El mes anterior surgieron varias formas de abordar el tema de la
coyuntura social que vive Colombia. Es bueno que se discuta
sobre el tema, sobre todo cuando los medios noticiosos nos
muestran una realidad diferente; saturada de "realities",
telenovelas y programas de concurso y humor (¿?) que denigran la
condición del participante. Esta vez la coincidencia y el poder
de la publicidad han traído mucho en qué pensar respecto a lo
que en realidad está pasando. En el borbollón: dos películas, un
libro y un documental.
La primera película, lo digo en orden de aparición, es Rosario
Tijeras (basada en el libro del mismo nombre de Jorge Franco),
el libro fue un best seller en Colombia, se vendió en librerías
y semáforos dejando dinero a su editorial y a quienes la
reprodujeron ilegalmente; y es la historia de una mujer "de
armas tomar" (nunca tan bien dicho) y de todo lo que le sucedió
en la década de los años 80, cuando la violencia en la ciudad de
Medellín estuvo tan acentuada y acaparaba tantos titulares de
prensa. La película ha sido un éxito en la taquilla, ha obtenido
varias nominaciones a premios y un apoyo de la crítica.
La segunda película, una iniciativa de Víctor Gaviria, llamada
"Sumas y restas", con actores naturales, tal cual nos tiene
acostumbrados su director. Son sus personajes y actores los
habitantes de las mal llamadas "comunas" (la ciudad de Medellín
está distribuida en varias comunas, pero suele llamarse así sólo
a los barrios populares, ha de ser otra forma de clasismo social
que se contagia). Allí, otra vez, reflejada la violencia y el
narcotráfico, la pérdida de los valores éticos y el apego
desmedido a lo material, al dinero fácil. En resumen: sigue
Gaviria con su hablar monotemático.
El libro de Gustavo Bolívar "Sin tetas no hay paraíso", cuenta
cómo muchas jovencitas escasas de recursos económicos, de ropas
y de madurez intelectual, se han convertido en "CDT", que no es
precisamente la sigla de Certificado de Depósito a Término, sino
las iniciales de Carne De Traqueto. (Traquetos se les dice en
Colombia a las personas que consiguen dinero de la noche a la
mañana y empiezan a despilfarrarlo en lujos y ostentaciones, la
forma en que lo consiguen no está, la mayoría de las veces,
dentro de las normas legales; sin embargo aplican aquí no sólo
los narcotraficantes). Según dice Bolívar en las entrevistas
radiales que le han hecho, el sueño de muchas de estas niñas es
convertirse en la compañera sexual de un individuo enriquecido
rápidamente, lo cual les garantiza un nivel de vida muy superior
al que están acostumbradas. Para ello, argumenta el autor del
libro, es requisito ser hermosa, tener diminuta cintura y
grandes pechos; lo que según él, les puede asegurar también la
entrada a la farándula criolla como modelo o presentadora de
televisión. Aquí los implantes de silicona juegan un papel
fundamental y por ello el título del libro, que este año es
según la Policía Nacional y la Cámara Colombiana del Libro, el
más reproducido ilegalmente.
El documental "La Sierra", de Margarita Martínez y Scott Dalton,
fue el programa más visto el domingo pasado en Colombia. Tuvo
una audiencia de casi seis millones de personas. Es la historia
de Edison, un jefe del bloque del barrio La Sierra. Aparecen
allí sus guerras con las bandas de los barrios vecinos y la
historia de sus mujeres y sus seis hijos. Muestra el poder que
le dan las armas para imponer la justicia en un barrio donde la
violencia deja casi nula la estadística de los habitantes
masculinos entre los 30 y los 45 años. El final de los jóvenes
que "actuaron" en el documental fue predecible, pocos alcanzaron
a ver el documental filmado en el año 2003 y estrenado el fin de
semana pasado.
El arte tiene mucho que decir sobre el tema de la violencia y
los sicarios. Hay pinturas de Fernando Botero y una escultura
suya, El Pájaro, tiene las marcas de una explosión. En la música
y la fotografía también hay quien diga algo, hasta en la música
popular tenemos expresiones sobre el tema. Son muchos los libros
y los ríos de tinta que han corrido sobre el asunto, escritos
incluso por los protagonistas directos para rebajar sus penas en
prisión o para pagar sus abogados con dinero lícito. Digo libros
y no literatura, pues me surgen serias dudas del nivel y la
calidad de lo que se escribe. Sirven, claro, para documentar,
aportar, informar o desinformar y para dejar testimonio de esta
locura que está sucediendo.
En el siglo de oro español se dio la novela picaresca. El género
se inició de forma aislada con el Lazarillo de Tormes (1554) y
alcanzó sus caracteres más definidos con el Guzmán de Alfarache
(1599) de Mateo Alemán. 45 años de esplendor. El tema en
Colombia no alcanza tan altos estándares literarios; en este
país estamos sufriendo "el siglo del plomo", y se viene hablando
del tema de los sicarios desde finales de los años ochenta, con
el recurso de la simulación autobiográfica. Al igual que en la
picaresca, los personajes describen diversos ambientes de una
realidad socialmente mezquina. El contrapunto es el mensaje de
ejemplaridad moral, de los valores éticos que subyacen. La
novela picaresca constituyó un eslabón fundamental en el
desarrollo ulterior del realismo europeo, esperemos que la
naciente "novela sicariesca" dé un paso similar en los próximos
años y traiga consigo el reemplazo del boom latinoamericano y
del realismo mágico y genere un renacimiento de costumbres y de
obras en esta atribulada nación.