“Tienes que decir la palabra que te permita salir.
No puedes decir una palabra que alguien haya dicho antes de la
isla.
Y tampoco una palabra que para ti no sea importante.
Tiene que ser una palabra que tú desees mucho.
Son las reglas”
(“Los cuentos de Nelly”)
“MÍRATE, NOS PARECEMOS UN POCO”
A MODO DE PRESENTACIÓN:
Para
Carles -o Carlos- Prats, un buen escritor “debe amar lo que
escribe, con pasión, mimándolo hasta el punto en que su creación
tome vida propia y pueda desprenderse de él para llegar al
infinito”. Y es que Carles Prats Domènech escribe por afición y
por devoción. Hace de la escritura su válvula de escape, pero se
lo toma muy en serio, puesto que su obra, aún, por desgracia,
inédita, tiene una calidad literaria que la hacen digna de ser
publicada.
Con absoluta humildad y transparencia, cuando se le pregunta por
qué es tan difícil publicar, responde: “Creo que es una mera
cuestión de cantidad. Imagino que para los editores de hoy hay
demasiado donde elegir. También es importante recordar la
influencia que ejerce la personalidad en lo escrito, quiero
decir que si alguien es mediático puede publicar lo que quiere,
si es desconocido tiene que abrir demasiadas puertas , hasta
extenuarse”.
De ahí que en esta sección, por amistad, pero, sobre todo,
porque entendemos que tiene mucho que decir y que lo sabe
expresar muy bien, nos centraremos en su obra en prosa; pero
antes vamos a tratar de conocer mejor a este hombre, leo por más
señas, que se nos presenta como una caja de sorpresas que todos
deberíamos poder leer.
Carles Prats nació un 18 de agosto de 1962, en Reus, aunque
siempre ha vivido en Salou, donde cursó sus primeros estudios.
Persona inquieta y dispar, se inclinó por la Formación
Profesional, en la rama de mecánica, aunque se dio cuenta de que
ahí no estaba su camino. Así, acabó estudiando COU y en 1984 se
matriculó en Filología Hispánica, llevado, quizá, de sus ganas
de aprender a escribir. “Me licencio –dice- entre libros y
novelas que dejarán en mí una huella que, aunque escondida
durante un tiempo, resurgirá en forma de pluma y tintero”.
En la actualidad, profesionalmente, está muy alejado de las
letras puesto que, en el año 2001 aprobó unas oposiciones a
funcionario de la Generalitat de Catalunya y, hoy por hoy,
trabaja como Supervisor de contabilidad y control, “algo –según
comenta- demasiado alejado de mis principios, pero muy sugerente
y alentador al mismo tiempo”. También es aficionado a escuchar
todo tipo de música, en sus ratos libres y eso lo plasma en su
literatura también.
Persona positiva y tremendamente dinámica y activa, no vacila
cuando afirma que “A la vida le debo el placer de conocer
personas maravillosas que me han ofrecido siempre más de lo que
les he dado”. Está casado y es padre de Paula que, en la
actualidad tiene 9 años, de la que está profundamente prendado:
“Paula, que así se llama ese pequeño espacio relleno de cielo
que me alegra cada día -confiesa Carles-, ha sido capaz, a pesar
de su corta edad, de ilustrar con destreza los cuentos que le he
dedicado, así como las portadas de las novelas que he escrito”.
Precisamente, gracias a Paula, se inició en la prosa y a ella
dedica unos preciosos cuentos titulados “Els contes de la Paula”
(“Los cuentos de Paula”). Cabe señalar que nuestro escritor
suele escribir sus novelas en castellano, pero tiene también
buena obra en catalán puesto que es un escritor bilingüe.
OBRA EN PROSA
No hace muchos años –dos o tres, a lo sumo- contacté con él, y
me dejó leer su La luz de las nubes, una novela introspectiva,
escrita en segunda persona, de la que nos ocuparemos más
adelante. Con el tiempo, he ido leyendo casi todo lo que ha
escrito y pienso que ya es el momento de que dé el salto y de
que sean muchos sus lectores; pero quizá sea mejor que él mismo
nos explique alguna de sus características. “Para ser sincero
–cuenta-, creo que escribo desde que, a los quince años, alguien
me dio motivos para expresar aquello que mi boca fue incapaz de
decirle. Unos 29 años. Por aquel entonces sólo poesía. Realmente
fue en el año 2004 cuando me decidí a poner en un papel mi
primera novela, que hacía mucho tiempo que bullía en mi
interior”.
Nuestro escritor, hasta la fecha, ha escrito novela intimista,
policíaca, cuentos y también poesía, aunque aquí sólo nos
ocuparemos de su prosa, ya que, según Carles afirma: “He escrito
poesía, ese ha sido mi inicio. Mi poesía siempre ha sido
dirigida, con un ulterior deseo de entrega hacia alguien. Todos
mis poemas han tenido siempre un destinatario final. No es nada
original, para mí eran, y son, pequeñas cartas de amor
entregadas, nubes de papel que, al abrirlas, dejan caer la
lluvia del sentimiento de su interior. Imagino que la facilidad
de ver concluido aquello que has empezado es lo que me empujó a
escribir poesía y dejar de lado la prosa. Con el tiempo he
aprendido que vale la pena intentar aquello que crees e ir más
allá de una página conclusa”.
