- ¿Y me puede decir cuánto gana Vd. al mes, Sr. Rajoy?
La pregunta de aquella buena señora, que ya había dicho que
tenía una pensión de unos 300 euros para todo el mes, dejó al
político durante unos interminables segundos con cara de panoli
(o sólo se la aumentó) y en una tesitura mental por la que nadie
apostaba un ochavo. Sin embargo, el político, en un habilidoso y
rápido quiebro, eludió la embestida sin tener que aportar cifras
de ningún tipo.
- Pues..., mucho más que usted sin duda, señora. Pero lo gano
porque mi obligación y mi trabajo es el de procurar mejores
sueldos y mejor nivel de vida para todos los españoles.
Ahí es nada. Ni el mejor de los toreros de todos los tiempos, ni
el más hábil de los magos o prestidigitadores habidos y por
haber. Y todos nos quedamos con la boca abierta esperando
respuesta más concreta y con su correspondiente cifra descrita
en muchos miles de euros mes.
Naturalmente, todos sabemos que la respuesta a ésa y a otras
cuatro mil quinientas posibles preguntas ya las llevaba más que
estudiadas por si se las hacían. El ínclito preboste del PP
-previsor y gato escaldado- no quería caer en fueras de juego
tan simples y significativos para la opinión pública como el que
le ocurriera al desprevenido Presidente del Gobierno cuando le
preguntaron que cuánto costaba un café en la calle.
Sin embargo, a mí y a todos los españoles lo que nos hubiera
gustado oír es la verdadera respuesta a cuánto gana cada mes un
político, un ministro, un presidente del gobierno, un jefe de la
oposición, etc. Porque, aunque sabemos que esa cantidad no es
uniforme y cada uno tiene asignado un sueldo bien distinto (que
desconocemos si asignaciones tan dispares son en orden a
méritos, responsabilidades o buenas hechuras), hubiéramos gozado
una enormidad sabiendo por boca de tan digno personaje que, al
menos, nuestros políticos gozan de unos sueldos auténticamente
europeos.
En realidad no hubiera hecho falta que nos dijese una cifra
exacta. Bastaría que nos hubiese dicho que era una cantidad
mediando entre los 180.000 euros anuales del presidente del
Congreso, Manuel Marín (lo que equivale a 15.000 euros mensuales
-casi dos millones y medio de pesetas mes-) y los 74.316 de su
segundo de a bordo y portavoz del PP en el Congreso, Eduardo
Zaplana. Y hasta podía haber aprovechado la ocasión para hacer
saber a todos los españoles su opinión sobre por qué el Sr.
Marín cobra 180.000 euros anuales, o el Presidente del Tribunal
Supremo, Francisco Hernando, 139.294, mientras que un jefe de la
oposición y futuro presidente, cual es su caso, o la mismísima
señora Vicepresidenta del Congreso de los Diputados, doña Carmen
Chacón (77.916 euros anuales), apenas cobran ni la mitad (ver
enlaces 1 y 2). Estoy seguro de que tales diferencias dinerarias
en trabajos que de ninguna manera son tan diferentes, ni en
cuanto al trabajo en sí ni en las responsabilidades que
conllevan (el presidente del gobierno gana 89.303,28 euros
anuales), no vienen motivadas por discriminación en razón de
sexo, de credo o de ideologías, y mucho menos porque unos
diputados sean más guapos que otros (olvide toda esa serie de
complementos como miembro de Mesa, gastos de representación,
gastos de libre disposición, etc., etc., y vea las diferencias
abismales del resultado final). Así, pues, como la lógica no
puede explicarlo, no tengo más remedio que achacarlo a que es
uno de esos enigmáticos e inextricables misterios que suelen
darse en lugares donde conviven lo humano y lo divino, o sea, el
concepto abstracto y la mismísima mano de Dios.
En honor a la verdad, y comparados con el de la inmensa mayoría
de los españoles, debemos decir que los sueldos que cobran
nuestros amados diputados no están nada mal. Es comprensible,
porque, además de que se advierte que, en general, son bastante
justos y proporcionados a los merecimientos de cada uno, los
sueldos se los asignan ellos mismos. Tan sólo se advertiría que
son casi una miseria si lo comparamos con el de algunos de los
políticos de otros países. Valga como ejemplo el sueldo del
presidente George Bush, que ronda el millón de dólares año, o el
del vicepresidente Cheney, que supera muy largamente el millón y
medio (ver enlace 3).
Aunque, puestos a comparar, donde de verdad se advierte que
nuestros políticos tienen sueldos ridículos y de miseria es
comparándolos con los de los ejecutivos del sector privado.
Pongamos por ejemplo el de D. Francisco González, presidente del
BBVA, que gana el solito 9.700.000 euros al año, más otros 10
millones como dotación a su fondo de pensiones (ver enlace 4).
Nada que ver, por supuesto, con esos 300 euros al mes que tiene
de pensión la señora de la pregunta ni con los escasos mil euros
mes que, sean obreros o licenciados, son el único sueldo de
muchísimos españoles. Pensiones y sueldos que bordean o
precipitan a la exclusión social y que, si los comparamos con
los que se asignan nuestros inteligentes empresarios o nuestros
bienamados políticos, se advierte claramente que aquí hay dos
varas de medir.
Y ahora, permítame que le diga, Sr. Rajoy, que haga de verdad
algo por merecer ese sueldo que Vd. ocultó a la opinión pública.
Advierta que cuando Vd. y sus colegas en las diversas
responsabilidades (ayer, ahora o mañana) aprueban esos míseros
570 euros mes como salario mínimo interprofesional, o esas
mezquinas pensiones de 300 euros a viudas y jubilados, o
consienten esos ridículos sueldos mileuristas a tantísima
población laboral, está poniendo todas las viandas, todas las
riquezas patrias, toda la producción nacional, sobre una mesa en
la que se sientan y comen sólo unos cuantos... y haciendo legal,
dando valor de ley, a que el resto, los que las produjeron, sólo
tengan derecho a las migajas que caen al suelo.