Nuestros presentadores de televisión construyen sus narraciones
sobre frases hechas, lugares comunes y muletillas de nivel
infantil. Tales expresiones, a fuerza de repetirse, se han hecho
triviales, estereotipadas y poco significativas, pero nuestros
noticieros insisten en usarlas hasta el colmo del cliché; quizás
en su afán de deformar, perdón “de informar a nuestros queridos
televidentes”.
El recurso se usa de un modo al extremo majadero, y como los
errores fáciles son siempre más sencillos de imitar que los
aciertos, pues no se escapan ninguna de las emisiones y ninguno
de los telediarios. Palabras brillantes, pero vacías, que se
usan con más frecuencia de la que los espectadores podemos
tolerar. Si llegara la verdadera televisión interactiva,
escucharían aquella recomendación medieval: cállate, o di algo
mejor que el silencio.
No falta la nota con heridas de consideración, positivo
panorama, lamentable deceso, torrencial aguacero, vehemente
rechazo, voraz incendio, cobarde acto, explosivas declaraciones,
crudo invierno, agobiante calor, interesante informe. Todas
ellas “explicadas” con adjetivos en vez de argumentos.
Ayer escuché cómo algo estaba “prohibido terminantemente” y me
puse a considerar si era posible prohibirlo también, pero
flexiblemente. El periodista dándole matices a lo permitido y lo
prohibido. Errar es humano y más frecuente si se tiene la
presión de estar en vivo y en directo, pero es que abusan del
verbo errar usando adjetivos en todo momento. No cualquiera
llega a saber enfrentarse correctamente a las cámaras o los
micrófonos, por lo que se espera que los allí están, pues han
practicado para ello y están además de listos: dispuestos.
Los comentaristas deportivos son expertos en decir cuanta
barbaridad se les ocurre sin meditar en ello y al día siguiente
su “brillante idea”, en vez de corregida, es copiada por los
demás. “El defensa López, del cuadro azulverdegranaamarilláceo,
sufrió una lesión en su pierna derecha”, ¡en la pierna derecha
de él!, al menos la sufrió allí y no en la pierna izquierda del
delantero del equipo de la descriptiva camiseta. Cansados de
escucharles a sus compañeros tantos adjetivos, pues toman
algunos verbos para reemplazarlos y se inventan otros: campeonar,
recepcionar. “Para finalizar y antes de irnos a comerciales”,
nos dan los “resultados de la onceava fecha”, ¿cómo es esto de
dividir una fecha en once partes? Undécima o, simplemente, fecha
once, dirán algunos, pero ellos van pensando en dividirla aún
más para el día siguiente.
Cuando llegan las notas misceláneas de relleno, las que ocupan
el cincuenta por ciento del informativo, aquellas que hacen
parte del “nutrido panorama cultural”, la cosa se pone peor. La
voluptuosa modelo, con sus globos de silicona casi a la altura
de los hombros pasa de periodista a benefactora de los
televidentes y termina su nota con un “ya lo sabe”. Quizás,
buscando se le agradezca el favor de habernos informado a qué
lugar podemos concurrir. Claro está, que algunos son más listas
y concluyen con la frase “la invitación está hecha”.
Para escuchar desatinos basta escuchar un noticiero de
televisión, para las frases hechas la sección de opinión, para
extravagancias la de deportes y para ver una blusa a punto de
reventar: las notas de cultura. Termino aquí mi columna antes de
que algún presentador me diga: ¡Gracias por ese completo
informe!