Colombia está en plena negociación de un Tratado de Libre
Comercio con los Estados Unidos (TLC) y, aparte de los debates
que esto ha suscitado entre los diferentes implicados y
afectados, ahora resulta que nos quieren cambiar las reglas de
lo que se había pactado.
Estados Unidos envió a Colombia los textos negociados, pero el
gobierno de mi país ha salido a reconocer que éstos no coinciden
con el documento original. La garrafal equivocación no puede ser
gratuita, pero sí preocupante. Ahora han salido a desmentirse
los unos a los otros: “los cambios se dieron en la redacción
jurídica, pero no en la esencia técnica del Tratado”. Cambio es
cambio y se debió haber consultado con los negociadores, lo sabe
hasta el menos avisado, por eso entra la duda de que se actúa
con mala fe.
Igual, no hay reversa. Ni siquiera después de tamaño intento de
engaño. El tratado se pondrá en vigor hacia mediados del año
próximo. El cambio en los textos, según dicen, se dio en la
desgravación agropecuaria, manejo de inventarios y contingentes.
Transparencia no parece haber por ningún lado, pues esto es
afectar alrededor de 6 temas.
Y eso que el asunto se viene manejando “al más alto nivel”,
según declaraciones de los implicados, y para “evitar
discusiones interminables en los textos”. Que discusión va a
haber, ya se tuvo. Lo que se debate ahora es la traducción. Los
textos ya estaban listos, no se entiende porqué los cambiaron, o
con que criterio.
Quieren cambiar el documento a la hora de firmar y no
precisamente en la letra menuda, pero los mismos estafados
sostienen: "Yo no diría que sea de mala fe sino que cada país
trata de que la redacción final sea lo más favorable hacia su
país” (Hernando José Gómez, jefe de negociaciones por Colombia).
Continúa el angelito: "son diferencias que no afectan la
sustancia del acuerdo pero que sí pudieran generar problemas de
interpretación el día de mañana sobre derechos y deberes que
podría asumir cada uno". Lo que hay que ver en Macondo, ya
cuesta dificultad saber en cuál de las dos versiones participó
nuestro negociador: la que hicieron en inglés o la que
debatieron español.
Si esa es la manera de negociar de la principal economía del
mundo, qué diremos de los pactos que hagamos entre los países
pobres (¿emergentes?) todos queriendo sacar el máximo provecho a
costa del otro. No habrá negociaciones en los que todos ganen,
sino en la que todos pierdan. Pues nada, que en uno solo de los
temas son 250.000 empleos los que están en riesgo.
Luego de demorarse más de dos meses en la revisión de los textos
cerrados en la negociación, envían una versión con
inconsistencias y son los negociadores de aquí los que tienen
que salir a defender los cambios. Como va esta telenovela, TLC
son ahora las iniciales de Te Lo Cambié.