Como ya hemos comentado, el profesor Seignalet nos aconseja en
su Régimen suplementar las dietas con minerales, vitaminas,
antioxidantes, fermentos lácticos y ácidos grasos esenciales, ya
que los déficits son muy frecuentes por las aberraciones en los
métodos de producción agrícola y de la cría del ganado.
Sin embargo, y como decíamos en el anterior artículo respecto a
las vitaminas, al margen de que aprobamos totalmente las
recomendaciones del sabio profesor para aquellos casos en que se
pudieran advertir déficit, es muy importante entender que no
siempre es aconsejable tomar alimentos especiales ni suplementos
nutricionales, puesto que nada conseguiríamos sino gastar el
dinero para nada.
La mayoría de los minerales -al igual que las vitaminas- se
encuentran distribuidos muy ampliamente en todo tipo de
alimentos, de tal modo que cualquier dieta alimenticia que no
sea aberrante -por escasa o monótona- incluye cantidad
suficiente para cubrir holgadamente todas nuestras necesidades.
Los nutrientes esenciales.
Conviene recordar que los nutrientes necesarios en nuestra
alimentación diaria -como ya apuntábamos- pueden clasificarse en
cinco grupos principales: proteínas, carbohidratos (o hidratos
de carbono), grasas, vitaminas y minerales. Estos grupos podemos
clasificarlos a su vez en dos tipos, los nutrientes energéticos
y plásticos (proteínas, carbohidratos y grasas) y nutrientes
reguladores (vitaminas y minerales). Comprenden un total
aproximado de unas 50 sustancias consideradas esenciales para
mantener la salud y un crecimiento normal, e incluyen, además
del agua, oxígeno, carbono e hidrógeno, ocho aminoácidos
constituyentes de las proteínas, cuatro vitaminas liposolubles y
nueve hidrosolubles, unos veinte minerales y oligoelementos y
algunos electrólitos (ácidos bases y sales).
Como ya tratamos las vitaminas, veamos en esta exposición
divulgativa dónde se encuentran y qué efectos producen las
carencias de estos otros nutrientes reguladores, es decir, los
minerales.
Éstos, que pueden subdividirse en dos grupos: macrominerales y
microminerales u oligoelementos, desempeñan un papel
importantísimo en el organismo, ya que son necesarios para la
elaboración de tejidos, síntesis de hormonas y en la mayor parte
de las reacciones químicas en las que intervienen las enzimas.
Ambos grupos tienen importantes funciones, bien en forma de
iones disueltos en los líquidos corporales o como constituyentes
de compuestos esenciales. El equilibrio de iones y minerales en
los líquidos corporales regula la actividad de muchas enzimas,
conserva el equilibrio de ácidos y bases y la presión osmótica,
facilita el transporte de compuestos esenciales y conserva la
irritabilidad nerviosa y muscular. En algunos casos, los iones
minerales son constituyentes estructurales de los tejidos
corporales. Muchos minerales también participan de manera
indirecta en el crecimiento.
Macrominerales.
Sodio Hagamos primero una precisión: la sal común que
consumimos en muchos alimentos es cloruro sódico (NaCl) o sodio
de adicción, distinto del sodio (Na) o sodio de constitución que
forma parte de manera natural en los alimentos que lo contienen.
1 g. de cloruro sódico (sal común) equivale a 390 mg. de sodio.
La cantidad de sodio requerida por el organismo diariamente
equivale a unos 400 mg. Podemos decir que, como ocurre con la
mayoría de los minerales, todos los alimentos cuentan con sodio
en su composición química. Los alimentos que contienen sodio en
mayor cantidad son, obviamente, los salazones, conservas o
semiconservas, embutidos, encurtidos, etc., pero la mayor
ingesta puede producirse por la cantidad de sal que le echamos a
las comidas. Se excreta principalmente por los riñones en la
orina o con el sudor. Tanto su exceso (hipernatremia) como su
defecto (hiponatremia) -que supone una relación sodio/agua
plasmática mayor o menor de la normal-, da lugar a graves
trastornos, principalmente neurológicos.
Potasio Es el mineral que aparece en mayor cantidad en el
cuerpo humano después del calcio y del fósforo y está asociado
con el sodio. El potasio mantiene la presión normal en el
interior y exterior de las células, regula el balance de agua en
el organismo, disminuye los efectos del exceso de sodio y
participa en el mecanismo de contracción y relajación de los
músculos. Se encuentra presente en frutas (especialmente en las
de hueso como el albaricoque, cereza, ciruela, melocotón, etc.),
los frutos secos, leches, carnes, cereales, vegetales,
legumbres, etc. Aproximadamente el 90% del potasio ingerido es
absorbido en el intestino delgado y se elimina a través de la
orina. Los síntomas que indican su ausencia son debilidad
muscular, náuseas, vómitos, irritabilidad e irregularidad
cardíaca. El requerimiento de potasio en un adulto es de 1 a 3
g. día.
