“Digo
“del hombre y su justicia”,
“océano pacífico”,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.” Blas de Otero
Cuando se publica en 1950, Ángel fieramente humano, el nombre de
Blas de Otero va a representar la encarnación de una orientación
que puede ser encabezada con la devoción de Quevedo El
quevedismo, que ya había tenido precursores en prosa y verso,
alcanza en aquel momento su madurez. Blas de Otero venía de San
Juan de la Cruz, en cuyo seguimiento había publicado en 1942, un
Cántico espiritual y todo San Juan está presente en esta noche
oscura que es Ángel fieramente humano.
La presencia o ausencia de Dios, inseparable de su central tema
humano en estos primeros libros, como también en Redoble de
conciencia (1951), se anuncia ya en ese homenaje a San Juan de
la Cruz que forman los poemas de Cántico espiritual: en el
soneto del mismo título nos sorprende “el golpe de Dios” y la
petición, el llanto y el clamor a Dios, brotan en los
endecasílabos del poema I, sin título: “Gimo y clamo hacia Ti
como un pecado / girasol de tu gracia en esta niebla”. De esta
“niebla “ unamunesca y machadiana surge el verso existencial de
este primer Blas de Otero, el que crece, se ramifica, en los dos
grandes libros siguientes y culmina y hace crisis en Ancia
(1958), tras haber publicado ya, en 1955 –iniciando nuevos
rumbos o centrando ya sólo en el hombre, en los hombres, el tema
de su poesía- Pido la paz y la palabra.
La brevedad de las formas poéticas le permite a Otero realizar
su ideal de poema condensado. El vocabulario resulta ser
indicativo de la profunda situación de angustia en que se
encuentra el poeta. Redoble de conciencia pone aún más de
manifiesto las condiciones de desolación, límites y orfandad del
ser humano, si bien algunos poemas ya llevan implícito el tema
de la solidaridad humana que ya no abandonaría su obra poética.
Blas de Otero nace en Bilbao el 15 de marzo de 1916. Su infancia
transcurre en Bilbao y Madrid. Estudia bachillerato en Madrid.
Se licenció en Derecho y Filosofía y Letras, profesiones que
abandonó. Trabajó de asesor de una fábrica de forja, fue minero
una temporada y ejerció la enseñanza privada en su ciudad natal.
Residió en París y La Habana. Viajó por la URSS y China, escribe
allí los poemas que integrarán Que trata de España (1964).
Recibió el premio Boscán de Poesía en 1950, el premio de la
Crítica en 1959, y el premio Fastenrath de la Real Academia
Española en 1961. En Cuba recibió el premio Casa de las
Américas, en 1964, allí se casó con Yolanda Pina, de la que se
divorció en 1967. En La Habana escribe su único libro en prosa
Historias fingidas y verdaderas. A su regreso a Madrid, reanuda
su antigua amistad y amor con Sabina de la Cruz, relación que
duró hasta la muerte del poeta. Comienza a escribir Hojas de
Madrid y La Galerna, que quedarán inéditos. Blas de Otero muere
en Majadahonda el 29 de junio de 1979.
Blas de Otero con los vientos existenciales percibirá también el
mensaje literario de la poesía social. Y entonces el poeta vasco
pide la paz y la palabra –su libro es Pido la paz y la palabra-.
Después publica en Francia En castellano (1960), prohibido por
la censura española, y en el que nos cuenta la verdadera
situación por la que atraviesa España.
En Pido la paz y la palabra, con poesía fuerte y viva nos
confiesa: “Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre / aquel que
amó, vivió, murió por dentro / y un buen día bajó a la calle:
entonces / comprendió: y rompió todos sus versos”. Y terminó
dando todos sus versos por un hombre en paz.
Dámaso Alonso le calificó entre sus “desarraigados”, pero hay en
Otero un extraordinario dominio de la palabra y un arraigo
fundamental, aunque sea desesperado, en los temas esenciales del
hombre.
De Blas de Otero nos han quedado unos estremecedores sonetos
atravesados de furia, de ternura, de delicadeza. Su arraigo
quevedesco lo sitúa entre los poetas que dejan huellas y un
sabor a clásico. Por los frutos de su “arraigo” le reconoceremos
gozosamente siempre. Y como nos dijo el propio Blas de Otero:
“Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré como un
anillo al agua / si he perdido la voz en la maleza / me queda la
palabra”.