Mueve el viento en la playa sus hélices de espuma
eres tú un espejismo que titila en las olas
las manos instantáneas de salitre y sargazos
como si fueras crátera de donde sale el vino
gualdo del mediodía y el viento dentellea
la rebelión del aire gira a sus soledades
corre a los farallones mordiscos de maretas
allí con su rugido de espumosos leones
el ojo de la mar de iridiscentes guiños
me mira con envidia sabe que soy el dueño
de un vergel instantáneo de un jardín imposible
de azucenas fugaces tronchadas entre rocas
sobre el que tú caminas ¿un fantasma en bikini?
eso fue ayer qué fiesta tu risa en mis oídos
tu piel melocotón bargueño de ternuras
ahora la rosa ausente me deja su tarjeta
el enconado espino de un garfio de rencores
mientras en la distancia planicie de los ojos
llanura en la que trotan mis potros de miradas
el velamen del barco melena para brisas
ondeante pañuelo de muda despedida
en la bonanza siesta de la mar acunada
por doncellas que son las vagas ventolinas
va tu estela escribiendo rúbricas en el agua
garabato de sales culebreos de pecios
hacia la lontananza acuoso precipicio
de esta mar que libera sierpes de lejanías
vas rompiendo collares de la espuma más sílfide
hendiendo las gargantas de oleajes con proas
bitácora de adioses no eres tú buque airoso
elefante de mar sino pequeño arado
modesto y ronco yugo acuchillando el agua
abre surcos de acuáticos renglones ilegibles
escorada bahía desván de singladuras
cobijo despoblado donde la mar guarece
cansancios y naufragios cementerios de ayes
restos de marineros banquete de los peces,
la mar se desespera de ser un camposanto
que manteles de agua riente disimulan
yo desde la ensenada gran ventanal y asilo
de las embarcaciones dormición de pleamares
necrópolis fugaz de los glaucos repuntes
te miro como cuando en la niñez veía
barquitos de papel en la fuente del juego
huérfano de ti ahora sangrando de nostalgia
desde los farallones que son como mordiscos
que a bajos litorales da la mar dentellean
espolones de piedra salientes como uñas
defendiéndose rudos de garfios de abordajes
instantáneas las dagas, las lascas de cabrilleos
te miro leve barco entre rebaños de agua
como raudas ovejas de agua en su manada
en el acristalado y efímero sosiego
del mediodía altivo en que duermen marolas
palestras de la mar beligerancia a solas
tú isla hospitalaria y plácida madera
que llevas como huésped a quien amé adiós
bajo a la playa dunas arrugas de la arena
me avecino a la orilla regazo de las olas
que a morir vienen como a un hospital abrupto
de tortuosos peñascos ya me vuelvo hacia mí
la mirada que ha sido cofa de mi agonía
mirada tanto tiempo guardián de ti qué acuario
de ilusiones volátiles águila que desploma
su altura vigilante carroña los ayeres
me puedo despegar la piel de mis recuerdos
encantos que tatuaron mi juvenil memoria
para poder vivir tan sólo basta ahora
hasta cuando este tiempo desguace mis preguntas
arrastrar este carro mi nada itinerante