Calcio El calcio es el mineral más abundante en el cuerpo
humano, siendo los huesos y los dientes los que lo contienen en
mayor cantidad (alrededor del 99%). Es uno de los minerales más
importantes para el crecimiento y mantenimiento del cuerpo, y
ayuda a formar y mantener dientes y huesos sanos. El calcio
participa en la coagulación, en la correcta permeabilidad de las
membranas y es de fundamental importancia como regulador
nervioso y neuromuscular, modulando la contracción muscular
(incluida la frecuencia cardíaca), la absorción y secreción
intestinal y la liberación de hormonas. Se encuentra
principalmente en frutos secos, mariscos, salmón, sardinas,
anchoas, en legumbres y vegetales de hoja verde como las
espinacas, acelgas, brócoli, col, repollo, etc. (la leche y los
productos lácteos lo contienen, pero, por contra de lo que nos
han "vendido" siempre, en una forma poco aprovechable por el
metabolismo humano). La absorción del calcio se ve favorecida
por la Vitamina D. El calcio está también muy vinculado a la
presencia de fósforo, ya que la falta o exceso de cualquiera de
estos dos minerales puede afectar la absorción del otro. Un
indicador de la carencia de calcio es la osteoporosis. Las
necesidades diarias de calcio en un adulto es de 1 a 3 g. día.
Fósforo Este macromineral está presente en todas las células y
fluidos del organismo. Participa en la división de las células,
y por tanto del crecimiento. Interviene en la formación y
mantenimiento de los huesos, el desarrollo de los dientes, la
formación de tejido muscular y el metabolismo celular. Se
incorpora al organismo a través del consumo de carnes, huevos,
lácteos, frutos secos, cereales integrales y legumbres. La forma
natural de eliminación del organismo es la orina. El fósforo y
el calcio se encuentran en equilibrio, ya que la abundancia o la
carencia de uno afecta la capacidad de absorber el otro. Los
síntomas de su ausencia son decaimiento, debilidad, temblores,
disartria (trastorno del habla), y en algunos casos anorexia y
desordenes respiratorios. Las necesidades diarias de fósforo
están entre los 700 y 1.500 mg.
Magnesio Este macromineral, componente del sistema óseo y de
muchas enzimas, participa en la transmisión de los impulsos
nerviosos, la contracción y relajación de músculos, el
transporte de oxígeno a nivel tisular y en el metabolismo
energético. Las fuentes de magnesio son el cacao, las semillas y
frutos secos, el germen de trigo, la levadura de cerveza, los
cereales integrales, las legumbres, las verduras de hoja verde y
frutas como el plátano, albaricoque o damasco. También se
encuentra, aunque en menor cantidad, en carnes y lácteos. Su
absorción se efectúa a nivel intestinal y, aunque normalmente el
organismo no suele presentar carencias, pueden darse
deficiencias en casos de alcohólicos crónicos, personas con
cirrosis hepática, con mala absorción o vómitos severos. Su
ausencia se refleja por la aparición de calambres, debilidad
muscular, náuseas, convulsiones y fallos cardíacos. La ingesta
diaria de magnesio está entre los 300 y 450 mg.
Azufre El azufre es un importante componente de tres
aminoácidos encargados de formar proteínas. Se encuentra
presente en la queratina -sustancia proteica de la piel, uñas y
pelo-, y participa en la síntesis del colágeno (elemento que
mantiene unidas a las células), en el metabolismo de los lípidos
y de los carbohidratos. El azufre es absorbido por el sistema
digestivo para ser transportado al torrente sanguíneo y a las
células del cuerpo. Sus fuentes naturales son el queso, huevos,
pescados, legumbres, carnes, frutos secos, ajo, cebolla, col,
etc. Su exceso es eliminado a través de la orina. La carencia de
azufre, debido a su relación con la síntesis de las proteínas,
se puede ver reflejada en un retardo en el crecimiento. La dosis
diaria no está precisada, por tanto una dieta equilibrada es el
único seguro de su correcta dosis.
Microminerales u oligoelementos.
