“La poesía es un hilito de plata
entre las hebras bastas de una trama”
Aforismos. Araceli Conde
“VIVIR ES ALGO MÁS QUE RESPIRAR”
APROXIMACIÓN HUMANA Y LITERARIA
Araceli
Conde Romero es un caso singular en las letras puesto que se ha
hecho a sí misma, ya que su formación es totalmente autodidacta.
No obstante, esta mujer, se ha obstinado en escribir y lo hace
con empeño y devoción derrochando afecto y esperanza. Araceli
Conde emplea la escritura para tratar de poner algo de orden en
su vida y en el mundo en general. Su intención es dejar un
puñado de palabras verdaderas que muestren sus ideas, su sentir
y sus ganas de hacer de la existencia algo importante, algo que
no sea sólo transitar por ella.
Araceli Conde Romero nació en Alcaudete (Jaén, 1951). Estudió la
primaria y se dedicó a aprender destrezas artesanas como la
costura o el bordado. Muy interesada por la Biblia, ha realizado
también algunos cursos de estudios bíblicos. En la actualidad
vive en Esparraguera (Barcelona) donde cuida de su familia –su
esposo y sus cuatro hijos- y de sus amigos, aparte de su huerto.
Nuestra escritora es un caso de empecinamiento que demuestra que
la voluntad lo es todo. Ella se ha empeñado en organizar sus
poemas en libros y lo ha conseguido puesto que lleva ya varios
títulos publicados. Aparte cultiva el aforismo, que le permite
destilar la esencia de las cosas y, ocasionalmente, escribe
algún texto en prosa. No obstante, se mueve con más soltura por
el verso, ya que le surge de manera espontánea y ha aprendido a
hacer del ritmo algo consustancial a su escritura.
Muestra de su trabajo y de su esfuerzo es que ha obtenido
algunos premios y menciones literarios. Escritora infatigable,
ha coordinado distintas antologías y colabora asiduamente en
revistas literarias.
Sus poemas se hallan esparcidos en distintas publicaciones como
“El Día” de Tenerife, “Aguamarina”, “Amics friends”, “Saudar” de
Jaén, “Cuentolandia”, “Azahar”, “Omnia”, “Arena y Cal”,
Miscelánea literaria” y un sinfín de revistas más.
Persona curiosa e inquieta está siempre en formación y no duda
de iniciar nuevos proyectos. Así, ha participado en diversas
tertulias literarias, ha colaborado también en programas
radiofónicos recitando sus poemas y ha participado distintas
empresas poéticas de carácter altruista y colectivo.
Se inició, en solitario, con el libro “Flores entre rocas”,
siguió con “Destellos en las sombras”, “Sol de lluvia”, “Cuando
la vida nos va dictando”, “Cuando la vida nos va dictando II”,
“Cuando la vida nos va dictando III”, “Cuando la vida nos va
dictando IV”, “Recuerdos de mi Alcaudete”, “Nuestro pueblo,
nuestras raíces” y “Tras las huellas de la luz”.
Esta producción va del año 1996, fecha de su primer libro, a la
actualidad.
Ha velado y participado en varios libros conjuntos: “Cuentos que
te cuento”, “Mujeres sobre el papel”, “Otoño de colores”,
“Caramelos de todos los sabores”, “España nuestra”, “La granjita
de Noé”, “Pensamientos pensados para hacer pensar”, “Aromas que
perduran en el tiempo”, “Vuelta a la creación”, “Mujeres sobre
el papel”, “La flor del cactus”, “Popurrí de flores”,
“Mujeres... Once relatos... y 2 más”, “Con amor y por amor”,
“Reminiscencias”, “Un puzzle nupcial”, “Nuestro pueblo, nuestras
raíces” y “Homenajes desde el corazón” que, hasta la fecha es el
último.
Araceli Conde es especialista en descubrir nuevos valores y
entusiasta sin tregua a la hora de brindar a todos la
posibilidad de publicar.
