Aprovechando que abrí la puerta, se asomó al balcón con este
disfraz, invocando a los cuatro elementos y saludando al sol
naciente. Luego hizo una preciosa reverencia dirigida a los
niños de la escuela primaria que tengo al lado, reunidos en el
patio por algún importante motivo.
Divertidos, los que estaban en las filas más cercanas voltearon
el rostro y corrieron la voz; en cuestión de segundos toda la
escuela estaba vitoreándola. Ella les advirtió que era una
hechicera buena y no había por qué temerle...
Los alumnos no, pero las maestras sí deben cuidarse de sus
sortilegios, gracias a su brillante actuación se interrumpió un
discurso muy serio que estaba pronunciando la directora. El
desorden generado fue tal que tuvieron que enviarlos de regreso
a sus aulas.
En las pruebas de inteligencia que se le hicieron ayer, no supo
responder una pregunta tan sencilla como ¿Qué es una tarta de
merengue?, pero supo señalar la lámina donde aparecía una
ceremonia. La doctora me comentó que lo normal a su edad es
saber qué cosa es un merengue y que la pregunta de la ceremonia
se reserva para niños de más de diez años.
- ¡Ay! -suspiró Sarah como cada vez que tiene que dar una
explicación demasiado lógica-. Tú dices eso porque no eres hija
de una bruja.