Creo que era en septiembre de 2001 cuando, en estas mismas
páginas, me hacía eco de una gran estafa que salpicó,
incluso, a los estamentos religiosos que tuvieron la fe
suficiente para encomendar la custodia y el aumento de sus
fondos a sociedades privadas de inversión. Más años hace que
otra gran estafa, la del caballito de mar, arruinó a media
España y que recientemente hemos sabido de una sentencia que
condenaba a sus responsables ya muertos o desaparecidos en
algún país de feliz acogida. También la administración de
las aportaciones a una cooperativa sindical acabó como el
rosario de la aurora.
Parece que esto de las grandes estafas es cosa cíclica. Hoy
volvemos a desayunar con una de ellas.
A mí nunca me gustaron las colecciones de sellos. Creo que
es difícil coleccionarlos y alcanzar un patrimonio con ellos
por mucho que existan coleccionistas que presuman de su
rentabilidad.
Hay otras colecciones como de monedas, cuadros y diversos
objetos de arte o curiosas extrañezas que pueden
coleccionarse y seguro que con menos riesgo. Conozco quien
colecciona chapas de botellas de cava y ha llegado a superar
la cifra de dos mil, todas distintas. ¿Qué valor tiene eso?
Supongo que sólo el de lo pintoresco de tales colecciones,
en gran medida extravagantes.
Lo de los sellos de ahora es más serio. Asesorados por
especialistas captadores de ahorros, mucha gente ha
invertido durante años en largas colecciones. Además, y al
parecer, se les garantizaba una rentabilidad en efectivo y
con abonos periódicos. No sé si todo era blanco, o negro, o
blanco y negro, o sea medio gris.
No sé si, además de aumentar sus ahorrillos y de cobrar unos
generosos intereses, obtenían otros beneficios relacionados
con la hacienda pública y que mucho tendrían que ver con la
ocultación. Sólo sé que ahora deberán reclamar al maestro
armero y lo siento. Lo siento por esos ahorradores timados y
abogo por la cárcel más oscura y sórdida que exista para sus
timadores. En estos meses de declaraciones de impuestos sólo
les faltaba eso. ¿Podrán desgravar en su renta tamaña
pérdida? Sin ser persona cualificada para opinar les digo
que no y además les recomiendo no intentarlo porque nuestra
Hacienda pública saca mentira de verdad, acosa hasta la
extenuación y niega la mayor para aferrarse a la menor.
Después usted recurra, apele, y acuda a todas las instancias
que le indican en el reverso de la carta que le envían
comunicándole la sanción. Hágalo pero no olvide presentar un
aval bancario por el importe reclamado sea justo o no, sea
cierto o falso, porque hacienda somos todos y nunca se
equivoca, salvo cuando se equivoca, pero tampoco lo aceptará
y se limitará a acatar la sentencia de tribunal superior.
Usted se saldrá con la suya, repetirá hasta la saciedad que
tenía razón, pero da igual, su caso sólo era un expediente
entre millones y el funcionario de turno, ese inspector que,
encabronado le persiguió, nunca sabrá que usted, después de
tres o cuatro años de sufrir, de temer lo peor, de no dormir
y de ahorrar por si al cabo había de pagar, ganó las
demandas que en defensa de la evidente verdad tuvo que
interponer.
Hoy se lo he dicho a mi amigo, el de las chapas: Ten
cuidado, no sea que Hacienda diga que esas dos mil chapitas
provienen de otras tantas botellas de cava y champán que
compraste con dinero negro, y si eso te dicen, empieza a
ahorrar para pagar la complementaria, la multa y los interés
que te van a liquidar.
Pleitos tengas y los ganes, dice la maldición gitana, porque
aún ganando se pierde, ahora lo sabemos, en este País, a los
condenados, las sentencias les dan la razón.