Como si fuera un hijo
te quedaste dormido
abrazando la almohada,
la luz apagada ilumina
el equinoccio de la tarde,
para qué las ropas
si en mi pensar arden.
Como tú abrazas
lo hacen mis manos
que te buscan
en este acéfalo sentimiento,
no era yo a quien abrazabas,
a quien dabas alimento
y moría,
pero no muere el abrazo,
revive, nace del lazo de amor
y el amor se extiende
en tardes como esta,
en donde lo importante
de las cosas se desatiende.
El amor es estar vivo,
tú duermes lleno de pasión,
taciturno, apagado, inofensivo,
caídos brazos,
cerrados, apretados, dormidos,
afecto que en la sepia tarde
brilla como rayo de sol.
Parece un cuadro
de incierta naturaleza
detenerla quisiera
y conservar la belleza,
dónde estaba,
qué haría mientras ceñías a ella,
por qué no me cerraste,
por qué no me llamaste.
Quisiera despertarte
de tu sueño, sacarte
quitarte el lienzo
y ser yo tu abrazo.
Como tú abrazas
lo hacen mis manos
en esta sepia tarde.