Los oligoelementos son elementos químicos que, aunque en muy
pequeñas cantidades, son requeridos para la vida de los
organismos. A veces también se les denomina elementos traza.
Hierro En el organismo se contiene de 3 a 5 gramos de hierro,
un 60% formando parte de la hemoglobina -gracias a la cual es
capaz de transportar el oxígeno de los glóbulos rojos desde los
pulmones a los tejidos-, un 10 % en la mioglobina, un 3% unido a
enzimas y un 22% formando ferritina y hemosiderina. El hierro se
asocia con la función inmune, aunque los mecanismos por los que
actúa no son bien conocidos. Parece, asimismo, que es muy
importante en el estado cognitivo (atención, aprendizaje o
memoria). Su déficit puede provocar anemia, agotamiento,
palidez, dolores de cabeza, caída de cabello, sequedad de la
boca, mayor propensión a infecciones y dificultades
respiratorias. Se encuentra en el hígado, riñones, pescados y
mariscos, ciruelas pasas, legumbres y verduras de hoja verde.
Las necesidades de hierro son de entre 10 y 15 mg. día.
Manganeso Interviene en el metabolismo de las grasas e hidratos
de carbono formando parte de diversas enzimas y en la producción
de hormonas sexuales. Es necesario para la utilización de la
vitamina E. En el organismo se localiza en su mayor parte en las
mitocondrias de todos los tejidos, siendo hígado, músculos, piel
y hueso los que contienen mayor concentración. Lo contienen en
gran proporción las nueces, los cereales enteros, legumbres,
remolacha y clavos de especia y es escaso en la carne y el
pescado. Con dietas normales no se estiman deficiencias. Su
necesidad está entre 2 y 5 mg. al día.
Flúor El flúor es necesario para determinar una estructura
normal del esmalte dental. El consumo de agua con 1 a 2 mg.
litro de flúor aumenta la resistencia del esmalte dental y
reduce las caries. Sin embargo, el consumo continuado de agua
conteniendo flúor en proporciones elevadas, puede producir
manchas en los dientes, además de efectos tóxicos. Parece
intervenir en contra de la osteoporosis e influye en el brillo
ocular. Su metabolismo es modificado negativamente por la toma
prolongada de corticoides y tranquilizantes. El flúor, aunque la
principal fuente de ingesta sea el agua de bebida, podemos
encontrarlo en los mariscos, algas y en la sal fluorada. Las
necesidades no se han determinado, pero no se debe consumir más
de 4 mg. al día.
Cobalto Su única función conocida parece ser la presencia en la
llamada coenzima B12, que participa como cofactor en un amplio e
importante grupo de reacciones enzimáticas. Es un antagonista de
la adrenalina a nivel de las terminaciones simpáticas. Tiene
acción hipotensora y vasodilatadora. La insuficiencia de cobalto
produce un déficit de vitamina B12 que se traduce en anemia
perniciosa. El exceso de cobalto ocasiona un aumento de glóbulos
rojos con mucha hemoglobina (policitemia) y muestra un
hematocrito alto. Las necesidades no se han precisado.
Yodo El ion yodo fue uno de los primeros oligoelementos al
que se le reconoció importancia en la nutrición, y es uno de los
más valiosos. Entre el 70 y 80% del yodo del organismo humano
adulto se localiza en la tiroides, siendo indispensable para la
elaboración de las hormonas tiroideas. Estas hormonas son
esenciales para el desarrollo normal y su deficiencia es causa
de retardo del crecimiento, alteraciones del sistema nervioso
central, sordomudez, cretinismo y disminución del cociente
intelectual. La deficiencia de yodo se traduce en una enfermedad
llamada Bocio o, también, Trastornos por deficiencia de Yodo (TDI).
Se encuentra en las carnes, pescados y mariscos, sal yodada,
agua y algunos vegetales en regiones no bociógenas. Se estima
que su ingesta debe estar entre 100 y 300 microgramos al día.
Cobre El cobre interviene en la formación de hemoglobina y
glóbulos rojos, es cofactor de diversas enzimas que intervienen
en la cadena respiratoria y favorece la utilización del hierro.
El 90% del cobre está ubicado en músculos, huesos e hígado. Su
carencia se da casi exclusivamente en niños. Existen dos
enfermedades genéticas en las cuales se presenta deficiencia de
cobre, una es el Síndrome de Menke, que se debe a una defectuosa
absorción intestinal, y la enfermedad de Wilson, debida al
excesivo depósito en los tejidos. El signo más dramático de la
deficiencia de cobre es la muerte súbita asociada a la ruptura
espontánea de un vaso sanguíneo mayor o del corazón. El cobre se
encuentra en el hígado, riñones, pollo, yema de huevo, pescados
y mariscos, cereales enteros, cerezas, legumbres, chocolate y
nueces. Las necesidades oscilan entre 1.5 y 3 mg. al día.
