"En reconocimiento al coraje y a la esperanza en tiempos de
desesperación", un jurado internacional otorgó el 8 de diciembre
el Premio a la Manera Correcta de Vivir -más conocido como Nobel
Alternativo- al Festival Internacional de Poesía de Medellín. El
premio, que se entrega anualmente en la sede del parlamento
sueco, fue creado en 1980 por el filántropo Jakob von Uexkull,
de raíces alemanas, letonas y suecas, quien donó su valiosa
colección filatélica para dotar el fondo inicial, honra a los
pioneros que trabajan en el mundo por la justicia, la verdad y
la construcción de la paz.
Desde la poesía se viene convocando en Medellín (Antioquia,
Colombia) a un festival que ha ayudado a construir la paz en una
ciudad violenta, donde sicarios y poetas se dan silvestres, pues
las condiciones son campo propicio. Los espectadores y la poesía
inician una actividad que conmueve y sensibiliza, preparando el
camino al que todos los ciudadanos se unirán después.
La Fundación para la Manera Correcta de Vivir (Right Livelihood
Award Foundation), con sede en Suecia y promotora del galardón
concluyó que la poesía y la ciudad "demuestran que el coraje
individual, incluso enfrentado a poderosos intereses y
represión, puede llevar a cambios notables". Vislumbrando a la
ciudad como capital mundial de la poesía y a los poetas y su
público como una fuerza transformadora.
A finales de los años ochenta y principios de la década del
noventa Colombia, y específicamente la ciudad de Medellín, se
asociaba al narcotráfico y a sus crímenes. En 1991 se estableció
el Festival de Poesía como una manera de conjurar el miedo que
asolaba la ciudad. Queriendo celebrar "Un día con la poesía" se
reunieron cerca de 800 personas en el emblemático cerro Nutibara
y se leyeron los versos de 13 poetas.
La guerra civil, empezada en 1944, estaba en ese entonces en una
etapa de exterminio de jueces, profesores de universidad,
defensores de derechos humanos, líderes populares, a través de
bandas de sicarios y paramilitares ultraderechistas y, aunque la
violencia como forma de dirimir conflictos aún continúa, desde
ese entonces la poesía empezó a ganarle algunas batallas: La
idea del encuentro poético recibió respaldo popular y la empresa
privada entró a ayudar, igual que las instituciones y hoy en día
el festival es emblema de Medellín. A mediados de este año unas
150.000 personas escucharon a 70 poetas llegados de 40 países
donde el compromiso de la poesía con los problemas sociales
resultó en la suma de coraje y esperanza en tiempos de
desesperación.
Durante el Festival se hacen lecturas de poesía en parques,
auditorios, barrios populares y poblaciones cercanas a Medellín
llevando la esperanza en el arte a los necesitados de paz.
El jurado distinguió al Festival "por probar que la creatividad,
la belleza, la libre expresión y la comunidad pueden florecer y
superar incluso los temores más profundamente afianzados, así
como la violencia". Hoy en día, aunque la guerra sigue su curso,
la poesía la pone en jaque en los días que convoca multitudes y
llegan a la ciudad poetas y poemas a generar entusiasmo.