Otra opción para publicar es la de los premios literarios,
aunque Carles no se fía demasiado de ellos: “Deberían seguir
existiendo, pero quizá enfocados de otro modo. Quizá habría que
orientarlos más de cara a nuevos valores, a aquellos que,
simplemente, desean ver su obra publicada y ése es el mayor
premio. Si el Premio Planeta, por poner un ejemplo, no tuviera
dotación económica, seguro que abriría un mundo de posibilidades
y sería un negocio igual de espléndido para la editorial. Pienso
que deberían ser más transparentes y asequibles, más creíbles y
menos localistas, pero, insisto, por encima de todo deberían
seguir existiendo”.
Carles recibe influencias diversas a la hora de escribir y
podríamos decir que es ecléctico. A la hora de hablar de sus
lecturas y del tipo de literatura que prefiere, no duda cuando
expone: “Me gusta conocer, así que podría responder que toda, o
casi. He leído auténticas novelas insoportables de escritores
americanos líderes en ventas, y las he terminado, y también
otras de escritores, consagrados o no, que me han impresionado
hasta diluirme por entre las palabras escritas. Me gusta la
novela, sobre todo, pero también la poesía, dosificada, el
ensayo, cuando el tema me parece sugerente, y cualquier
recomendación o descubrimiento”. Dice que le gusta mucho Juan
Marsé y Juan Goytisolo, que le impresionó “Cien años de soledad”
y que se considera admirador de Carlos Barral; aunque tampoco
desdeña al Vargas Llosa, antes de la aventura presidencial.
Le interesa la dimensión psicológica de sus personajes, como sin
duda tendremos ocasión de comprobar. A la pregunta de cómo
calificaría él mismo su obra, responde con honestidad: “Creo que
sería incapaz de calificarla, a pesar de ello haremos un
intento. La mayor parte de lo que he escrito es de carácter
intimista, sin diálogos, expresando sensaciones que producen
cosas que me han pasado, que he moldeado, que he inventado...
Pero también he escrito un par de novelas de carácter policiaco
irreverente, plagadas de humor grueso y diálogos exagerados”. Su
última novela, “El peso del miedo”, es una obra escrita de
manera ágil, donde la trama está al servicio de la historia. El
propio autor dice que, antes de escribirla, leyó a Dan Brown y
que, sin duda, algo se le ha pegado.
Hasta la fecha, septiembre de 2007, pues, ha escrito estas
novelas y colecciones de cuentos, todo inédito aún. Sus títulos
y algunas características son:
-“La luz de las nubes” (2004), como decíamos en líneas
anteriores, es una novela intimista, de aire subjetivo,
protagonizada a dos bandas, por una pareja de enamorados que
cuentan su historia y sus momentos límite.
-“Un rumor invisible” (2005), podríamos afirmar que sigue la
línea de la anterior, aunque en primera persona y siempre desde
el punto de vista masculino.
-“La Massó coronada pel cul” (2005) y “La presidenta atortugada”
(2005), ambas escritas en catalán, que pertenecen al género
policíaco. Ambas están protagonizadas por el subinspector Rodri,
un tipo curioso, que habla una mezcla de castellano y catalán
que lo hacen muy peculiar. Son novelas irreverentes,
divertimentos del autor que, bien seguro, pueden ser sólo dos
títulos en la serie de casos de Rodri. Son dos novelas ágiles de
leer, donde domina la acción y el diálogo, lo cual es
infrecuente en el resto de su producción. Nos encontramos, pues,
ante un escritor que maneja distintos estilos y distintos
registros.
-“Los cuentos de Nelly” (2006), en versión reducida y ampliada,
que son una colección de cuentos donde se trata de demostrar que
lo esencial está dentro. Siguen, de alguna manera, la línea de
las dos novelas iniciales, aunque echando mano de la fantasía.
Estos cuentos son: “Deseo”, “La caja de zapatos”, “Para
sonreír”, “A tu lado”, “Siempre”, “Los tres dientes”, “El
tesoro”, “Escondido en el fondo del mar”, “Donde los dragones
existen”, “Y las hadas no son fantasía”,”Las marionetas, “En un
universo”, “Desconocido”, “Lejos”, “Entre el mar y la sal”, “El
cuento triste”, “Existe a veces”, “Por entre los árboles”,
“Donde las mariposas ofrecen”, “El polvo mágico”.
-“Los cuentos de la Paula” (2007), escritos para su hija Paula e
ilustrados por ella misma, forman un ramillete escogidos de
cuentos protagonizados por la niña y por diversos animales, para
demostrar, en suma, el valor de la amistad. Están escritos en
catalán también y sus títulos son: “La Paula i el elefant poruc”,
“La Paula i el mico que no volia baixar de l`arbre”, “La Paula i
la lluna blava” y “La Paula i el gelat de maduixa”. Cabe añadir
que todas sus novelas están ilustradas por Paula, con la que
forma un equipo bien singular.
-“El peso del miedo” (2007), que es una extensa novela, muy
diferente a las anteriores, protagonizada por un vagabundo
local, puesto que se desarrolla en Salou, pueblo que, como ya
sabemos, es donde reside el autor. Es, hasta la fecha, su obra
más ambiciosa.
NARRADOR Y ESTRUCTURA
“La luz de las nubes”, su primera novela, es una obra arriesgada
en cuanto al uso de la persona narrativa puesto que alternan la
segunda persona, con la primera y, también, la tercera. Se trata
de un claro ejemplo de perspectivismo en donde dos personajes,
que forman pareja, David y “Júlia” (con tilde, porque es el uso
catalán del nombre, aunque nosotros lo obviemos a partir de
ahora), hablan o reflexionan o recuerdan su relación amorosa,
paso a paso.
