El gran poeta, escritor y crítico literario, Artut Lundkvist,
murió el 11 de diciembre de 1991 en un hospital de Estocolmo. Su
producción abarca cerca de 100 libros entre poesía,
traducciones, narrativa y ensayos.
Artur
Lundkvist es, sin duda, uno de los escritores suecos más
importantes del siglo pasado. Nació en Oderljunga, el 3 de marzo
de 1906, una aldea situada al sur de Suecia. Hijo de un
agricultor y una costurera. Desde temprana edad mostró su
vocación literaria y su sueño por ser escritor. A menudo
atormentaba a sus allegados preguntándoles cómo se escribían las
diferentes palabras. Así, sabiendo leer y escribir, ingresó al
colegio. Creció en las tierras de su padre en un ambiente
proletario y limitado.
A un comienzo saciaba su sed de leer con diferentes revistas,
pero gradualmente fue avanzando hacia una literatura más seria.
Se prestaba libros y otros documentos de la biblioteca comunal
que en aquellos tiempos había en la pequeña aldea.
El resultado de esas lecturas le proporcionó un buen
conocimiento de los escritores suecos y extranjeros del 1800. Y,
a medida que pasaba el tiempo, era más consciente que debía
abandonar el campo para aprender idiomas, tener acceso a los
medios culturales y conocer a gente en el ámbito literario. Su
vida, como la de todo genio, fue llena de anécdotas. Vivía en un
cuartucho con mala calefacción y siempre con el temor de empeñar
su máquina de escribir. Esto era su mayor preocupación. La
comida pasaba a segundo plano, tal es así, que cuando lo
llamaron para ingresar al servicio militar, se encontraba
desnutrido.
Afortunadamente, al cabo de un tiempo, conoció a una muchacha,
quien, además de cobijarle y hacerle la vida más llevadera
dándole “un amor sin hijo”, fue una compañera que sabía escuchar
sus versos de enamorado.
El 19 de abril de 1928, publicó su primer poemario “Ascua” (Glöd)
y se destaca, pese a ciertas discrepancias con sus colegas, como
poeta del proletariado y pionero del modernismo. Los matutinos
suecos de ese entonces, alagaron los poemas de Lundkvist, ya que
escribía con una madurez idiomática y riqueza de metáforas.
Esa fecha clave marca el comienzo de su brillante trayectoria
literaria y, a partir de ahora, se cumple su sueño más anhelado,
creando de una manera asombrosa.
Artur Lundkvist, sostenía la idea de que un buen narrador
debería escribir de un modo complicado, es decir, con una
sintaxis compleja. Y aunque los libros de este mismo autor no
sean tan difíciles de leer, aseguraba que los únicos escritores
que tenían derecho al Premio Nobel de Literatura, eran aquellos
que escribían dificultoso. Porque, según su juicio, éstos son
los renovadores de un idioma.
El aislamiento que sufrió Suecia durante la Segunda Guerra
Mundial afectó de alguna manera al escritor. En su libro
“Autobiografía” (Självporträtt) confiesa que en ese período
carecía de vivencias y de material adecuado para poder escribir.
Se dedicó a viajar por diferentes países del mundo. Fue después
de estos viajes que las ideas le llovieron como rayos de oro y
nuevamente empezó a escribir. Llevaba en sus adentros un
profundo interés por el compromiso social y político. Durante la
guerra fría de los dos sistemas socioeconómicos, sentía una
enorme preocupación por una posible Tercera Guerra Mundial. Con
tal motivo viajó a Paris en 1958. Allí participó, entre
connotadas personalidades, en una conferencia para tratar temas
sobre la Paz del mundo.
Lundkvist se destacó en este evento. Por un lado, sus
intervenciones ganaban el apoyo del Consejo Mundial de la Paz y,
por el otro, el de los soviéticos; llegando casi al acuerdo de
crear un círculo internacional que diera a conocer, ante los
ojos del mundo, obras literarias relacionadas con el problema de
la Paz mundial.
