En estos dos meses que van corridos del año la Secretaría de
Tránsito de Medellín (Colombia) ha registrado 21 muertos en los
4.614 accidentes que se han presentado en la ciudad. Como el año
pasado fueron 4.111 los accidentes, tenemos más de 500
accidentes adicionales. ¡Un promedio de 81 accidentes por día!
para una ciudad tan pequeña como un pueblo grande.
Respecto a los accidentes con heridos, el incremento de un año a
otro fue de casi un 32 por ciento más, pues se pasó de 1.451 a
1.903. De esos lesionados 956 fueron motociclistas (622 en el
mismo período el año 2006). ¡Cerca de 17 motociclistas
lesionados por día!. Los peatones no se quedan atrás con un
promedio de 11 lesionados por día en lo que va corrido del año.
Es que el crecimiento del parque automotor ha sido desmesurado y
no hay vías para tanto vehículo. En parte por la mala planeación
de la ciudad y en parte porque todos quieren tener un vehículo
particular para movilizarse. Solamente el año 2006 cerró con un
aumento de 68 mil motos adicionales que circulaban en la ciudad
y más de 30 mil autos.
Si a eso le sumamos que mucha gente maneja sin pericia, pues
pasan de montar bicicleta en el barrio a manejar motocicleta en
el centro de la ciudad o reciben sus licencias de conducción sin
cumplir con los requisitos tales como un curso de capacitación,
pues llegamos a lo que tenemos: un completo caos. ¿Quién te
enseñó a conducir así? “una novia que tuve”, “mi papá, que es
taxista” son las respuestas que surgen ante un interrogante que
era más una crítica que una pregunta.
Los motociclistas zigzaguean, no llevan casco, adelantan los
autos detenidos mientras el semáforo cambia a verde. Toman las
curvas sin mirar previamente, pues “nadie maneja por los
extremos y la moto es tan pequeña que cabe sin problemas”. De la
velocidad o de respetar el espacio mínimo con el auto de
adelante ni hablemos. Nada se cumple la anarquía vehicular.
Para empeorar las cosas está la moda del teléfono móvil
(celular), un gran porcentaje de quienes conducen, en una rara
mezcla de esnobismo y temeridad, van usando el teléfono mientras
maniobran. Ayer no más veía una señora que fumaba, hablaba por
teléfono y cambiaba el dial de emisora mientras adelantaba un
camión en curva. Debió creer que iba en el auto fantástico.
Decía alguno de los tantos que ha intentado psicoanalizar esta
extraña sociedad que somos los colombianos: “los niveles de
suicidio en los países en guerra disminuyen, pues se agudiza el
instinto de conservación”. Hubo un tiempo en que creí en el
sofisma, pero con estas cifras ya no hay quien crea que no vamos
hacia un suicidio colectivo.