El libro se divide en tres partes, “David”, “Julia” y “Epílogo”
y es una especie de obra coral en la que el lector va viendo los
mismos acontecimientos, pero desde distintos puntos de vista.
Así, sin ir más lejos, cada una de las dos primeras partes, se
divide en los mismos capítulos y con los mismos nombres:
I. El Encuentro
II. El primer paso
III. Convivencia
IV. Los cuentos
V. París
VI. Lujuria
VII. Concierto
VIII. Reunión
IX. Distancia
X. Intermedio
XI. Regreso
XII. Separación
XIII. Impotencia.
En cada uno de los capítulos, David o Julia, según sea,
desgranan sus recuerdos y sus vivencias en torno a su relación
amorosa, a veces piensan de manera totalmente distinta, aunque
reconocemos el mismo hecho y nos choca cómo dos personas –dos
personajes- son capaces de vivirlo de manera tan distinta, igual
que en la vida misma.
“Un rumor invisible” está formada por 18 capítulos más otro que
el autor llama “Último”. Va acompañada por un CD de pequeñas
piezas musicales que forman un todo con la historia y cada parte
viene precedida por unos fragmentos de estas canciones. La
novela empieza in media res y está contada, desde el presente
hacia el pasado, en primera persona por un hombre joven que,
obsesionado por Irene, no sabe cómo reconducir este amor que se
le esfuma de las manos por su culpa.
Las novelas policíacas están escritas en tercera persona,
siguiendo el estilo habitual del género, en la línea, podríamos
decir, de Eduardo Mendoza, quien es un autor que, posiblemente,
haya influido en Carles Prats.
“Los cuentos de Nelly”, repartidos en varias entregas, están
narrados también en tercera persona, pero domina el diálogo,
puesto que interesa mucho saber qué piensan los personajes a
cada momento.
“El peso del miedo”, está dividida en 75 capítulos de distinta
longitud y escrito en tercera persona. Los acontecimientos
suceden en un verano, un mes de agosto, en el Salou dispuesto
para vivir su festividad más importante, la del 15 de agosto. La
novela es interesante puesto que, cuando llegamos al final,
vemos que es el fruto de uno de los personajes, de Víctor, el
periodista que ayudó a desentrañar el asesinato de Rufo, el
vagabundo . No obstante, aún hay más, como le dice su novia
Alicia y en el último capítulo, cuando ya ha pasado casi un mes,
descubrimos la terrible verdad, como ya veremos más adelante.
Hay que destacar el uso ágil del diálogo y no sólo eso, sino que
Carles Prats maneja el diálogo trunco, esto es, conversaciones
telefónicas de las que sólo tenemos una voz y hemos de
imaginarnos al otro interlocutor.
Hasta ahora no hemos hablado del tiempo ni del espacio en la
obra de Carles Prats puesto que no eran los aspectos que más
llamaban la atención; pero sí queremos detenernos, aunque sea
brevemente, en “El peso del miedo” puesto que aquí tanto tiempo
como espacio son importantes y están muy claramente definidos.
En cuanto al tiempo, ya lo hemos señalado y en cuanto al
espacio, también, pero queremos profundizar algo más. “El peso
del miedo” se desarrolla en Salou, en la Costa Dorada y aparecen
sus calles, sus monumentos emblemáticos con total nitidez, pero
Prats los dota de un algo especial puesto que los convierte en
materia literaria. Así, la Iglesia Santa María del Mar está
comunicada, por un pasillo secreto, con la Torre Vella y el
misterio se da la mano con la realidad. Es una novela, aunque
situada en aspectos locales, que trasciende lo meramente local y
que fascina puesto que la historia que plantea, entre el
suspense y la novela policíaca, no deja indiferente al lector.
Carles Prats, en la novela, hace mucho más que darle sentido a
unas calles que conoce desde siempre, les da vida, les da
protagonismo y Salou se convierte en un personaje más. De alguna
manera, la pequeña Iglesia Parroquial de Salou se convierte,
salvando las distancias, en lo mismo que Nuestra Señora del Mar
en “La Catedral del mar”, de Ildefonso Falcones.
SENTIMIENTOS AL LÍMITE
“La luz de las nubes” nos habla del principio de un amor, de su
consolidación y de su quiebra, aunque quizá no sea quiebra del
todo, sino un vaivén de la vida. Está lleno el texto de
antítesis porque todo en esta historia de amor es una paradoja
vivida a mil por parte de David que se siente ofuscado y vivida
de manera más serena, aunque también dolorosa por parte de
Julia. En esta historia amorosa, llevada con total vehemencia,
la presencia del sexo, por descontado, no puede faltar y así
dedica todo un capítulo a la “Lujuria”: “Sólo sabes que en una
relación el sexo y la pasión van de la mano, se acarician
constantemente, llegando a sobrepasar los sentidos usuales”
(pág. 30). David y Julia se aman, aún después de la ruptura: “Se
abrazaron, con fuerza, entrechocando los cuerpos hasta casi
hacerse daño, como integrándose en una desesperación que iba
desapareciendo, deseándose, y se besaron , con fuerza
desacostumbrada, con deseo descontrolado, dándose cuenta que los
dos habían pensado las mismas cosas en los mismos momentos,
sufriendo con el mismo dolor, añorándose con la misma
desesperación, buscándose en el mismo vacío” (pág. 120).