Cabe destacar un libro suyo muy singular, del 2006, “Paisajes en
mi camino I” que es un conjunto de recuerdos y de aportaciones
de amigos a su obra. Es una especie de homenaje a los que la han
ayudado y también una muestra de su tesón.
Del mismo modo ha participado en antologías como “Sembrando
ilusiones I y II”, “Inquietudes del Alma” y “Semillas de Luz”.
Pertenece a distintos colectivos de escritores como A.L.A.N. y
el Grupo de Poetas Fina Palma de Horta.
Ha recibido algunos premios, así el 1999 obtuvo el accésit del
Premio de Poesía Fina Palma y en el 2000 ganó el primer premio
del mismo concurso. Tiene algunos otros premios y menciones
cuyos textos pueden leerse en el libro conjunto “La flor del
cactus”.
Como escritora infatigable que es muchos de sus poemas y textos
están publicados en distintas revistas.
Nosotros, básicamente, nos centraremos en sus libros, pero
también mencionaremos algún poema suelto.
EL PASADO
De tanto en tanto, Araceli, asaltada por la nostalgia, vuelve la
mira atrás y siente añoranza, aunque aprende a ver lo bueno que
tenía entonces y lo bueno que tiene ahora, como hacen las
personas positivas, pero no siempre es fácil, ya que ella
recuerda con afecto su infancia:
“Mirando para atrás yo veo distancias
y tanta diferencia
que creo que me he encarnado en otro cuerpo
en una nueva época”. (“Paisajes en mi camino”, I).
Añora también su pueblo y es consciente de ello porque sabe que
el recuerdo embellece las cosas:
“Siento una fuerte añoranza,
de los campos de mi tierra,
que en mi recuerdo idealizo
como la más fértil y bella”. (“Paisajes en mi camino”, I).
Ésa es una pena que siempre lleva dentro:
“Me secaron mis raíces,
de mi tierra me sacaron,
porque mi pozo perenne
de mi tierra me lo embotaron”.
Araceli suele mirar al paso, pero no lo hace de manera
enfermiza. Ella cree que hay que seguir adelante, pero sin
renunciar a lo que somos:
“Conocer nuestro pasado
para dejarlo pasar,
y poder pasar mejor
lo que nos toque pasar” (“Nuestro pueblo, nuestra raíces”):
En “Aromas que perduran en el tiempo” vuelve una y otra vez a su
infancia:
“De mi nido recuerdo el aroma
y el aroma me hace recordar,
que en mi nido olía a magdalenas,
a pestiños y a flor de azahar”.
Recuerda su pueblo, recuerda los momentos importantes de su
vida, recuerda todo lo que ella es. Araceli siente querencia por
el pasado y lo sabe, de ahí que en “Reminiscencias” le dedique
varios poemas y reflexiones y llega a una conclusión:
“Si el tiempo se te escapa,
sin poder evitarlo,
adelántate al tiempo y siéntate a esperarlo”.
LA MADRE
Araceli Conde siempre tiene presente a su madre a quien tanto
quería y con quien tan unida estaba. La trae a su memoria una y
otra vez con la ilusión de sentirla cercana, sin sufrimiento,
libre:
“Ya puedes volar libre, que ya no estás presa
que ahora son rosas que de ti nacen
rosas de tul y de encaje y no maleza”. (“Paisajes en mi camino”,
I).
Su madre ha sido fundamental en su vida, por el cariño, por lo
que le contaba, por su guía:
“Me contabas tradiciones
que te enseñó tu mamá,
de las gachas de café
y de los hornos de pan” (“Destellos en las sombras”)
A veces no escribe en particular de su madre o una madre, sino
que habla de todo lo que conlleva ser madre, como en el poema
“Maternidad”, incluido en “Sol de lluvia”:
“dolor de fuego y amor,
cobardía y valor,
dolor de fuego y amor
que desprende al nacer”.
Como vemos a Araceli le gustan mucho los paralelismos y las
antítesis que añaden plasticidad a sus poemas.
