En
las siguientes líneas pretendemos felicitar las Navidades a
todos los lectores y simpatizantes de “Arena y Cal” con un
estudio sencillo y muy breve que trata de introducirnos en el
porqué de la Navidad y, posteriormente, resume su proyección en
el cine y en la literatura. Eso sí, con ánimo divulgativo y como
curiosidad para que el lector investigue por su cuenta en el
fenómeno social de la Navidad, dejando de lado los aspectos
consumistas y entrando en la esencia que, es al fin y al cabo,
lo real y lo básico. Dejémonos llevar por el espíritu navideño y
seamos niños también. ¡Y que nos dure siempre!
EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD
Cine, literatura y música han encontrado en la Navidad, y en sus
tópicos y tradiciones, lugar común para sus proyecciones. No
cabe duda de que la Navidad es una festividad que hermana al
mundo cristiano, aunque, bien es cierto que, a menudo, la
Navidad adquiere más tintes consumistas que religiosos.
El 25 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús, tal como
nos lo explican en los Evangelios San Mateo (1, 18-25; 2, 1-12)
y San Lucas (2, 1-20). No hay acuerdo sobre la cronología del
nacimiento del Mesías -no coinciden los Evangelios con los
cálculos de Dionisio ni con las noticias de Quirino- ni tampoco
acerca del día concreto del nacimiento. Parece que fue el papa
Julio I quien estableció la Navidad como fecha fija el 25 de
diciembre. La elección de ese día tiene que ver con el
calendario romano que desde el S. III señala en ese día la
celebración del “Día del Sol Invicto”, la continuación de la
antigua fiesta del solsticio. La simbología solar, pues, tiene
que ver con la luminosidad del nacimiento de Jesús.
Hay muchas costumbres y tradiciones ligadas a la Navidad que, en
realidad, tienen que ver con los ritos paganos. Una es la de
intercambiar regalos con ocasión de la Navidad. En algunos
países europeos los regalos los trae Papá Noel, Santa Claus o el
propio Niño Jesús. En España, donde se impone también la figura
bonachona y oronda de Papá Noel, los regalos tradicionalmente
los traen los Reyes Magos, la noche del 5 al 6 de enero. Son
Melchor, Gaspar y Baltasar, que tantos recuerdos nos evocan a
los que fuimos niños y tratamos con mimo los recuerdos
infantiles.
La costumbre de intercambiar regalos parece que también deriva
de la cultura romana, de las llamadas “estrenas”, ramas de un
árbol consagrado que los romanos intercambiaban como augurio de
prosperidad y de abundancia, en las calendas de enero. Debió ser
Tito Tracio, el rey de los sabinos, quien inaugura esta
costumbre.
En cuanto a los orígenes del árbol de Navidad, tuvo su época de
afianzamiento en el S. XVI en los países nórdicos; pero, a
partir del S. XIX, se difundió rápidamente por todos los países
europeos haciendo que perdiera interés el nacimiento, menos en
España que sigue conservando la tradición del Belén al lado del
árbol, que, sin duda, tiene importancia junto a todo tipo de
adornos importados como la corona de la buena suerte, el
muérdago, etc.
El día 24 de diciembre se inician las festividades navideñas con
la Nochebuena que culmina, desde el punto de vista religioso,
con la misa del gallo. Ligada a la Navidad se celebra la fiesta
de los Santos Inocentes, Nochevieja, Año Nuevo y la Epifanía.
NAVIDAD Y CINE
Dado que la Navidad es una época muy enraizada en nuestra
cultura, no resulta extraño que el cine se haya ocupado y ocupe
de propagar una imagen almibarada de estas fechas, de un mundo
en que todo parece posible, en que la paz y el amor se dan la
mano y en que, como un milagro, no hay enemigos. Ha sido el cine
americano quien con eficacia ha transmitido la imagen de
felicidad, del árbol adornado, rodeado de regalos, la corona de
acebo, el muérdago, el calcetín y los villancicos “Jingle Bells”
y “White Christmas” (que no deberían sustituir a los clásicos
“La Marimorena”, “Los peces en el río” y otros nuestros).