Muchas veces el azar interviene y es decisivo. Cuando David cree
que es Julia quien ha tenido un accidente de moto –su moto-
piensa que ya no podrá volver a levantar cabeza, se siente morir
y cuando averigua que ha sido una amiga, aunque suene egoísta,
cree de nuevo en la vida. Julia, en el epílogo, escribe en
primera persona y trata de poner las cosas en su sitio, de
tender un puente hacia la esperanza: “El amor no surge para
esconderse después, se camufla por entre el tiempo hasta que
decide mostrarse con amplitud, inexorablemente, para adueñarse
de cada poro de nuestro ser y dibujar una nube en forma de
corazón. Si eso ocurre, y uno deja que eso ocurra, el final se
prevé lejano, inalcanzable, incluso doloroso, así todo pasa y se
muestra simple, como si se infiltrara por entre la piel.” (pág.
138).
En un “Un rumor invisible” también asistimos a la confesión
descarnada de un hombre que se debate entre el querer y el
poder, que no sabe cómo asir una relación amorosa que se le va
de las manos por su torpeza y que da vueltas, una otra vez, al
pasado con la intención de entender por qué ha perdido a Irene:
“La amo con esa locura frenética que me lleva a romper con la
cadena más poderosa. Es para mí, lo sé, no puede ser de otro
modo, siempre ha sido así, desde el principio, pero quizá no la
amo lo suficiente. ¿Lo suficiente para qué? La he dejado
marchar, casi la he obligado, ya no me sirven las excusas, ya no
me valen las causas, sólo debo asumir las consecuencias, todo lo
que proviene del error absurdo, de la decisión incomprensible,
de mis razones estúpidas. ¿Qué me está pasando?” (pág. 8).
“Los cuentos de Nelly” se centran en la historia, medio real,
medio fantasiosa, de Nelly y Raúl, quienes viven, a caballo de
la vigilia y el sueño, un romance, lleno de elementos mágicos,
pero también de dolor y sufrimiento, aunque domina el amor.
El sexo, la pasión amorosa, todo lo que acerca a los enamorados
es tratado por Carles Prats con elegancia, pero sin hurtarnos
detalles: “Muchas veces todo consistía en un paseo, en ir al
cine, en tomar una copa, en cosas sin sexo implícito, y eso me
gustaba, me hacía sentir especial, me hacía notar que nos
queríamos. El sexo siempre fue ese complemento que hace más
dulce aún el pastel, le da una forma sugerente y apreciada, pero
no lo constituye como un fin” (pág. 89). Quien esto piensa, el
protagonista de “Un rumor invisible” acude al psicólogo porque
necesita poder orden en su vida y éste le aconseja “sexo”, con
lo cual se inicia un problema para Irene, su posible pareja, ya
que tendrá remordimientos puesto que está casada y es madre de
una hija.
Nelly, por su parte, también tiene alguna escena de sexo con
Raúl, aunque los cuentos que protagoniza, en principio, son más
etéreos.
Y, por supuesto, las posturas grotescas en las que aparecen las
dos mujeres asesinadas en “La Massó coronada pel cul” y “La
presidenta atortugada” tienen que ver, ya no con el sexo, sino
con lo grotesco, con lo pérfido, podríamos decir.
En el otro extremo del péndulo, alejado de las relaciones sanas
que nos enriquecen, se encuentra el sacerdote Abel, en “El peso
del miedo”, un cura que ha sido trasladado de destino, desde
Madrid a Salou, por acusaciones de pedofilia. Lo sabemos al
final del relato y nos estremece.
Por lo tanto, las pasiones humanas, las buenas y las malas, lo
que nos hace mejores y lo que nos envilece, todo tiene cabida en
las novelas de Prats puesto que él quiere reflejar un aspecto de
la complicada naturaleza humana.
PERSONAJES
Carles trabaja con pocos personajes, en los que se centra, desde
dentro. Hay muchas de sus vivencias personales en estos otros
seres no tan de papel como pareciera. David, en “La luz de las
nubes”, de manera retrospectiva, va recordando lo ocurrido
veinte años atrás, va dándole vuelta a sus obsesiones hasta
configurar una historia llena de luces y sombras, de pasiones y
soledad. Julia, por su parte, más exacta, en tercera persona,
pone en su lugar los excesos de David, los excesos y las
vehemencias de un carácter tremendamente pasional.
A David hay un narrador externo, que acaso sea la misma Julia,
que le pone el dedo en la llaga, que le remueve todo, que le
hace ver su parte de culpa; después él pasa a la primera persona
y trata de analizarse, aunque sin éxito. Al fin y al cabo, son
dos personajes redondos que evolucionan a lo largo del relato y
que, sin duda, no han acabado aún de evolucionar porque hay
aspectos autobiográficos en esta historia, como decíamos antes.
Lo intuimos en la poesía que se imprime, en la vehemencia de los
sentimientos y, por último, en esa especial gusto por los
cuentos, por la música, por la afición a la escritura, por la
palabra exacta que tanto importan a su autor, a Carles. Así dice
David, como podría decirlo el propio autor, al hablar de un
trabajo que loe deja libres las tardes: “Y podía escribir, por
lo menos podía intentarlo, con tiempo, con calma,
desahogadamente” (pág. 2).
