Los recursos de la lengua para crear nuevas relaciones
sintagmáticas y paradigmáticas están en razón de quien las
necesita para representarse una nueva percepción dentro de su
experiencia lingüística (como el pintor con los colores y el
músico con los sonidos). Para el poeta habría que establecer el
siguiente binomio: Lenguaje=realidad. Se ve ésta a través de
aquél. (¿Quién la ve? El que vive el espíritu del lenguaje
escrito como obra de arte. La masa común de los hablantes emplea
las fórmulas gramaticales de manera automática.)
Son las ya famosas piezas de un juego que el hablante creador
combina más allá de un uso ya automatizado -en el decir de los
formalistas, en concreto, Shklovsky-. Ahora bien, la motivación
parte de un deseo que quizá no tenga nada que ver con la lengua
misma (aquí podríamos invocar la Psicocrítica, ya sea de raíz
freudiana, ya sea según los criterios de sus seguidores Adler y
Jung). Un mundo nuevo requiere una nueva “visión” lingüística en
el orden de la percepción escrita.
Tendríamos que preguntarnos si la evolución del lenguaje
literario dentro de la lengua como sistema no habrá estado en
razón de las vivencias de un amante de las palabras.
Para el Estructuralismo el individuo es hábil nada más que para
poner en juego esos elementos preexistentes de la lengua. Más
que creador, es un jugador. Es decir, ese estructuralismo
desecha tanto al objeto real como al sujeto humano y sólo queda
entre ellos un sistema de reglas.
Sin embargo, la insatisfacción con las expresiones ya conocidas
y calcificadas, le lleva a una búsqueda de nuevos apareamientos
de las piezas del sistema. Sospechamos que una elección de
ciertas palabras -digámoslo en términos generales- le es lícito
al hablante-escritor y esta licencia le conduce a elegir unas y
a rechazar otras. Aquí entraríamos en la Estilística cuando ésta
pondera la entrada en escena de la afectividad, según Bally, si
bien éste la restringe al habla y no a la lengua, opción que sí
aceptó Marouzzeau.
Posiblemente nuestro insatisfecho hablante-escritor se sienta
impulsado por la intuición de que actúa bajo unos impulsos
electivos que le llevan a humanizar el sistema de la lengua
hasta sacar de éste, sin rupturismo alguno aún, combinaciones
que van más allá de la escritura que le imponen los temas
extraliterarios. Ya sabemos cómo el New Cristism indagaba tan
sólo lo específicamente literario de los textos. Pero avancemos
en este camino hacia la creatividad, reseñando antes que,
mientras los partidarios del New Criticism concebían la
literatura como una forma de entendimiento humano, los
formalistas postulaban la literatura como un uso especial de la
lengua. Ya hemos aludido a la desaumatización o extrañamiento.
Es decir, remozar el lenguaje limpiándolo de expresiones
empleadas automáticamente, como lo hace la gran masa de los
hablantes, habida cuenta que la vida social necesita el uso de
sus jergas para la comunicación diaria y básica.