EL AMOR
Nuestra poeta escribe a menudo sobre el amor. No tenemos qué
pensar que sea ella siempre la protagonista, aunque sí hay mucho
de su alma en lo que cuenta, es evidente. Así dice:
“Él me llamaba su media naranja
yo le llamaba mi medio limón,
juntos formábamos un cóctel maravilloso,
de sano alimento y exquisito sabor”. (“Paisajes en mi camino”,
I).
También dedica al amor algún poema en donde habla de las
contradicciones del sentimiento:
“Este amor que yo ciento
raro y extraño,
que huele y hiere,
pero sostiene
y va curando
su propio daño” (“Sol de lluvia”).
Y muchos otros ejemplos que podríamos entresacar de la obra de
este mujer, torrente y cascada a la vez.
LA MUERTE
Siente rechazo por la muerte, cuando es cruel, cuando es el
final de repente, cuando no se la espera y actúa de manera
mezquina:
“Qué triste es la muerte,
blanca, dura y fría,
qué noche más larga
si es noche sin día”. (“Paisajes en mi camino”, I)
Sin embargo, cuando la muerte llega porque ya es la hora,
Araceli habla de ella con mansedumdre, con aceptación, porque
ella entiende que uno nunca muere del todo:
“Estoy en todas partes,
estoy aquí y allí,
estoy yo con vosotros
y vosotros en mí” (“Caramelos de todos los sabores”)
LA FAMILIA: MARIDO E HIJOS
Su marido y sus hijos son los grandes amores de su vida y cuando
les dedica poemas se trasluce todo el cariño de esta jiennense.
Así leemos:
“Tenía cuatro flores que sobresalían,
eran nuestros hijos, mientras crecían.
Tres reales lirios y una fina orquídea,
los tres lindos niños y una niña linda” (en “Otoño de colores”)
No es difícil apreciar las metáforas que emplea Araceli en los
anteriores versos. A su marido le da este buen consejo:
“No te desesperes nunca,
no mires tanto hacia atrás,
que la vida es muy bonita
sabiendo lo malo olvidar” (“Destellos en las sombras”)
No olvida también la figura de su abuela a la que dedica algún
poema cariñoso en “Reminiscencias”.
LA RELIGIÓN
Araceli Conde es una mujer muy religiosa, de sólidos principios
cristianos y, por lo tanto, no es infrecuente la presencia de
Dios en sus versos ni la de las principales solemnidades como la
Navidad:
“Navidad es un camino
que nos lleva a la verdad,
es un niño divino,
que no morirá jamás”. (“Paisajes en mi camino”, I).
No olvida advocaciones religiosas como la Virgen de la
Fuensanta, a la Virgen de la Cabeza de Andújar. A veces sus
poemas se vuelve clamor y pide a Dios el poder de la
clarividencia:
“Quiero avanzar Señor, no me acorrales,
quiero vivir Señor, dame tu aliento,
quiero crecer Señor, dame sustento
y comprender Señor, lo que no entiendo” (“Sol de lluvia”)
Hay siempre una lucha entre el bien y el mal y Araceli la ve con
claridad; así, a menudo, se siente sola y desvalida, incapaz,
triste, con ansias de superarse, de despojarse de lastres
materiales, de mejorar y de renacer de sus propias limitaciones.
Porque Araceli resiste y, si se cae, se levanta; aunque no lo
hace con altanería, sino con humildad. Se dirige al Señor con
mansedumbre y le pide auxilio, inteligencia y fuerza. Le
gustaría ser capaz de ayudar a los demás porque se duele con
ellos. Así dice, en distintos poemas de “Tras las huellas de la
luz”:
“Señor, quita de mi mundo tanta frialdad,
haz que nuestros ojos vean con claridad”.
O:
“Déjame coger semilla de tu cielo
y salpicar de flores nuestro sueño”.
E incluso:
“Haz que mi realidad parezca un sueño
haz de mi mejor sueño, mi mejor realidad”.
