Ya nos ha visitado el invierno
tímido aviso
y luego, al no negarnos, más seguro de sí mismo.
Llevando las almas al dulce rincón
amparo de fuego y recuerdo.
Nutriendo los corazones de recogimiento
y hasta de imprevistos afectos.
Las cumbres más elevadas
fundidas con amantes blancos
y algunas laderas con jirones pálidos.
Entre las caricias y los besos
a la excusa del calor
vida nueva se asoma.
Pasan las semanas y las tierras distantes se llaman.
La madre Rusia desde su alma siberiana
nos ha enviado un beso
de hielo y aire puro.
Las ramas y las nubes se han unido en un abrazo de cristal y agua.
En el jardín sembrado de transparencias dos pájaros
azul ultramar y rojo escriben su historia
de intrepidez y supervivencia.
Una odisea cantada, bailada y volada
entre cielos de blanco, gris, azul …
y alfombras de sal y diamantes.