David es una persona que quiere salir de la rutina, que piensa
que el mundo es algo más y que se muere por romper las cadenas:
“Las mismas costumbres de cada día los mismos rutinarios
movimientos, todo igual, como siempre” (pág. 2). Se enamora de
Julia porque presenta una combinación extraña, es dulce, pero
insumisa. Julia, por su parte: “Amaba a David, lo amaba con una
fuerza que desconocía, por motivos ocultos que jamás
comprendería, pero que la atenazaban hasta hacerla feliz, hasta
llegar a descubrir que la felicidad aún tenía dibujado su
nombre” pág. 118).
El personaje principal de “Un rumor invisible” es un hombre que
se confiese neurótico y obsesivo y amante de las nuevas
tecnologías. Viene a ser la continuación de David, si cabe aún
más agobiado y metido en su propio círculo. Son estos personajes
masculinos muy característicos de Carles Parts, por lo que
vemos. Se trata de hombres jóvenes, muy obsesivos, a veces
rayando la paranoia, que dan vueltas a las cosas una y otra vez,
que son muy observadores, que se fijan en los más mínimos
detalles, a los que les gusta la música (la alusión al grupo
Coldpaly no es infrecuente en sus obras), la escritura, la buena
mesa y que se sienten solos, desolados por no haber sabido
reconocer el amor o, por lo menos, por no haberlo sabido
apresar. Frente a David y el personaje de “Un rumor invisible”
están Julia e Irene, dos mujeres serenas, dos mujeres admirables
que tienen una intuición desmesurada y saben que algo no va mal.
Ni Julia ni Irene nos lo dicen en primera persona, pero se deja
entrever. Julia sigue enamorada de David, pero no sabe muy bien
cómo reconducir la relación, a raíz de la aparición de Marta, no
sabe si David la ama de verdad o es sólo un espejismo: “Es
cierto que Marta aprisionó una parte de mí, me cautivó, bueno,
me dejé cautivar, por su corazón sincero, por sus dulces
palabras. Pero nunca dejé de amar a Julia, nunca jamás, aunque
eso ahora ya no puede creerse” (pág. 44).
Irene está casada y es madre de una hija, pero está dispuesta a
cambiar de vida, al menos hasta que hacen el amor. Entonces
tiene miedo y se repliega en su hija. David y Julia, nótese la
diferencia, han decidido no tener hijos; en cambio Irene ya
tiene una hija. Tanto los hijos no engendrados como la existente
son motivo de desencuentros, de zozobras: “Su hija, esa fue la
respuesta. No podía hacerle eso a su hija, no iba a separarse de
su marido, a dejar su vida conyugal, su hija no se lo
perdonaría, no podía permitirse ese lujo. Aún era pronto, era
demasiado joven, demasiado acostumbrada a su hogar. No podía
continuar. Irene decidió la noche antes que todo debía terminar,
dejar atrás esos momentos vividos como un recuerdo bonito,
olvidarse de mí, centrarse de nuevo y continuar con su vida,
monótona o no” (pág. 119).
Los personajes de las novelas policiacas son más planos y
prototípicos. Ambas novelas, “La Massó coronada pel cul” y “La
presidenta atortugada” nos hablan de asesinatos de mujeres muy
parecidas, podríamos decir. Tanto Massó como Roser son mujeres
prepotentes, de mediana edad, que se creen imprescindibles y que
acaban jugando con juego. Las dos son asesinadas de manera
grotesca, escatológica, podríamos decir y eso da lugar a una
serie de escenas esperpénticas y a la intervención del
subinspector Rodri, que aparte de la mezcolanza que habla entre
catalán y castellano, es un hombre deductivo, que sigue siempre
los indicios y que acaba, a la manera de un detective clásico,
pero más hiperbólico, charlando con el asesino y diciéndole, en
su cara, que es él y no otro al que busca.
Raúl y Nelly, en “Los cuentos de Nelly” son personajes etéreos,
que parece que se vayan a desvanecer en cualquier momento, sobre
todo Nelly, quien se caracteriza por una sonrisa hermosa, de
“tres dientes” y por el poder balsámico que tiene su presencia.
Nelly, no obstante, también fluctúa en sus sentimientos porque
está madurando y eso siempre provoca desconcierto: “A Nelly se
le hacía extraño, no acababa de comprender lo que le ocurría,
siempre había sido una muchacha feliz, sin embargo, ahora,
aunque su felicidad fuera más intensa, chocaba con momentos de
tristeza. Esa felicidad no seguía una línea recta en su
universo, iba sembrando picos que hacían que se sintiera
inmensamente feliz a cambio de otros en los que una leve
tristeza la invadía” (pág. 2).
En “El peso del miedo”, novela coral, los personajes entran y
salen, actúan y se van. Es una novela rápida, de gran intensidad
narrativa. Rufo, el vagabundo, es el eje de la trama; pero los
protagonistas son Víctor, un chico joven, con unas
características similares a otros personajes de Prats (le gusta
la música, escribir, es observador, algo obsesivo), Abel, el
sacerdote que esconde un pasado turbio, Enzo, el pobre pescador
utilizado y engañado, Ezequiel, el asesino inducido y otros
muchos, como Alicia, quien cumple con el papel femenino que ya
conocemos de mujer hermosa, con un toque de ironía, lista y
intuitiva, y muchos otros, Mateo, por ejemplo, los inspectores y
un buen número de figurantes que hacen de la novela una especie
de novela-río. Rufo es el personaje que centraliza toda la
trama, un buen dice aparece muerto y lo que parecía un accidente
casual, por culpa del viento y de las grúas, ya que lo atraviesa
la veleta de la iglesia, resulta ser un asesinato y es que Rufo:
“... es un hombre muy rico y que, no se sabe muy bien por qué,
decidió un día vagabundear y renunciar a todo lo que tenía. Por
lo que sé viene de Madrid...” (pág. 109). Ahora Rufo se ha
convertido en un deshecho humano, pero tiene propiedades y hay
algunos que lo saben y no descansarán hasta conseguirlas.
