"El fondo de cualquier problema dramático
es siempre... el de la lucha del hombre,
con sus limitaciones, por la libertad." Antonio Buero Vallejo
Antonio Buero Vallejo es, sin duda, uno de los dramaturgos
españoles más honrado. La honradez de Buero, es, además, una
honradez difícil: la de un hombre auténtico que, sin dejar de
serlo, revisa sus propias opiniones y las adapta a la evolución
de su pensamiento y su experiencia de la vida. En Buero tenemos
el caso de una insobornable honradez intelectual, de un hombre
que no aliena su libertad creadora y su responsabilidad consigo
mismo en el falso espejismo de una imagen nuestra que ha
periclitado ya hace tiempo. Por eso es una tarea interesante la
de acudir a sus obras y observar el camino de un hombre que va
buscando la verdad, a costa de todo, por los entresijos oscuros
del mundo y de los hombres que nos rodean.
Buero Vallejo es el representante más calificado en España de un
teatro de hondura trágica, en el que los problemas del hombre se
plantean con grandeza y esperanza. El dramaturgo, cuya
producción dramática estuvo marcada, desde Historia de una
escalera (1949), por el compromiso social y los anhelos de
libertad y de justicia, fue un símbolo del teatro español del
último siglo, sobre todo por su significación histórica en la
disidencia antifranquista.
En
su primera obra, Historia de una escalera, se nos ofrecen
treinta años de vida de unas gentes que no logran salir de su
pobreza y donde el destino de los hombres da vuelta
angustiosamente en un círculo que no tiene salida: los sueños
ilusionados de la juventud y la miseria vergonzante de la vejez.
En su obra siguiente, En la ardiente oscuridad, Buero nos
presenta un centro de ciegos donde estos tienen la vida
organizada a su imagen y semejanza, por lo que se sienten
felices y alegres; allí los ciegos estudian, juegan, ríen, se
enamoran y se casan juntos. Pero la llegada de un nuevo ciego,
rebelde y amargado, empieza a crear el descontento y la
desesperación entre sus compañeros "invidentes". Les mete en la
cabeza que su mundo no es el único, como ellos quieren creer;
que hay un mundo de "videntes", el auténtico, donde la vida es
bella y está cargada de luz y claridad. La similitud de esta
obra con el mito platónico de la caverna es claramente
manifiesta.
Antonio Buero Vallejo nace en Guadalajara el 29 de septiembre de
1916. Estudia primeras letras con su padre y , posteriormente,
con un profesor particular. En 1926 ingresa en el Instituto de
Segunda Enseñanza. Allí conoce y establece amistad con Ramón de
Garciasol. En 1933, Buero gana el primer premio literario de su
vida. Llega a Madrid en 1934 y se matricula en la Escuela de
Bellas Artes de San Fernando para realizarse como pintor. En
1937, se incorpora a la milicia después de que su padre fuera
fusilado el otoño anterior y es destinado al frente del Jarama
de donde será trasladado al frente de Aragón. Al terminar la
guerra civil, es detenido y conducido a un campo de
concentración: al de Soneja, en la provincia de Castellón.
Estuvo condenado a muerte durante meses, temiendo cada amanecer
que se cumpliera la sentencia. Pero, por fortuna, la sentencia
no se cumplió. Fue conmutada por la pena de prisión que sufre
durante más de seis años en Yeserías, en el penal del Dueso, en
Santa Rita, en Ocaña... Compañero de cautiverio de Miguel
Hernández hasta la muerte del poeta, Buero Vallejo permaneció en
prisión hasta 1946. En 1957 logra el Premio Nacional de Teatro
con Hoy es fiesta. En 1971 ingresa en la Real Academia Española,
su discurso de ingreso versó sobre teatro y acerca de un autor
al que admiraba con el título de Federico García Lorca ante el
espectáculo. En 1986 recibió el premio Cervantes y diez años más
tarde fue distinguido con el Premio Nacional de las Letras por
el conjunto de su obra. Antonio Buero Vallejo falleció en
Madrid, el 28 de abril de 2000.
Antes de sus primeros intentos teatrales, Buero Vallejo publica
un estudio sobre el gran dibujante francés Gustave Doré, el
ensayo se denomina: Gustave Doré: Estudio crítico-biográfico.
Entre sus numerosas obras destacan: Historia de una escalera, En
la ardiente oscuridad, Madrugada, Irene o el tesoro, Hoy es
fiesta, Las cartas boca abajo, Un soñador para un pueblo, Las
meninas, El concierto de San Ovidio, El tragaluz, El sueño de la
razón, La Fundación, Diálogo secreto y Lázaro en el laberinto.
Su última obra de teatro, Misión al pueblo desierto, fue
estrenada el año pasado, cincuenta años después de Historia de
una escalera.
El teatro de Buero Vallejo podría calificarse de humanista, si
por tal entendemos una apasionada defensa de la dignidad del
hombre y de todo lo que esto conlleva. Ese humanismo, por otro
lado, no aparece nunca en Buero Vallejo de modo panfletario ni
categórico, sino dramáticamente problematizado.
A través de la inteligencia, a través de la verdad y a través de
la autenticidad ha buscado su estética y su teoría del arte
teatral Antonio Buero Vallejo, autor de una las obras más libres
y personales del teatro español del siglo XX, un gran dramaturgo
y un intelectual honrado.
Y como dijo Buero: "Hay que esperar... Esperar siempre... La
esperanza nunca termina... La esperanza es infinita..."