LAS PALABRAS
A Araceli le gusta jugar con las palabras y a veces jugar con
los lectores, como en el poema “Paradoja”, de “Sol de lluvia”:
“¡Ay que no quiero
pero te quiero!”
Entre sus aforismos hay también alguno dedicado a las palabras,
la materia prima de la poesía:
“Las palabras hay que escucharlas,
aunque no siempre nos gusten,
y después de masticarlas
o se tragan o se escupen” (“Cuando la vida me va dictando” III).
LAS FLORES
En las flores, Araceli, ve el reflejo de la propia vida y habla
de ellas como en una alegoría de las personas:
“Estaba triste la flor
por no tener libertad,
por esto tiró y tiró
hasta lograr escapar” (“Mujeres sobre el papel”).
En “Popurrí de flores” da rienda suelta su imaginación y a sus
deseos e, igual que sus manos saben hacer hermosas flores de
trapo, sus versos se llenan de flores:
“Desde aquí os mando flores
flores con mi pensamiento,
pensamiento de colores,
azahares de limón”.
En otro de sus aforismos leemos:
“Convertiré toda materia en flores,
haré yo flores gasa y satén,
sobre madera esculpiré yo flores,
flores sobre lienzos yo pintaré”.
Porque la flor es el símbolo de la belleza, de lo efímero y, a
la vez, importante de la vida. Al fin y al cabo Araceli persigue
el mismo objetivo:
“Si yo siembro flores con arte y primor
veré resplandores en mi corazón
y es el corazón el que da el calor
para que florezca un mundo en color”.
LOS NIÑOS
Siente debilidad por los niños, en los que ve el futuro y toda
la vida por delante, por eso se esfuerza en transmitirles un
mensaje de paz:
“A los niños les quisiera enseñar
que la vida no es odio sino paz,
que sintieran amor por cada cosa
y cambiaran las espinas por la rosa” (“Destellos en las
sombras”).
A los niños dedica poemas tiernos y relatos en el libro
“Caramelos de todos los sabores” y les dice: “No perdáis nunca
la inocencia ni la pureza de vuestra alma. Que cada día seáis
más felices y hagáis más felices a los demás”.
EL PUEBLO Y LAS RAÍCES. LOS PUEBLOS
Araceli no olvida que es andaluza, aunque, como veremos, ama por
igual todas las tierras del mapa español. No obstante, sí siente
debilidad por Andalucía:
“Andalucía tiene gracia,
hermosura y mucha luz,
la gracia del andaluz,
sus colores y fragancias”.
Dedica, con generosidad, otros poemas a lugares que le han
gustado, ya sean ciudades o pueblos o simplemente casas o
elementos arquitectónicos de esos lugares, que Araceli observa
la realidad y luego, en casa, la pasa por el recuerdo, como es
“La casa de las Conchas” en Salamanca, por poner un ejemplo.
También, Araceli, respeta mucho las tradiciones de todos los
lugares, como la fiesta de Sant Jordi en Cataluña.
Muchos de sus mejores poemas los dedica al Alcaudete, su pueblo
de origen. Así en “Nuestro pueblo, nuestras raíces”, su poesía
es nostálgica, pero también serena. Vuelve a su pueblo y ya nada
es como ella lo recordaba, por eso su poesía se vuelve honda e
interior. Tiende una mirada a sus espacios de la infancia, a las
calles, al cortijo, a la ermita, a la casa noble, al parque:
“Quisiera ser como el viento para volar y volar,
por los campos de mi pueblo
entre olivar y olivar”.
En “España nuestra” dedica distintos textos a su pueblo y sus
tradiciones, pero también a España en general:
“España está dibujada
con miles de serpentinas,
de un extremo hasta el otro extremo,
de una esquina hasta otra esquina”.
COMPROMISOS SOCIALES
Araceli Conde es una mujer solidaria que sabe del dolor y que se
siente del dolor ajeno. Así dedica un poema conmovido a las
víctimas del atentado terrorista de Madrid, el 11-M de 2004:
“Que el tren corre por la vía
igual que cada mañana,
pero hoy ha subido a bordo
¡la muerte con su guadaña!