ESTILO
“La luz de las nubes” es un libro sin diálogos, introspectivo,
lleno de preguntas sin respuesta y cuajado de pensamientos que
podríamos calificar de poéticos. Un halo de lírica envuelve toda
la historia, aunque los sentimientos aparezcan en carne viva.
Decimos esto porque, incluso, se incluyen algunos poemas, del
propio Carles, que, haciendo una pirueta narrativa, los pone en
boca de David. David escribe poesía y encandila a Julia con
ello: “Siempre decía que eran geniales, que le encantaban, que
supuraban emociones y que a ella le encantaría poder
escribirlos. Muchas veces le expliqué que era ella quien los
escribía, que sin ella yo no sabría qué poner en ese papel, que
todo lo allí escrito era lo que ella me contaba con voz callada
y yo, con la facilidad que da el conocer la historia, sólo me
dedicada a transcribir con lucidez su silencioso mensaje,
dejándolo posarse en hojas blancas:
Simular el silencio con tu voz,
Descansar, resguardado, bajo tu rostro,
Vencido por la tempestad de tu cuerpo...” (pág. 16 y ss).
Carles Prats gusta de innovar y de practicar nuevas formas y
estilos. Es capaz de escribir una prosa emotiva y muy sutil,
como en “Los Cuentos de Nelly” y, cuando así lo exige la novela,
pasarse a un tono chusco, mordaz, de humor negro y satírico como
ocurre en las novelas policíacas. Por otro lado, pretende bucear
en la mente de sus personajes, de ahí que trate de ajustarse a
las características psicológicas de cada uno. Ahora bien, hay,
en sus novelas, pasajes muy hermosos, llenos de lirismo, cuando
describe la luna, por ejemplo o evoca escenas felices de los
personajes.
Prats juega mucho con las antítesis y con las paradojas, aquello
que parece que no es lo que, al final resulta ser: “Hay quienes
ven cosas y se preguntan ¿por qué? Tú, a veces, sueñas cosas que
nunca han sido y te preguntas ¿por qué no? Tal vez esa es la
diferencia entre las diferentes realidades” (“La luz de las
nubes”, pág. 34).
“Un rumor invisible”, sin duda, también está lleno de oxímoron y
de paradojas: “¡Cuánta mentira encierra la verdad! ¿Acaso ella
no desea que mienta? No, no, es así, no quiere que mienta,
quiere escuchar aquello que le gusta, sentir lo que yo le puedo
provocar, notar que estoy a su lado, siempre, para siempre,
eternamente” (pág. 12). Es el propio protagonista quien,
desesperado, piensa o escribe acerca de su amor hacia Irene: “Es
una locura insistente, que se va alojando para no dejarte en
paz, disfrutando con una paradoja que ya no quieres creer,
mezclándote en un mar por el que vas flotando y hundiéndote a la
vez” (pág. 129). Y es que, y nos atrevemos a decirlo, Prats bebe
en las fuentes de la tradición barroca española y sabe, como
Lope de Vega, mucho de la desesperación amorosa y de las
contradicciones que produce, como bien escribiera el maestro en
el soneto que, con seguridad, todos conocemos y que
transcribimos para tratar de resumir con palabras maestras la
desazón que sienten los personajes masculinos de Prats:
“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor; quien lo probó lo sabe”.
PENSAMIENTOS PROFUNDOS
A David, al principio, alguien, esa especie de conciencia que
puede ser Julia, le echa en cara su postura ante la vida: “Eres
terriblemente absurdo, hambriento de lo que no tienes,
desesperado, pero te dejas llevar por la irracionalidad, no hay
desaliento, ni compromiso, existe lo que es, lo que no es sólo
es un invento y tú te apartas de los inventos, de las
posibilidades remotas de lo que no ha sido todavía, de lo que en
silencio mueve el pabilo de tu vela anaranjada, eso que tú, aún
hoy, llamas imposible...” (pág. 2).
Nótese, lo que decíamos hace un momento en cuanto a las imágenes
líricas, propias de la poesía, al lado de un uso muy cuidado de
las palabras. Por otro lado, a Carles Prats le gusta, en boca de
sus personajes, filosofar y pensar en voz alta acerca de lo
divino y de lo humano. No duda en reflexionar sobre las
cuestiones que a él, por supuesto, más le preocupan: el amor, el
dolor, la soledad, los recuerdos, el paso del tiempo... Así,
leemos: “Soledad, esa oscura sensación que va apoderándose de
ti. Nunca habías pensado que fuera de esa modo. Devastador
sentimiento que va llenando con ausencia. Poco a poco vas
recordando cada segundo, cada instante que te ha llevado al
propio recuerdo. Eso es la soledad: una ausencia de todo llena
de recuerdos que ya no pueden ser” (“La luz de las nubes”, pág.
47).
En “Un rumor invisible” también encontramos pensamientos
trascendentales, pequeñas perlas de una existencia angustiada y,
a la vez, esperanzada, en terrible antítesis: “Aún creo en la
felicidad, por absurdo que pueda parecer, aún creo que el
resultado de la desesperación puede reconvertirse, quizá mañana,
quizá más tarde.” (pág. 10).