Cromo Este mineral se relaciona con el metabolismo de la
glucosa, posiblemente como un cofactor de la insulina. La
carencia provoca menor tolerancia a la glucosa, neuropatía
periférica, balance negativo de nitrógeno, menor cociente
respiratorio y adelgazamiento. Las causas de carencia se
observan por edad avanzada, diabetes, desnutrición
calórico-proteica, aterosclerosis y estrés. Abunda en el aceite
de maíz, ostras, almejas, hígado, cereales integrales, patatas,
carnes, agua potable y, sobre todo, en la levadura de cerveza.
Se estima que su ingesta debe estar entre 50 y 200 microgramos
al día.
Zinc El cuerpo humano contiene unos 2 g. de iones zinc, muy
concentrado en el pelo, piel, ojos, uñas y testículos, pero
también se halla en todos los tejidos y líquidos del organismo,
así como en las fracciones subcelulares. Debido a su gran masa,
la musculatura y el tejido óseo contienen aproximadamente el 90%
del zinc total. En la sangre, la concentración del zinc es más
elevada en los leucocitos y luego en los eritrocitos y en el
suero. Su absorción se realiza sobre todo en el duodeno, pero
también a lo largo del tubo digestivo. El déficit de zinc
produce retraso en la pubertad, pérdida del apetito, mala
cicatrización de heridas y quemaduras, menor resistencia a las
enfermedades, problemas de fertilidad masculina, dermatitis y
acné. Se encuentra en yema de huevo, carnes rojas, riñones,
pescados, ostras, calabaza, cereales integrales y alubias. Las
necesidades oscilan entre 10 y 20 mg. al día.
Selenio La función del ión selenio consiste en complementar el
efecto oxidativo de la vitamina E. Reduce los peróxidos y
aminora la formación de radicales libres. Proporciona un enlace
esencial en el mecanismo protector en contra de los daños
oxidativos. Previene la descomposición de grasas y otras
sustancias químicas del cuerpo. Se encuentra en todos los
tejidos y presenta elevadas concentraciones en el hígado,
riñones y corazón. Una adecuada ingesta alivia bochornos y
malestares causados por la menopausia. Los expertos aseguran que
el selenio y la vitamina E ayudan a reducir las probabilidades
de ataque al corazón, sequedad del cuero cabelludo y la caspa.
Uno de los efectos producidos por su deficiencia es la anemia.
Su exceso causa la Selenosis, caracterizada por fatiga, caída
del cabello, olor del aliento y elevada prevalencia de caries.
Se encuentra en los mariscos, riñones, hígado, carne y cereales.
En los vegetales, que es más aprovechable que el derivado de
productos animales, varía mucho su contenido según los suelos.
Sus necesidades oscilan entre 50 y 75 microgramos al día.
Otros oligoelementos como el Molibdeno, Arsénico, Boro, Bromo,
Níquel, Silicio, Vanadio, etc., son menos importantes y apenas
se conoce ni su función biológica ni enfermedades carenciales en
humanos.
SUGERENCIAS
Hemos de repetir que consumir complejos vitamínicos o minerales
sin un diagnóstico médico que certifique plenamente su
necesidad, además de que puede acarrearle múltiples trastornos y
problemas a esa salud que pretendía mejorar, es un absurdo que,
en el mejor de los casos, sólo servirá para que gaste tontamente
su dinero.
EXPERIENCIAS
Por ahora no podría contarles experiencias desde mi situación
como paciente de Artritis Reumatoide con respecto a los
minerales. No obstante, como me he impuesto que transcurra todo
este año para tener una visión más amplia con la que evaluar la,
hasta ahora positiva, remisión de mi enfermedad, tendré ocasión
para contarles cualquier circunstancia que pudiera darse durante
este tiempo.
Al hilo de ello, es muy probable que en este próximo mes de
Julio aproveche para hacer un balance de las experiencias
observadas en estos últimos seis meses.
Nota:
En La Web de la Artritis Reumatoide, además de
un consultorio on line, dispone de infinidad de
artículos sobre los alimentos, pruebas realizadas sobre estos,
el Régimen Ancestral estudiado y comentado por Alfonso Estudillo
y descripciones de
muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas y autoinmunes en general.