La balanza se equilibra
porque ante tanto dolor,
toda España se levanta
y ofrece su corazón”. (“Paisajes en mi camino”, I).
Vemos que es el aliento épico el que destilan los versos
anteriores. En otro momento la vemos luchando contra el racismo:
“Por no saber su idioma,
me quieren anular,
hablaré con mi alma
lenguaje universal”. (“Paisajes en mi camino”, I).
Ella cree en la igualdad entre todos los hombres, aunque choca
contra la realidad muchas veces:
“Que los hombres de la tierra
éramos todos hermanos,
y si alguna vez caía
me tenderían su mano.
¡Qué equivocada vivía!” (“Otoño de colores”).
En su poema premiado con el Fina Palma, “Mamá que yo no soy
pobre” destaca la alegría de un niño, que, pese a tener pocos
medios, se siente feliz porque tiene famlia y tiene todo un
mundo para ver y recrearse en él:
“Que no soy pobre, que no,
tengo tantas cosas yo
que me estalla el corazón
de tanta vida interior”.
EL REGALO DE LA TIERRA
Esta poeta jiennese observa la tierra, que ha formado parte de
su vida desde siempre y la valora porque ve en la tierra la
capacidad de generar vida, la capacidad de darnos energía. En el
poema “Cosas que la tierra nos regala” así dice, alabando, los
frutos del campo:
“Busqué ajos silvestres
y trufas escondidas,
manzanilla del norte,
y otras hierbas finas”. (“Paisajes en mi camino”, I).
En “Reminiscencias” escribe claramente lo que ella espera y
recibe de su tierra:
“En la tierra que piso, me quisiera sentar,
poder dormir la siesta y con flores soñar,
quiero labrar la tierra y en la tierra crecer,
disfrutar del momento, recordar el ayer,
porque es la tierra fértil la que a mí me mantiene,
lo que en ella germina, lo que ella contiene.
Yo abrazaré la tierra, y encontraré la paz,
Que la tierra es la madre, que siempre nos querrá”.
ANIMALES
En “Caramelos de todos los sabores” incluye una serie de poemas
que hablan de animales, como “El pollito que quiso ser
diferente”.
En “La granjita de Noé”, Araceli escribe breves textos en prosa,
en clave alegórica, que hablan también de algunos animales, como
la iguana, los gatos, las palomas, los osos, los perros, y las
tortugas de quienes dice: “... por eso van tan lentas, para
deleitarnos en el tiempo, para tocarlo, vivirlo y eternizarlo”.
AMISTAD
Hay un valor fundamental en la vida de Araceli que ella cultiva
y mima y es la amistad:
“Lancemos las manos llenas
de semillas de colores
y brote, buen alimento,
regado por manantial.
Y que surja la amistad
Del fondo del corazón
Para poder ofrecer
Respeto y amor”. (“Paisajes en mi camino”, I).
La amistad es una de las piedras de toque de la poesía de
Araceli:
“Cuenta tú con mi amistad,
y ten confianza en mí,
que nunca solo estarás
mientras me tengas a mí” (en “Sol de lluvia”).
Araceli dedica poemas a sus amigos, con total generosidad, a
María, a Isabel, a Pepi, a Ignacio Alcántara, a Ramona, a
Isabel, a Fina Palma y a tantos otros. En otro de los libros que
ella ha coordinado, “Homenajes desde el corazón”, da rienda
suelta a sus buenos deseos y escribe a sus amigos dándoles las
gracias y rindiéndoles homenaje porque:
“La amistad no tiene precio
ni medida, ni color,
la amistad es como un regalo
que nos va ofreciendo Dios”.
DESEOS
Araceli, ya lo hemos dicho, tiene deseos de un mundo mejor y
sueña despierta, aunque nunca se cumplan estos deseos:
“Sueño que no hay nubes,
y el sol me llega pleno,
y llega a todas partes.
Porque el mundo es redondo
y el sol no tiene esquinas.