“Los cuentos de Nelly” están llenos de pequeños pensamientos, de
fórmulas de vida condensadas que nos hablan de lo fácil que es
ser feliz si no nos equivocamos de camino porque, el tesoro que
todos tenemos es “aquello que surge de dentro y que tiene el
mayor valor del mundo, el único tesoro que se puede tener y, al
mismo tiempo, compartir” (pág. 8).
Rufo, el vagabundo de “El peso del miedo” es como parte del
paisaje y nadie es conciente de ello, hasta que desaparece. Y
así dice el narrador: “Son aquellas pequeñas cosas a las que no
se da importancia por rutinarias, pero que se vuelven extrañas
cuando no ocurren. Rufo nunca había sido consciente de lo que
significaba en ese sentido, tampoco los que aquel día lo echaron
de menos habían pensado que sus vidas, a veces, se movían por
entre los mismos entresijos y que, sin tener demasiada
importancia, notaron que algo empezaba a ser distinto” (pág.
136).
LA VIDA QUE NOS SORPRENDE
“La luz de las nubes” se inicia, como sabemos ya, con esta
presencia de la conciencia que increpa a David y lo atormenta o
lo pone en su sitio. Después, el propio David sigue devanando su
historia. Hay varios momentos clave, como el viaje a París, los
poemas que él le escribe a Julia y los cuentos que le cuenta,
que extrae de un curso con el profesor Tarrés. También hay, por
supuesto, descripciones de su relación íntima, sexual y esa
especial ternura que se imprimen dos cuerpos que se desean.
Interesa mucho ver cómo, paulatinamente, David y Julia se
acercan, cómo se describe ese proceso y cómo también se
resquebraja porque Julia pierde la confianza en David por la
aparición de otra mujer, Marta. Es una novela, en principio, que
cuenta una historial real, llena de recovecos, eso sí, pero con
elementos extraídos o de la propia experiencia o de la
observación directa de la realidad. David y Julia, como
cualquier otra pareja, poca a poco se van aproximando, casi sin
darse cuenta: “Empezamos a organizar nuestras vidas con
tranquilidad. Mi apartamento fue perdiendo cada vez más cosas
para quedar finalmente vestido con cuatro muebles y nada más. El
traslado fue lento, asíncrono, sin una constancia que pudiera
mantenerse” (pág. 13). Nada escapa a la visión del personaje que
cuenta con absoluta naturalidad: “A ninguno nos deleitaba
cocinar, recuerdo que al principio fue uno de los temas
estrella, pero ella sabía hacerlo mejor que yo. Nos repartimos
las tareas de la casa, bueno, no las repartimos, las hacíamos
entre los dos, cuando queríamos, con esa obligación que da el
pensar que la casa no puede estar así”(pág. 14). La vida normal,
con sus altibajos y sus momentos de encanto: “Íbamos al cine con
asiduidad. Nos gustaba mirar en el periódico cada semana qué
películas merecía la pena ver. Era difícil ponerse de acuerdo,
sus preferencias por el cine francés y alemán chocaban de frente
con las mías” (pág. 15).
“Un rumor invisible” tampoco huye del realismo, antes al
contrario, se centra en otra historia de amor y desamor en la
que también hay momentos altos y bajos, escenas cotidianas y
escenas sublimes. “Los cuentos de Nelly”, por su parte, sí
introduce elementos mágicos, hay un genio, un unicornio,
mariposas que hablan, hadas y algunos elementos fantásticos,
pero todo viene en función del crecimiento espiritual de la
pareja protagonista, Raúl y Nelly, quienes, al acabar el cuento,
descubren que no hay nada como hacer el amor, entre dos personas
que se quieren, ésa es la mejor magia: “Fue un viaje que duró
sólo unos instantes, un viaje a ninguna parte, pero muy lejos de
allí, para volver, en instantes, hasta aquella habitación que,
muda, había observado como se habían desplazado sólo unos
milímetros, unos milímetros de placer inconmensurable y feroz”
(pág. 7, “El polvo mágico”).
NOSTALGIA Y RECUERDO
David, en “La luz de las nubes”, habla, con dolor, con
desesperación, del paso del tiempo y echa de menos la relación
que tenía y que él acaso, llevado por la prisa o por la falta de
coherencia, ha estropeado, aunque también sabe que la memoria a
veces recuerda lo que quiere recordar y que empaña los malos
momentos: “Fueron años de complicidad conjunta, de sensaciones
dispares compartidas, de momentos cargados de realidades
coloridas, de magia y sonido. Pero no, no todo fueron siempre
buenos momentos, aunque ahora quiero recordarlos así” (pág. 18).
David, pues, vive traspasado por el paso del tiempo y envuelto
en una nube de confusión que le lleva a sentir nostalgia del
recuerdo: “Ese tesoro escondido que nos deja en su cofre
encantado las sensaciones para revivirlas mil veces,
seleccionándolas de entre millones de otras sensaciones para, en
solitario, dejarnos la libertad sublime de escogerlas,
dibujarlas de nuevo y, con suavidad, volver a guardarlas hasta
el infinito” (pág. 24).
Muchos son los ejemplos que aún podríamos entresacar de ésta su
primera novela como: “A veces, en la tranquilidad de algunos
momentos, un recuerdo simple se va convirtiendo en una situación
compleja, donde, por un momento, puedes alejarte de la realidad
vital para observarla desde fuera” (pág. 34).
