Entré al consultorio de la dentista, digo, de la odontólogo, un
cartel decoraba la pared: “una de las profesiones más completas,
extrae raíces como los matemáticos, hace coronas como las
floristas...” y no pude leer más, me ordenó abrir la boca. Y
mientras ella trabajaba con sus pinzas, me quedé pensando.
¿Floristas? No, mejor: a los pacientes se los debe tratar como
reyes colocándoles coronas. O bien, las hileras de muelas son
las carreteras de los alimentos, si están cortadas, construirles
puentes...
- ¡Abre la boca, qué esperas?
Con esta doctora, ojo con las distracciones. Esperé una pausa de
boca cerrada, tenía serias cuestiones que plantearle. Y sin
perder tiempo, le pregunté abriendo y cerrando la boca:
- Doctora, permítame manifestarle una inquietud, usted sabe la
importancia que han cobrado los factores psicosomáticos en el
hombre contemporáneo. Entonces: ¿usted cree que mis dolores de
muelas pueden ser provocados para enmascarar mi angustia ante la
muerte? Althusser, el filósofo marxista, reconoció que...
- Deja ver... no, mejor un tratamiento de conductos.
- Doctora, y este miedo patológico que tengo al dent... al
odontólogo ¿no será una transferencia anticipatoria de la
pulsión tanática? Foucault dice...
- Oye, debes aprender a masticar, tú crees que sufi con echar
alimentos a la boca, no chiquito, no es sufi.
Traté de hacerme entender.
- Doctora, le voy a dar un ejemplo. El filósofo Althusser
estranguló a su mujer. ¿Usted cree que lo hizo por amor, un
supremo acto de amor para librarla de los diabólicos espíritus
trotskistas que la poseían?
- Oye ¿de qué estás hablando?
- No, nada.
- Los filósofos no los entiendo, se la pasan hablando en
difícil. ¿Cómo dices que se llama ése, Baltazar?
- Althusser, descubrió que leer a Marx de costado podía resultar
más interesante.
- ¿Marx? ¿Cuál de los hermanos Marx, Groucho, Harpo...?
- ¡...!
- ¿Qué te pasa? Tú leerás muchos libros, pero yo voy al cine.
- Y luego, doctora, el filósofo Foucault, ése sí, contrajo sida,
dicen, tratándose con su dentista.
- Discúlpame: ¿tratándose o acostándose con su dentista?
- ¡Doctora...!
- Cuánto sabes... pero no imaginaba que las historias de alcoba
y la nota roja fueran tan importantes para la filosofía. Además,
por lo que me cuentas, se me hace que los dos son terriblemente
pesados. Pero yo también sé cosas. ¿Te imaginabas que los
odontólogos somos los pioneros en trasplantes? ¿No me crees?
¿Qué son entonces las prótesis dentarias?
-Doctora, mi muela...
-Sí, sí, “tu” muela... nada más importante.
- Doctora, volviendo a lo que le platicaba sobre la relación
entre la muerte y...
Y vi nuevamente el cartel: por todo eso le tenemos tanta
admiración al odontólogo, nos deja con la boca abierta.
- ¡Abre bien la boca! Ya estuvo bueno de bla, bla, a ver si te
callas y me dejas trabajar.
¡Qué lata! Esta doctora pertenece a la escuela positivista, no
quiere saber nada con la teoría. Con tal de que no me haga
doler...