballero, se independiza bien pronto. Sus
relatos se caracterizan por una mezcla de religiosidad y
mundanidad o, mejor dicho, de profundo conocimiento de la vida y
costumbres.
Muchos críticos y algunos de ellos excepcionales, han afirmado
que el realismo vigente en España a partir de 1870 era un
realismo exasperado, un auténtico realismo naturalista. Y,
lógicamente, tales críticos califican de naturalistas a los más
grandes maestros de nuestra novela decimonónica: Galdós, la
Pardo Bazán, Clarín, Coloma, Ortega y Munilla, Picón, Blasco
Ibáñez... Pero no es menos cierto que ese realismo heredado por
el siglo XX tenía vetas de un preocupado espiritualismo.
Luis Coloma Roldán nace en Jerez de la Frontera, el 9 de enero
de 1851. A los doce años ingresa en la Escuela Naval, que
abandona al poco tiempo para cursar la carrera de Leyes en la
Universidad de Sevilla. Por este tiempo inicia sus aficiones
literarias y colabora en diversos periódicos: El Tiempo, de
Madrid, y El Porvenir, de Jerez. Terminado sus estudios, pasa a
Madrid y toma parte activa en la propaganda en pro de la
restauración alfonsina, período y ambiente que después retratará
en su novela Pequeñeces. A los veintitrés años entra en la
Compañía de Jesús, a consecuencia de un accidente que puso en
grave peligro su vida. El padre Coloma descubrió la precocidad
de Ortega y Gasset que ingresó en 1891 en el Colegio Jesuita de
San Estanislao de Miraflores del Palo (Málaga), dedicándole su
atención, especialmente en la enseñanza del griego. En 1908 el
Padre Coloma ingresa en la Real Academia Española, versando su
discurso sobre el padre Isla. Muere en Madrid el 14 de abril de
1915.
En
la obra del padre Coloma hay cuentos infantiles, Ajajú y
Periquillo sin miedo; cuentos políticos-sociales, Medio Juan y
Juan y Medio; Por un piojo, Caín, Mal alma, La Gorriona y Era un
santo; cuentos legendarios, Paz a los muertos, y cuentos
rurales, Ranoque y Juan Miseria. Pero su fama la alcanzó con una
sola novela: Pequeñeces. Publicada en 1891, colocó a su autor en
el primer plano de la actualidad literaria. Sátira violenta de
la aristocracia durante la época de la Restauración alfonsina,
fue una de la obras que mayor polvareda y escándalo provocaron
en siglo XIX.
Según testimonios de la época, los lectores no enjuiciaron el
valor artístico de la obra, preocupados antes que nada en
identificar a los personajes de la ficción. Valera censuró con
bastante dureza al autor por haber sacado a plaza pública
personajes conocidos, aludiendo especialmente al "marqués de
Butrón".
Hasta 1910 no volvió a tentar el padre Coloma la novela
propiamente dicha con la publicación de Boy y después La reina
mártir. Finalmente escribe Jeromín, la más popular después de
Pequeñeces, verdadera crónica de don Juan de Austria, conocido
en la infancia con el nombre que da título a la obra. Cierra la
serie Fray Francisco, 1914, sobre la vida del cardenal Cisneros.
Un crítico de la época pudo escribir que no haber leído
Pequeñeces era como "salir a la calle sin sombrero". El tono
moralizador del novelista jerezano que no se detiene ante la
pintura fuerte o descarnada de las lacras sociales y el lenguaje
de estilo ágil y periodístico invitan a la lectura de una las
novelas más famosas de la literatura española.