Se amordaza la noche con silencio el amor mima a solas sus recuerdos
isla de oscuridades desterradas arañas de destellos las estrellas
minúsculos parecen los renglones de la historia visual de las galaxias
peregrinas de luz del universo santuarios rincones los enigmas
Cimitarra de nácar es la luna un alfanje de hielo desvelado
de un Damocles en pliegues de penumbras después cortará el cuello de la
noche
oso inmenso con sombras por pelaje estamos solos (como está el dolor
en el que lo padece ciego olvido del poeta de ahora que es hijastro
de neones y asfalto del consumo leche efímera y frívola lo nutre)
y álzase carpa el viejo firmamento sorda vidriera bóveda del mundo
un techo artesonado de preguntas ¿también techo de paz sobre la tierra?
—una tierra preñada de amenazas— como la infinitud de nuestro amor
Nunca la soledad fue tan gigante trepando el muro de la madrugada
poema insomne miel de mi vigilia atalaya en espera el alba asome
desnuda amanecida su sonrojo la mar un poco torpe soñolienta
se mueve lengua envidia se aproxima al borde de nosotros como vaca
lenta y cansada que a dormir se acuesta en dunas de la arena su almohada
escala de Jacob la luna pone en su grupa un gran ramo de narcisos
Somos los dueños de esta noche solos en el regazo del amor colmado
y amemos las palabras desterradas por la modernidad desaprensiva
las que malhieren corrompidas bocas de los que las albergan en sus
lenguas
como si fueran malos posaderos palabras que no son para este tiempo