Mi vecino Carlos tiene un perrito, "Tresky", que a la voz de su amo se alza sobre sus patas y baila jotas, sardanas y todo lo que le pongan. Cuando termina, mi amigo le arroja una galletita, el chucho la atrapa en el aire, se la zampa y se relame de gusto.

Mi amigo Tom trabaja en el delfinario. Con unos simples silbidos y algunos gestos, consigue que "Harry", su delfín, emprenda una veloz carrera llevando a Kati, su ayudante, sobre los lomos, que haga todo tipo de piruetas sobre las aguas y que pase por el aro que le muestra desde el cantil. Eso sí, cada vez que el bicho termina un ejercicio, se le acerca triscando el hocico y Tom le da su sardina.

Fran, antiguo compañero de colegio, enamorado de los animales y aventurero allí donde los haya, acabó de domador de elefantes en un circo. Bembo, su elefante preferido, se sienta sobre el suelo alzándose de patas y agitando la trompa, sube su mastodóntico cuerpo sobre un minúsculo taburete y pasea sin el menor problema sobre cuatro o cinco chicas tendidas en el suelo. Fran se mantiene cerca y le mete en la boca unos terrones de azúcar cada vez que el animal termina un número.

En toda técnica de adiestramiento es de suma importancia esta faceta de premiar con unas galletitas, sardinas, terrones de azúcar, etc. -un detalle goloso de su gusto-, si el ejercicio sale de acuerdo a lo esperado. Los animalitos, ansiosos por su premio, sabiendo que al acabar la mano amiga se alzará para darle su golosina, hacen todo cuanto se les pide sin vacilar...

Y miren Vdes. si es importante y efectiva esta técnica de adiestramiento que los gerifaltes políticos en el gobierno de este moderno país de Nunca Jamás van a utilizarla con motivo de las próximas elecciones el 9 de marzo.

400 euros, nada menos que 400 euros de vellón, ha prometido el señor Peter Pan -el niño que no quiere crecer- a los ilusionados súbditos si el 9 de marzo nos acercamos a las urnas y le conferimos continuidad en su fantástico sueño. Naturalmente, su oponente y fiero enemigo, el Capitán Garfio, vota a todos los diablos y arremete contra el niño perdido prometiendo, entre otras cosas, un caramelo de 1.000 euros adicionales a todas las hadas, sirenas y ninfas en ejercicio si las papelas del 9-M llevan su nombre.

Imaginen cómo está el patio de dividido, alterado y jodido con las galletitas del uno, los caramelos del otro y la cuesta de enero que amenaza con contagiar y extender su pérfido poder a todos los demás meses del año. De hecho, ni Wendy de la Vega, la madre de la pandilla, ni Solbes, el bonachón bucanero del párpado vago, y ni siquiera el locuaz y dicharachero gnomo "Blanquito", que explican una y otra vez que no hay que hacerle caso a los catastrofistas partidarios de Garfio -y que este país, desde que es ultramoderno y sociata, es el célebre país donde se amarran los perros con longanizas-, consiguen que el personal se calme y consideren lo de la subida de la cesta de la compra, la de las hipotecas, el gas, los carburantes, la luz, el agua y demás pamplinas, como un tonto problema coyuntural que se disipará en cuanto el valeroso y fantástico Peter Pan quede confirmado de nuevo como jefe de la pandilla.

Y puestos a joder la marrana, quienes han metido la pata hasta el cuadril son los Ordinarios del lugar, que han salido del armario de la neutralidad para tomar partido al lado de los "buenos" y espetarle al personal que no se debe votar por los que reconocen y dialogan con los terroristas. Así de claro, oiga. Sin tener en cuenta que durante la anterior legislatura, la de Aznar, fue un Ordinario, un Obispo, quien actuó de intermediario entre el gobierno y la banda terrorista. Y sin tener en cuenta la tan santa como humana opinión de Obispos como Monseñor Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, que afirmaba no ha mucho tiempo "...hay que aprovechar cualquier resquicio que se presente para lograr la paz", opinión compartida, y en muchos casos ampliada, por otros muchos sacerdotes, Obispos y purpurados, incluso la de Su Santidad, que abogaba por la sensatez y confiaba en la fe y bondad de unos y otros por conseguir la paz.

Pues, la verdad es -y en ello estoy de acuerdo- que todos tienen perfecto derecho a arrimar el ascua a su sardina. Tanto los unos como los otros, los de Peter Pan y los de Garfio, los de Wendy y los del hada Campanita Aguirre, e incluso, los del nuevo y recién incorporado partido, el Partido Pastoril, o PP2, en ésta su santa cruzada particular, tienen derecho a proponer y prometer todo cuanto le vengan en gana.

Pues, nada, señor Peter Pan, señor Garfio, aquí nos tiene a todos los Treskys, Harrys, y Bembos de este cortijo bajas las calzas y dispuestos a pasar por el aro. Háganlo, por favor, con mucho cuidadito. Y que no pase como siempre, que no se les olvide la vaselina...







 

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