Dice el Diccionario Literario Universal de la Editorial Tecnos,
1970, que es el poeta italiano Giacomo de Lentino el inventor
del soneto. Se da como nacido hacia fines del siglo XII y
fallecido, más o menos, en 1250.
La aparición de la estrofa se documenta en 1220. Es
contemporáneo de los poetas de Dolce Stil Nuovo, de los cuales
Guido Guinezelli (1230-1276) es el más conocido y al que se
considera iniciador de la escuela poética, en la que se educó
Dante Alighieri (1265-1321). Y fue precisamente este poeta
florentino el que ensayó con éxito el soneto en su obra Vita
nuova, perfección que coronaría Francesco Petrarca (1304-1374),
especialmente en sus Rimas. Antes de la aclimatación en España
por Boscán (1495-1545) y Garcilaso (1501-1536), tenemos los
antecedentes de los Sonetos fechos al itálico modo del Marqués
de Santillana (1398-1458). En los Siglos de Oro el soneto fue la
estrofa favorita tanto de los grandes como de los menores poetas
de esta época dorada de las Letras españolas, a quienes sería
ocioso nombrar, de conocidos que son. Sin embargo, hemos de
destacar un soneto que considero personalmente como el mejor
escrito, por lo menos en los tiempos clásicos. Se trata del
titulado A Jesús crucificado, verdadera joya literaria y
desgraciadamente sin autor definitivo entre los mencionados como
posibles autores.
En la época neoclásica no fue muy cultivado, si bien hemos de
recordar La durmiente de José Somoza (1781-1852), citado en las
antologías de ese periodo. Los románticos tampoco estuvieron
inclinados al soneto. Sin embargo, tenemos a un excelente
sonetista en José de Espronceda (1808-1842). Los realistas no
mostraron grandes simpatías por la estrofa que reseñamos, pero
hemos de mencionar a Ramón de Campoamor (1817-1901) y a Adelardo
López de Ayala (1829-1879), con su célebre soneto Plegaria.
Los modernistas emplearon el soneto con más frecuencia que sus
antecesores de escuela, aunque lo hicieron tanto en versos
endecasílabos como en alejandrinos, como Salvador Rueda
(1857-1933), Rubén Darío (1867-1916), Enrique González Martínez
(1871-1952) y otros autores hispanoamericanos. Ya en tiempos más
cercanos a nosotros, podemos citar a Antonio Machado, con
escasos sonetos en comparación con su hermano Manuel, a Juan
Ramón Jiménez, que los compuso en su etapa modernista; los sin
rima de Pablo Neruda (1904-1973); y entre los poetas de la
Generación del 27 nos acordamos de Gerardo Diego(1896-1987),
Rafael Alberti (1902-1997), Jorge Guillén (1893-1984) y con
menos intensidad, a Federico García Lorca (1898-1936).
De la Generación del 36 es del todo inexcusable citar a Miguel
Hernández (1910-1942). En la posguerra se hizo un uso casi
obsesivo del soneto, especialmente por parte de los poetas
llamados “Garcilasistas”. Después de los Novísimos, y a partir
de la década de los años ochenta, se vuelve de nuevo a él, pero
con aires de renovación lingüística, indeclinable imperativo de
los poetas actuales.