Aceras raídas,
escombros amontonados,
tazas de wáter;
espacio desgastado,
reducto de desechos,
ruinas,
ecos de voces perdidas,
huecos pasos de mañanas húmedas,
tardes circundadas de abrojos y cardos.
El vacío de rejas oxidadas
es la pantalla
de la existencia que se consume.
Nada entiendo
y me muevo torpemente
por el vacío camino del silencio
que va hacia la muerte
sin más sentido que el duro latido,
la monótona respiración;
sin más sentido que el del interrogante vacio
del látigo dolor pétreo.
Monótona agonía.