- Más o menos, doctor. Un dolorcito aquí, un dolorcito allá...
- A ver, muéstreme la lengua.
- Uyyy, usted come cualquier cosa. Lo vamos a poner dieta. Nada
de frutas porque tienen azúcar. Nada de carnes rojas porque
tienen colesterol, ni se le ocurran los mariscos. Nada de
pescado por el cólera. Nada de pollo porque los crían con
hormonas, imagínese, cualquier día me está cambiando de sexo.
Ora sí, criar algunos pollitos en su departamento, órale.
También si puede con algunos cochinitos, órale.
- ¿Cochinitos en mi departamento? Lo voy a considerar, doctor.
Pero, discúlpeme ¿no me dijo que carnes rojas no?
- No para usted, mi señor, para vender en el mercado, se hace de
una lana.
- ¿Y qué me queda para comer, doctor?
- ¿Cómo, que qué le queda? ¡Las verduras, mi amigo, fuente de
vitaminas y minerales, no lo sabía? Eso sí, nada de comérselas
crudas, bien herviditas porque las riegan con aguas negras,
usted sabe. Y agua, mucha agua, el agua es vida. Son ciento
cincuenta baros. Ah, y nada de harinas, no me acuerdo porqué,
pero nada de harinas, olvídese del pan y la tortilla. Y mucho
chile, todo el chile que pueda, ya sabe, lo que se come se cría.
Son ciento cincuenta baros.
- Doctor, una últimita preguntita, disculpe que lo moleste:
¿tengo alguna enfermedad?
- Usted, mi amigo, por comer cualquier cosa, ha caído en un
proceso viral, un virus que no se deja, orita vemos.
- ¿Y mis dolores, aquí y allá...?
- La mitad son dolores-dolores y los otros son dolores reflejos,
así pasa cuando se tienen las defensas bajas. ¿Conforme?
- Si, doctor, entiendo, gracias.
Tres meses después, en el mismo consultorio con el mismo galeno.
- ¿Cómo le va, mi amigo? ¡Qué milagro! Pero si está flaquísimo.
- Es que, doctor.
..
- A ver, muéstreme la lengua.
- Lo dicho: no se alimenta bien y éstas son las consecuencias.
Así no va a salir del proceso viral ni de los dolores-dolores y
de los dolores reflejos. Andamos mal, mi amigo. Tómese unos
buenos caldos, unos ricos tacos, unos chiles en nogada, no sea
maricón, las dietas son para mujeres. Son ciento cincuenta
baros. ¿Me abonó la otra consulta? Ah ¿no? son trescientos
baros, mi amigo.