Eso sueño”. (“Paisajes en mi camino”, I).
Nuestra poeta tiene un universo rico al que quiere darle salida,
aunque no siempre es fácil, por eso, cuando se desata, lo hace
como cascada:
“Hoy puedo gritar al viento,
puedo llorar sin temor,
expresar lo que yo siento,
puedo cantar al amor.
Puedo por el mundo andar,
Volar por el universo,
Bailar sobre un bulevar
Rezar a Dios en silencio” (“Otoño de colores”).
Araceli sabe de las dificultades que se tienen en la vida porque
ella las ha vivido y sin embargo su mensaje es de fuerza: “A
menudo los seres humanos nos encontramos saturados, bloqueados,
envueltos o embobados por tantas y tantas cosas que nos cortan
el camino hacia Dios, hacia nuestros semejantes, hacia la
naturaleza o simplemente hacia el amor” (“Vuelta a la
Creación”).
HOMENAJES
Como Araceli es una mujer abierta y con ganas de aprender,
siempre está alerta a los acontecimientos culturales. Así ha
escrito poemas dedicados a Gaudí, a Pablo Neruda, al Quijote
y... a Dulcicea del Toboso:
“Dulcinea era bonita,
era hermosa y bien formada,
igual que una princesita,
igual que una bella dama”. (“Paisajes en mi camino”, I).
Dedica también algún poema a Teresa de Calcula o a Diana de
Gales; no olvida a la Familia Real, hacia quienes profesa un
gran respeto. En “Un puzzle nupcial” dedica una serie de poemas
al enlace del Príncipe de Asturias con Leticia Ortiz:
“Había un jazmín real
y una rosa escarlata,
un ramito de azahar
y una orquídea dorada”.
OFICIOS Y MUCHAS OTRAS COSAS
Para Araceli Conde no hay nada que no merezca un poema, porque
todo le llama la atención, desde el euro hasta un desastre
natural o una boda o un abanico o las perlas o el nacimiento de
una flor. Así, en “Las manos” escribe:
“Hay manos que curan,
hay manos que hablan,
hay manos que odian,
hay manos que aman (“Sol de lluvia”).
Vemos que sigue siendo fiel al paralelismo y al tono propio de
la poesía popular, muy enumerativa. Incluso trata, acercándose a
Bécquer, de definir qué es poesía:
“Tú eres poesía,
de ti la cojo y la escribo,
la capto y la percibo,
sin nada de fantasía” (“Destellos en las sombras”).
En “Aromas que perduran en el tiempo” habla de sus aficiones y
de algo que le gusta mucho: recibir cartas porque ello le
permite enlazar con otras vidas y profundizar más en el alma
humana:
“Que una carta es un tesoro
es la palabra que llega,
es aliento dibujado,
es un beso, es una huella”.
Es más, ella sabe que su mundo es ecléctico y está lleno de
cosas diversas que la acompañan:
“Yo colecciono abanicos,
botellitas de anisicos,
tabletitas de turrón.
Colecciono yo mil rosas,
Mil lirios, mil mariposas,
De diferente color.
Yo quiero coleccionar,
monedas y medallitas,
sellos, cromos y estampitas,
cartas que hablen de amor.
Coleccionaré relojes,
postales y poesías,
pañuelos de fantasía,
pastillitas de jabón” (“Aromas que perduran en el tiempo”)
También escribe acerca de oficios, la mayoría casi en desuso
como los talabarteros o la bordadora:
“Rechilé de caracolas,
con filtiré de azahares,
matizadas amapolas,
mariposas de colores” (“Sol de lluvia”).
Habla también de la dureza de ciertos oficios como el de
marinero, porque se siente solidaria; pero busca el otro lado de
la realidad, busca obtener respuestas a sus preguntas acerca del
mundo y los problemas que padece:
“Cuéntame tú, marinero,
si en tu largo navegar
encontraste alguna fórmula
para destruir el mal” (“Sol de lluvia”).
Emplea también en clave alegórica la comparación del oficio del
albañil con la fuerza que debemos tener en la vida (en “Vuelta a
la Creación”).