El mismo año, cuando se encontraba de vacaciones en España con
su esposa, la poetisa María Wine, recibió una carta firmada por
tres literatos, entre ellos Pablo Neruda. Se le comunicaba que
fue nombrado para el Premio Lenin de la Paz. Inmediatamente
contestó a dicha carta, dando instrucciones para que su nombre
fuera borrado de la lista de candidatos, puesto que él, según su
propia apreciación, no se merecía ese premio. Esta gran humildad
rodeaba la personalidad de Artur Lundkvist.
Sin embargo, las cosas siguieron su curso y, finalmente, fue
galardonado con tal laurel. Pero no quiso viajar a Moscú,
colocándose de esta manera en una situación bastante incómoda,
porque odiaba las ceremonias públicas y pomposas. Además, la
elección de Boris Pasternak como Premio Nobel de ese año, causó
malestar al régimen soviético de esa época.
Al cabo de un tiempo llegó a Estocolmo, el monto en efectivo
destinado a ese premio. Lundkvist donó todo el dinero a un fondo
para la traducción de prosa y poesía sueca a diferentes idiomas.
Sus viajes a la China, India, Africa, Sudamérica y ex Unión
Soviética jugaron un papel importante en el desarrollo de su
creación y conocimiento sobre la literatura universal.
Un hecho de gran interés, fue que no viajaba únicamente como
observador de la literatura, pues existía algo más profundo en
su ser. Su compromiso político en diferentes organizaciones, la
participación en conferencias, charlas con personas privadas, su
curiosidad por conocer más, se constituyeron en el principal
impulso para embarcarse hacia otros continentes. De esta manera
pudo ver con sus propios ojos, las injusticias sociales y
atropellos contra los Derechos Humanos en muchos países del
llamado Tercer Mundo. No sin motivo señalaba Octavio Paz, Premio
Nobel de Literatura 1990, al referirse a Artur Lundkvist:
“Viajaba por el mundo no solamente para conocer, sino que lo
abrazaba con todas sus entrañas”.
Durante esos viajes se contactó con muchos escritores y poetas.
Conoció más de cerca la calidad de sus trabajos y circunstancias
de vida. Introdujo en Suecia a muchos narradores
latinoaméricanos y, así, abrió nuevos horizontes literarios para
el pueblo sueco.
En 1968 entró a la Academia Sueca, ocupando la silla número 18 y
se convierte en un asesor de escritores extranjeros. Algunos
prosistas y poetas que recibieron el Premio Nobel de Literatura
fueron, en gran parte, traducidos al sueco por el propio
Lundkvist.
Los libros de Artur Lundkvist, también fueron traducidos a
muchos idiomas. Algunos de ellos están llenos de angustia,
problemas sociales, pesimismo a consecuencia del empeoramiento
de relaciones entre los dos bloques antagónicos en la década del
sesenta.
Y en la práctica, a pesar de que a veces manifestaba un cierto
descontento con los sistemas ideológicos existentes de la época,
casi siempre sus ideas y principios lo llevaron a identificarse
con las doctrinas de la izquierda. En sus textos existe una
ironía metafísica que no se dirige a un grupo de personas, sino
a las condiciones de vida en esencia. Reprochaba la actitud de
las sociedades de consumo de Occidente. Sentía que el mundo
cambiaba a su alrededor y buscaba nuevas imágenes y símbolos
para poder explicar este cambio. Es por eso que no se aferró al
tipo de visiones que algunas teorías le proporcionaban porque
según él, se hallaban en estancamiento. Decía además, que
debería existir una relación entre el realismo y el simbolismo.
Y que ésta relación debería estar en un cambio permanente. De
este modo la poesía y la prosa adquirirían vivacidad, expresión
y sorpresa.
Para Artur Lundkvist, la poesía era una lucha permanente entre
la realidad y el sueño, el día y la noche, el ser humano y el
cosmos.
Crear un poema, le significaba estar en correspondencia con los
humanos y la vida en sí. Pero, al mismo tiempo, constituía una
dimensión infinita de la existencia y el enaltecimiento de la
conciencia.