La cosa esta de las estafas financieras, apropiaciones
indebidas, desvío de fondos, o cualquiera de los otros muchos
medios de enriquecimiento que utilizan determinados trepas y
políticos sin escrúpulos -como tantos otros charraneos
habituales de esta España de nuestras culpas-, a fuerza de
leerlo cada dos por tres en la prensa, se nos ha convertido en
algo tan habitual que apenas nos mueve a algo más que al
bostezo.
Lo que sí nos causa sorpresa y estupor es que en las fechas en
que vivimos se siga dando -y de manera tan continuada- el tan
antiguo y manoseado timo de la estampita. Unos, precisamente con
"estampitas", caso de la reciente y "supuesta" estafa de Afinsa
y Fórum Filatélico, que vendían a sus afiliados planes de ahorro
o inversiones de máxima rentabilidad con la sola garantía de
sellos de correos de dudoso valor; otros, casos de Gescartera,
la sociedad de valores AVA, el Grupo Brokers, etc., con sus
correspondientes papeles y contratos de por medio -supervisados
y avalados por la CNMV-, o los de Eurobank, Fidecaya, etc.,
intervenidos por el Banco de España, y un etcétera al que
podríamos añadir una larga lista de chanchullos financieros,
todos con algo en común: cientos de miles de pequeños
ahorradores que, de pronto, de la noche a la mañana, se
encontraron con que sus bienes o ahorros de toda una vida se
habían esfumado por arte de birlibirloque.
Pero no todos estos incordios son realizados por brokers,
gestores financieros o presidentes de consejos de administración
-típicos tiburones de la finanzas-, sino que también tenemos
"escualos" entre el honrado y probo personal que se encarga de
regirnos y administrar nuestros bienes comunes. El caso más
sonado en los últimos años (dejando a un lado el del ex-vendedor
de libros a domicilio, hermanísimo del segundo de a bordo, que
-oficialmente- nunca formó parte del elenco) fue el del Sr.
Roldán, que, trepa que trepa por las aristas del emblema de la
rosa, llegó a ser Director de la Guardia Civil. Una joya de
muchacho. De todas formas, la parte funcional y representativa
no la llevaba mal y presidía con garbo los eventos y desfiles de
la Benemérita, pero la parte administrativa, sobre todo la de
los dineros, lo agobiaba y se llevaba el "trabajo" a casa
(tanto, que tuvo que almacenarlo en Suiza y otros oscuros sitios
de allende los mares). Pero, lo que pasa, que con tanto trabajo,
con tantas idas y venidas maletín en ristre, descuidó la
retaguardia y, un buen día, se encontró con que los gorriones de
patinillo (siempre la entrometida prensa) se la colocaron justo
en tal sitio. Sus jefes, comprensivos, lo mandaron a un retiro
espiritual con los honores propios del caso y con todos los
gastos pagados (creo que a una suite en el Hotel Alcalá Meco).
Todos podemos recordar que se despidió jubiloso tatareando para
sus amigos los compases de aquella bonita canción de "Como tire
de la manta..." (a la que, no sabemos por qué, nunca le puso
letra).
Lo del caso de Marbella es punto y aparte... Probablemente, ya
habría que revisar los tiempos anteriores, pero, es con el Sr.
Gil y Gil -"El Señor de los Ladrillos"-, constructor de mucha
enjundia y presidente colchonero, cuando la bonita ciudad
mediterránea comienza a cobrar vida y a ser conocida en el mundo
entero. La "Milla de Oro" se convierte en el cuerno de la
abundancia para las arcas del Ayuntamiento marbellí y en
inagotable panacea para los depauperados bolsillos del técnico
del ladrillo y sus correveidiles. Todo un éxito, porque, entre
los ladrillos y la "huerta" del Cabildo, el burgense engorda
muchísimos "kilos", se hace showman de renombre, rey de la
prensa del corazón y, además, compra el Club de sus amores para
él solo. Pero, cuando más a gusto se las prometía, es
traicionado por uno de sus palafreneros, que, mediante hábil
envite con tan sólo un par de sotas y el comodín, le hace caer
del caballo y abandonar la partida -y el huerto de las manzanas
de oro-.
El ex-lacayo -J.M. para los amigos-, del que, ciertamente,
habríamos de decir que -con respecto a su ex-jefe- "no le
llegaba ni a la suela del zapato", aunque con cierta habilidad
con el mujerío -y pelando gambas, dicen-, demuestra ser poco
experto en las lidias de lo político y, a las primeras de
cambio, se le revuelven las sotas y el comodín y lo mandan a
donde fue el pollo y vino harto. Lo que sigue es bien conocido
por todos: nuevo Cabildo, señora de bastos al frente, dama de
copas al lado ...y allá en la sombra el comodín, señoreando como
dueño y señor de la baraja. Una baraja con sólo tres palos,
porque los oros, los malditos oros, eran apartados del mazo y
puestos donde nos los viera nadie, o sea, en los oscuros y
sórdidos almacenes de la Suiza de siempre... Para qué seguir.
Lo que yo no entiendo -lo que no entendemos nadie-, es cómo
estos delitos, estafas de todo tipo, apropiaciones indebidas,
desvío de fondos, etc., etc., se montan, se consolidan y se
mantienen en el tiempo como si nada (25 años de nada llevaban
los de Afinsa y Fórum Filatélico). La impresión que da es que, a
pesar de las terribles consecuencias -miles de ahorradores
humildes que lo pierden todo-, nadie se preocupa de vigilar y
poner orden en ese cotarro.
Claro, que, reflexionando un poco, quizás no fuera muy difícil
averiguar cuál es la madre del cordero, saber quién fue el que
tiró la papa e, incluso, ponerle nombre y apellidos hasta al
maestro armero...