No tengo ni la mas remota idea de a dónde vamos a llegar.
Miren que a mí los políticos me gustan poco, que de entrada
no me fío de ninguno y que quizá por eso, ninguno me parece
medianamente bueno, no ya en lo político sino, lanzándome al
vacío, diré que, salvo honrosas excepciones, tampoco en lo
personal.
Desde la antigua Roma, los senadores -políticos de la época-
buscaban alcanzar la gloria, y la alcanzaban revestida, y
rellenada, de prebendas y riquezas. Eso les llevaba a
ejercer el odio y a poner en marcha la venganza, asesinatos
incluidos.
Pienso, y pienso mal por si acierto, que hoy poco ha
cambiado el pelaje de los mandatarios.
¡Qué días llevamos!
Se destapan chorizadas, se descubren golferías y se oyen
atronadores silencios que no hacen más que acusar. Unos lo
hacían desde hace años y otros lo sabían desde hace meses, y
así, con los hechos de los unos y las complicidades de los
otros, los juzgados se llenan de legajos y los españolitos
nos quedamos patidifusos frente al televisor o con el diario
caído sobre las rodillas.
En pocos años hemos visto entrar en la cárcel a directores
generales de la Guardia Civil, a ministros y altos cargos de
los ministerios, a primeros ediles y a segundos y terceros y
cuartos concejales.
Hemos sabido, hace unos días, que el verdadero hombre de la
paz es un etarra, asesino y mil veces mal nacido, que quiere
mantenernos en vela con sus falsas huelgas de hambre.
Nos dicen que esos angelitos que quisieron construir una
pira funeraria con los cuerpos vivos de dos policías del
País Vasco, no representan a la violencia callejera, como
mucho son contrarios a la paz, porque la violencia callejera
no existe, y al no existir, mal puede ser representada.
El político que habla en nombre de los asesinos, y que a
diario nos brinda sus lindezas desde las televisiones, le
dice al Gobierno que todo acabaría si él mismo, el Gobierno,
cursara las órdenes oportunas a la policía, a los jueces, a
los periodistas y a los imbéciles que creemos en la Ley.
Cállense ustedes, nos dice el insigne personaje de pistola
en sobaquera, cállense ustedes, y los periódicos y las
emisoras de radio. Que se vayan de vacaciones los jueces, o
mejor, que cierren los juzgados. Entréguennos Navarra y el
País Vasco y el sur de Francia y reconozcan que somos gente
honrada que lucha por la paz y las libertades arrebatadas.
Nuevos políticos ha surgido en Cataluña. Políticos que son
antiguos y algunos de la más vetusta extrema izquierda. Una
nueva generación les representa. Jóvenes que se desnudan sin
pudor para decir que siempre hablarán en castellano, que no
son separatistas y que el nacionalismo catalán está llevando
a los catalanes a la más horrible de las situaciones
posibles y al peor de los aislamientos.
De acuerdo, estoy casi, casi de acuerdo con su discurso,
sobre todo en lo que al idioma y al independentismo se
refiere y aplaudo su valentía, pero, ¿de verdad quieren
presentarse -como así afirman- en el ámbito nacional-español
en las próximas elecciones generales?
Insensatos, o mentirosos o aprovechados. Políticos al fin.
¿Qué pretenden? ¿Qué nuevas ofertas lanzarán, a modo se
siembra, por las besanas de Castilla? Porque el español es
el idioma de España y no creo que obtengan demasiados votos
por anunciar que usarán ese idioma, precisamente ese y no el
catalán, en los Parlamentos de Castilla La Mancha, Aragón,
Andalucía o en la mismísima sede parlamentaria de
Valladolid.
Entonces, ¿qué ofrecerán, qué buscarán si al fin se
presentan en todo el territorio español? Como decía al
principio, no tengo la más remota idea, pero no me fío.
Políticos listillos nos sobran a millares, y si no lo creen
vean como un político expulsado hace unos meses del Gobierno
catalán, accede, de nuevo a la vicepresidencia de ese mismo
Gobierno. Vean cómo un partido catalán, expulsado del
Gobierno de Cataluña, tiene la llave de ese Gobierno y se ve
premiado con diversas consejerías. Vean, también, como se
negocia, se pacta y se engaña para que, con total
desfachatez, forme gobierno, y lo presida, aquél que perdió
las elecciones y un puñado de escaños y unos miles de votos.
Así es la política, y de esos barros nos vinieron estos
políticos, digo lodos. Barros y lodos que ahogarán a los
ciudadanos y a toda una comunidad. Políticos que no dejarán
de engañar. Personajes mezquinos que viven, a su manera, el
sueño americano.