Las televisiones del mundo occidental repiten cada navidad el
clásico de Frank Capra, “¡Qué bello es vivir!” (1946), una
película que representa muy bien el espíritu navideño. Está
protagonizada por James Stewart y narra la historia de un buen
hombre que renuncia a un futuro brillante como arquitecto para
dirigir una compañía que se ocupa de otorgar créditos a gente
modesta, sin recursos. Cuando quiebra la compañía, el pobre
hombre pretende suicidarse, pero aparece un ángel que se ocupa
de mostrarle, una a una, todas las buenas acciones que hizo en
su vida y lo oscuro que hubiera sido el mundo si él no hubiera
nacido.
Por supuesto, hay muchas más películas que tratan el tema que
nos ocupa, pero hemos escogido ésta por parecernos muy
representativa y conocida, aparte de ser más clásica. La casa
Disney, por Navidad, suele estrenar alguna película de animación
que nos indica que las vacaciones ya están aquí. Más reciente,
del año pasado, es la película “Natividad”, un intento serio y
bien realizado de recrear Tierra Santa en el momento del
nacimiento de Jesús.
NAVIDAD Y LITERATURA
La obra de Charles Dickens, “Canción de Navidad”, es una de las
historias más conocidas -y también llevadas al cine- en torno a
la Navidad. Está protagonizada por el usureo Mr. Ebenezer
Scrooge que se ablanda con la aparición de su desdichado socio
que le muestra el mal que ha hecho en todas las Navidades
-pasadas, presente y futuras- hasta que se arrepiente.
A muchas personas les desagrada la Navidad o bien porque se
sienten solos en un momento en que parece imposible ser
desgraciado, o bien porque tienen nostalgia del pasado o,
simplemente, porque no soportan la vorágine consumista que se
cierne estos días sobre nosotros. Y es que la Navidad no ha de
ser sinónimo de vacaciones, nieve -no todos la tenemos-, regalos
-exagerados y llenos de vanidad- y comilonas -no hay quien lo
soporte al final-, sino que ha de ser una promesa de un
principio que nos demuestra que la esperanza es aún posible y
que siempre, mientras vivamos, podemos comenzar de nuevo.
Truman Capote (1924-1984) escribió una joya para bibliófilos
titulada Una Navidad (1982) que es un buen relato para leer
durante estos días. No tiene el tono de las despedidas, sino el
de los reencuentros. Nos explica de forma tierna y conmovedora
una de las navidades de Truman cuando era niño. Su infancia se
vio marcada por la separación de sus padres y la presencia de
multitud de primos y tíos que cuidaron de él. Precisamente a la
buena de Sook debe sus mejores momentos. Una Navidad nos
descubre que lo sofisticado no es lo más importante, que la
verdad se lleva en el corazón. Tal vez sea bueno recordar que, y
cobra significado en estos momentos de crisis y de locura
colectiva que azotan la humanidad, como bien dice Sook, ante la
alarma del pequeño Truman, “cada uno de nosotros es Papá Noel”.
Por eso vienen a colación, como un mensaje de esperanza, esas
palabras que iban a marcar la vida de Truman Capote. Las
copiamos porque, tras su lectura, sobrarán todos los
comentarios:
“Claro que existe Papá Noel -dijo-, lo que ocurre es que una
sola persona no puede llevar a cabo todo lo que él tiene que
hacer, le resultaría imposible a cualquiera. Así que el Señor
reparte el trabajo entre todos. Por eso, cada uno de nosotros es
Papá Noel. Yo lo soy. Tú lo eres. Incluso lo es tu primo Billy
Bob. Y ahora, duérmete. Cuenta las estrellas. Piensa en la cosa
más suave que se te ocurra. En la nieve, por ejemplo. Lamento
que no hayas logrado verla. Pero, en este momento, la nieve está
cayendo a través de las estrellas...”.
Por supuesto, podríamos encontrar un sinfín de títulos que
tienen la Navidad como telón de fondo, incluyendo cuentos y
poemas; pero no hemos pretendido ser exhaustivos, sino sólo dar
unas pinceladas en torno a estas fechas tan emblemáticas. Ahora
bien, no queremos dejar el tema sin recomendar vivamente el
cuento de Montserrat del Amo: “Rastro de Dios”. Es un relato
precioso en que un ángel asiste a la Creación y, pese a ser el
más pequeño de todos, es el encargado, al final, de llevar la
estrella que ha de guiar a los Reyes Magos de Oriente. Ana María
Romero Yebra, por su parte, ha escrito y recopilado preciosos
poemas y villancicos.