Julia es consciente de que, en parte, ella vive gracias a las
palabras de David que son las que le han dado cuerpo y forma y
ella desea ser cómo él la ha sabido ver: “Tal vez mi memoria se
desata y me sorprende, pero sí, así quiero verme, como sólo él
ha sabido inventarme siempre, vestida con sus letras y sus
caricias, con la majestuosidad de su inconsciente. Sí, sentirme
amada y deseada, incluso perdida y encontrada, dejando que el
almizcle de esa droga perdure sin descanso en el tiempo, hasta
siempre...” (pág. 136). Éstas, por otra parte, son las palabras
con las que acaba “La luz de las nubes”.
LOS CUENTOS
El poder de la palabra, en forma de cuento, es esencial en la
obra de Carles. Sí, en “La luz de las nubes”, el profesor Tarrés
deja una profunda huella en David gracias a sus ideas y a sus
cuentos. Gracias a esos cuentos se establece un hilo de unión
entre él y Julia: “Después de cada clase, los últimos quince
minutos que quedaban, nos explicaba un cuento, sí, un cuento,
para relajarnos, decía. Yo creo que, después del primero, ya no
me relajó, al contrario, me excitaba, mi mente intentaba guardar
cada una de las palabras que él había utilizado para, una vez en
casa, poder explicárselas a Julia. Fue así como me convertí en
el cuentacuentos de Julia, gracias a historias prestadas por el
profesor Tarrés, aunque, con posterioridad, fui leyendo y
buscando cuentos allá donde estuvieran para no perder la
costumbre” (pág. 22). Se insertan dos cuentos en la novela, uno,
que recuerda David y otro que recuerda Julia.
En “Un rumor invisible” la palabra escrita es esencial también.
Hay una fábula que influye mucho en el protagonista, se trata de
“El amor y la locura”, cuya lectura le produce esta reacción:
“Cuando acabé de leer la fábula me entró una especie de congoja,
una sensación de alegría cubierta por el manto de las lágrimas,
no sólo era una historia hermosa, era algo más, era la sensación
de saber que nos amábamos, que todo estaba ya tomando su rumbo
único” (pág. 101).
El cuento, la importancia del mismo, también tiene un papel en
“Los cuentos de Nelly”. En “Donde los dragones existen” el
anciano le dice la gran verdad de su vida a Raúl: “Es un cuento,
sólo un cuento, para que puedas contarlo, para que todo el mundo
pueda saber, como sabes tú que, en un remoto lugar, hay un mundo
donde el amor y la felicidad hacen que todo sea posible, hay un
mundo donde los dragones existen” (pág. 8).
FINAL
Cuando uno se acerca, por primera vez a un escritor, son muchos
los aspectos que podría tratar a la hora de analizarlo. Nosotros
hemos escogido los anteriores, pero aún habría mucho más en la
obra de Carles Prats que merecería nuestra atención. Por
ejemplo, no hace mucho fue al colegio de su hija y entró en su
clase para contar un cuento a los chicos del grupo. Pues bien,
todos le escribieron una frase y Carles ha tenido la paciencia y
habilidad de redactar una hermosa historia en donde todos los
niños son protagonistas.
Carles Prats, pues, tiene la rara habilidad de ganar amigos y
eso es una cualidad que se ha ganado a pulso, puesto que es una
persona de principios y de buenas cualidades. Uno de esos
amigos, precisamente, lo describe, en el anonimato, de esta
manera: “Sus conocimientos, su gran naturaleza, su timidez, su
honestidad y su peculiar sentido del humor, hacen de él una
persona maravillosa. Una de las grandes virtudes es la fidelidad
a la amistad y a sus principios y creencias” y sigue
describiéndolo: “Muy poca gente tiene el don de plasmar por
escrito sus sentimientos, emociones e inquietudes, Carlos tiene
ese don, es capaz de transmitir con una gran sensibilidad todo
lo que siente. Con sus novelas es capaz de hacer llorar, reír y,
sobre todo, hace que el lector se quede prendado”.
Su intención, a la hora de escribir, no es transmitir valores
porque “Más que transmitir algún tipo de mensaje pienso que la
pretensión es buscar complicidad con el lector, demostrarle, de
una u otra forma, que las cosas vividas nunca son tan distintas,
aunque tampoco idénticas. El mensaje sería: mírate, en el fondo
nos parecemos un poco. En otro orden de cosas me gusta también
conseguir que alguien pueda pasarlo bien con mis ocurrencias”.
En este estudio hemos tratado de acercarnos a su obra inédita,
hasta la fecha, para tratar de descubrir algunos de sus aspectos
más relevantes y demostrar que hay muchos escritores que sólo
esperan un editor, escritores con una obra madura en cuando a
forma y contenido, como la de Carles Prats, quien sin duda tiene
talento de sobras para seguir escribiendo y sorprendiéndonos a
casa pasa. Ojalá pronto en una librería vemos su nombre impreso
en la portada de un libro. Sería una buena noticia para la
literatura.
BIBLIOGRAFÍA (inédita)
-“La luz de las nubes”, 2004
-“Un rumor invisible”, 2005
-“La Massó coronada pel cul”, 2005
-“La presidenta atortugada”, 2005
-“Els contes de Nelly”, 2006
-“Els contes de la Paula, 2007
-“El peso del miedo”, 2007.