Acabábamos de hacernos la última raya. Los surfistas se habían
ido o tal vez hicieron honor al nombre de esta playa
mediterránea con nombre y aspecto del norte. Yo podría hablar de
unos ojos cantábricos que no dejaban de llover incapaz de
diferenciar sus sentimientos hacía algunas personas, pero dejé
que fuera Jacinto quien lo hiciera.
-En los mejores tiempos, cuando siempre parecía verano, ya
sabes, podría hacer frío, y hasta llover, pero a mí no me
importaba. Ella iba por la calle y hacía cualquier tontería, una
de esas cosas que le ves hacer a otra chica y te parece una
estúpida perdida y sin embargo lo hacía ella y yo ponía esa cara
de tonto que ya casi he olvidado. Ella me decía que estaba
guapísimo cuando la ponía, es algo así mira.
-Pues sí, pareces un idiota –le digo, tratando de hacerle
sonreír, obviamente no lo consigo.
-Nos prometimos que íbamos a estar siempre juntos, yo le pedí un
millón de veces que no me dejara por otro, no le decía
simplemente que no me dejara, siempre añadía algo así como que
por favor yo fuera el último hombre al que se follara y ella me
decía que sí, que nunca me haría nada de eso y entonces yo la
besaba y luego ya sabes.
-No, no sé, pero sigue, te escucho.
-Y no, nunca lo hizo, no como cualquier persona podría
entenderlo. En la vida real me quería, me adoraba, pero eligió
mis noches para serme infiel, y allí esperaba a que me durmiera,
para meterse en mis sueños y follarse a cualquiera, de todos los
aspectos, de cualquier sexo, de casi todas las razas. El sueño
podría tratar de cualquier cosa que, siempre, en algún momento,
salía ella desnuda sobre un hombre gordo y viejo, y también
calvo, o acostada en una cama, desnuda al lado de un moro
dándole besos de amor, o con alguno de vosotros, una vez fue
contigo, hasta contigo, con mi mejor amigo.
-Jacinto, tengo que contarte algo.
-Dime.
- No nos queda cocaína.
En otro orden de cosas, ayer me encontré en el mundo real con la
imagen irreal que mi alma contemplaba constantemente, me dijo:
-Hombre, deadnattwalking por aquí.
-Qué tal señor –respondí yo.
-Andaba buscándote.
-Vaya por dios.
-Quería preguntarte, entre porno amateur o porno profesional,
con qué te quedas.
-Mi hambre de morbosidad insaciable me hacen decir que…