¿Quien soy?... ¿De dónde vengo? Llevo años preguntando cómo
esclarecer mi identidad...
Sé que soy una bruja, a mi modo siempre lo he sabido... A veces
soy feliz, otras infeliz, contenta y triste... Soy un atardecer
que perdió su amanecer... pero estoy viva, puedo querer a los
demás, sentir... y además soy una mujer apasionada.
Pero, ¿quién soy? Desde pequeña me pregunto si soy hija de un
duende travieso que me colocó en una cuna del hospital materno,
de una hechicera que me dejó abandonada en el camino, o una hija
más de dios, igual que mis semejantes... Después de muchos años
bregando para llegar a la verdad, sólo he descubierto que la
vida reclama mucho de mí, nada sobre mis orígenes.
Hoy estoy muy nerviosa... esa pitonisa de quien tanto me han
hablado, a quien me costó tanto contactar y con quien tengo cita
hoy, me dirá lo que he querido escuchar durante años. Prepárate,
Estela, ¡hoy es el día!
Todo estaba preparado hasta el último detalle, la adivinadora
más famosa de la isla de las palmas, tenía una entrevista con
Estela. Se hallaban sentadas sobre una alfombra, frente a
frente, todo podía suceder.
La adivina era una señora de más de cien años, con cabellos de
color rojo intenso, gafas negras, unos aretes muy peculiares de
los que colgaban dos lechucitas que miraban sin parpadear. Traía
consigo una jaula donde venía un gatito negro y un cachorro de
pekinés. A su izquierda, una pecera con dos peces poco vistos de
color fresa; a su derecha, una enorme copa de metal dorado con
inscripciones en arameo. Frente a ella, un juego de cartas con
imágenes de seres de leyenda y figuras geométricas.
- Vamos a comenzar -dijo Mariana con voz serena.
- A ver joven –la interrogó la adivina, barajando el mazo de
cartas y rezando entre dientes una misteriosa oración, al tiempo
que daba golpecitos en el borde de la copa-, usted quiere saber
cuál es su verdadera familia, ¿no es así?
- Sí, cuénteme todo, estoy lista a enfrentar mi pasado, sea cual
sea...
La anciana se quitó las gafas. Su mirada profunda la escudriñó,
siguió como buscando respuestas, paseando su vista del pekinés
al gato, a los peces... Tomó un trozo de pergamino, una pluma de
cisne y la mojó en un tintero que salieron de la nada.
- Dígame sus apellidos, para anotarlos...
- Fernández Gonzáles... son los que me pusieron al nacer, no son
los verdaderos.
- Bien, ahora lo pondremos un minuto en la jaula de los
animalitos - al ponerlos, las mascotas brujas miraron fijamente
el papel.
- Ya pasó el minuto, dígame... - dice impaciente Estela.
- Ten calma, ellos tienen que reconocerte... Recuerda que debe
haber muchas Fernández Gonzáles. Mientras tanto conversemos,
dime, ¿te consideras una mujer afortunada? ¿Tienes amigos?
- Modestamente, sí... amigos sinceros hay pocos, pero tengo la
dicha de tener los imprescindibles para ser feliz y poder
brindar por la amistad.
- Me parece bien. Ahora dejaré caer el pergamino en la pecera
–el papel desapareció al tocar el agua-, mientras cortas las
cartas en tres, así, muy bien, entrégamelas, veremos que dice
aquí. Salen tres cartas regentes: Abre la tirada la reina
descalza, le sigue el príncipe insomne, y cierra la estrella
encerrada en la pirámide. ¡Te tengo buenas noticias!
- ¿Ya sabe acerca de mi familia? Por favor... la escucho.
- Hay cosas que no se pueden decir... –continuó escrutando las
cartas- , pero sí te digo que tu madre reencarnó en ti, murió
cuando naciste, ahora son dos vidas que se funden. No la puedes
encontrar sino dentro de tu alma, cuando te trae recuerdos de
vidas anteriores... solo puedes ver como ella se manifiesta
dándote lo mejor, eres una mujer inteligente, amada por sus
amigos, buena madre... de las mejores... Eres capaz de
conquistar a cualquier hombre, incluso de tener un castillo si
te lo propones, aunque vives encerrada en tu casa, alejada del
mundo, el mundo viene a ti... Fíjate cuántas bondades te dio la
vida... Es cierto que eres bruja, una bruja de bien, que sabe
hacer buenas acciones, dar consejos oportunos como una retirada
a tiempo, mostrar sinceridad aunque se pierda en el juego...
todo esto me lo dice el pekinés, fue de mis criaturas la que se
identificó contigo. La reina descalza significa sencillez, ella
regaló sus zapatos a una joven pobre. El príncipe dejó de dormir
para vivir la vida intensamente y dar felicidad a la princesa
descalza... y la pirámide es tu universo, donde eres la
estrella, el espacio de tu corazón abierto al bien y las buenas
intenciones. ¿Aun quieres más?
Muy sorprendida, Estela se convenció de que ya se había
encontrado desde que eligió su lugar en el mundo. Ahora, gracias
al pekinés y la anciana... vio que su madre estaba siempre con
ella.