POESÍA DE LA EXPERIENCIA
Da también consejos Araceli sobre cómo vivir. Y entonces su
poesía se condensa y adquiere el tono del aforismo, es decir de
esa sentencia breve que trata de ir directamente al grano, a la
esencia de las cosas. Araceli escribe aforismos de todos los
temas:
“Vive en un mundo transparente,
haz el camino con sudor,
siente tu pecho transparente,
que esté clara tu mente
y bello el corazón” (“Destellos en las sombras”)
Dedica infinidad de aforismos, pues, a la vida, a la familia, al
trabajo, al libro, al peligro, al amor, a las enfermedades, a la
familia, a las flores, a las palabras, a todo lo que a ella le
gusta e interesa porque:
“Los seres humanos somos puzzles
e medio construir,
necesitamos nuevas piezas
para seguir creciendo” (“Cuando la vida me va dictando”, III).
Y es lo que pretende Araceli Conde, crecer y perfeccionarse como
ser humano. La poesía le sirve para esta misión.
PUNTO Y SEGUIDO
Los poemas de Araceli Conde Romero, ya lo hemos estado
comentando, son sencillos, siguen un esquema repetitivo a base
de paralelismos y anáforas; que le resulta muy eficaz porque
favores la comprensión. Son versos que combinan arte menor y
mayor, que no se ajustan a ningún esquema métrico (en su
mayoría), que son muy intuitivos, en suma; aunque muy rítmicos
también.
Araceli es un caso especial de la naturaleza que nos apabulla
con su riqueza interior, va de un lado para otro, como abeja a
la flor, porque tiene prisa, quiere dejar constancia de sus
pensamientos e ideas, quiere tratar de poner orden en el caos
que a veces es la vida y lo hace de la mejor manera que puede:
escribiendo.
Es una mujer infatigable que no quiere pasar en vano por la
vida. Podríamos calificarla de artesana de las palabras. Ella
escucha, aprende y lo que aprende lo transforma en verso. Muchas
veces es torrente, otra se remansa, otra se acerca a la
sentencia e, incluso, a la filosofía popular. No siempre es
poesía en primera persona, por supuesto, pero siempre refleja
algo del sentir de su creadora. Sus palabras hablan de paz y de
solidaridad. Bienvenidas sean.
BIBLIOGRAFÍA ANALIZADA
A. Libros en solitario:
-“Destellos en las sombras”, Ediciones y Distribuciones Requena,
1997.
-“Sol de lluvia”, Gráficas Papallona, 1998.
-“Cuando la vida me va dictando III (Aforismos), Ed. Cardeñoso,
2000.
-“Tras las huellas de la luz”, Calíope, 2002.
-“Paisajes en mi camino I”, Ed. Cardeñoso, 2006.
B. Libros en conjunto:
-“Otoño de colores”, Corona del Sur, 1999.
-“Mujeres sobre el papel”, Ed. Cardeñoso, 1999.
-“Caramelos de todos los sabores”. Ed. Cardeñoso, 2000.
-“Nuestro pueblo, Nuestras raíces”, J. M. Bernal Ediciones,
2001.
-“España nuestra”, Ed. Cardeñoso, 2001.
-“Vuelta a la Creación”, Ed. Cardeñoso, 2001.
-“La granjita de Noé”, Ed. Cardeñoso, 2002.
-“Popurrí de flores”, Ed. Cardeñoso, 2002.
-“La flor del cactus”, Ed. Cardeñoso, 2003.
-“Aromas que perduran en el tiempo”, Ed. Cardeñoso, 2004.
-“Un puzzle nupcial”, Ed. Cardeñoso, 2005.
-“Reminiscencias”, Ed. Cardeñoso, 2006.
-“Homenajes desde el corazón”, Ed. Cardeñoso, 2007.
“Un buen escritor es semejante
al labrador que vende sus cosechas
antes de pasarlas por su granero”.
(Aforismos. Araceli Conde)