Las fiambres cárnicas, como ya decíamos, son complementos en los
mismos platos que los embutidos y embuchados y muy afines en su
condición alimentaria. Y, tal como ocurre con estos últimos, las
encontramos en el mercado en una numerosa variedad de productos,
cada uno con sus características y en una amplia gama de
presentaciones y calidades en las que se observan fácilmente
aditivos de todo tipo. Lógicamente, si buscamos una alimentación
sana y lo más natural posible, habría que huir como alma que
lleva el diablo de la mayoría de fiambres de "carnes", muy
especialmente de las de bajo coste, porque no encontraríamos
ninguna garantía ni en sus ingredientes ni en su elaboración.
Veamos algunas:
Mortadela, Chopped, Jamón York, Magros, Cabeza...
Esta extensa familia comprende productos tales como la mortadela
o lunch -originaria de Bolonia (Italia), que cuenta con
denominación de origen- que suele estar elaborada con carne
picada y grasa de cerdo en cubitos, especias como pimienta, nuez
moscada, mirto, coriandro, etc. (la receta suele ser bien
guardada por cada fabricante), y que es cocida en cámaras de
cocción con diferentes tiempos (hasta 32 horas) y temperaturas
de hasta 100º C. Su envasado y presentación más común es en lata
o envuelta plástica, si bien puede encontrarse en tripas de
cerdo naturales o sintéticas. Entre las diversas variedades
podemos encontrarlas elaboradas con carne de caballo, vaca,
pavo, cordero, gallina, etc. y en diferentes mezclas. También
varía la condimentación y, además, contener rellenos como
aceitunas, huevos cocidos, pistachos, etc. En su mayoría -sobre
todo las más baratas- contienen aditivos como lactosa, leche en
polvo, gelatinas, azúcares, féculas, fosfatos, conservantes,
saborizantes y un largo etcétera que se debe tener en cuenta a
la hora de elegir una dieta que nos mantenga la salud. La
conservación del producto debe ser en frigorífico y suele durar
de dos a seis meses.
El chopped, el jamón york, los magros de cerdo y las cabezas de
cerdo o jabalí, no difieren mucho en sus métodos de elaboración.
Todos pasan por una cocción, se elaboran con carnes picadas y
sólo difieren en la composición -que suele ir en el etiquetado-
según la variedad de que se trate. El jamón york de mayor precio
y calidad puede estar elaborado con piezas de cerdo enteras, o
bien, como todos los demás, contener vísceras, grasas y algunas
carnes de calidades inferiores. La cabeza de cerdo o jabalí,
lógicamente, lleva un triturado compuesto de diferentes partes
de la cabeza de estos animales.
Patés y Foie-grass.
Los patés suelen ser una mezcla de hígado, vísceras y carne,
generalmente de cerdo, aunque su nombre es (o debe ser) el
indicador del animal del que provienen sus ingredientes. Así,
podemos encontrarlo de cerdo, de pato, de atún, etc., y con
sabores especiales: a la pimienta, finas hierbas, roquefort,
etc. Con un triturado muy fino de sus ingredientes, presentan
una consistencia pastosa y adecuada para su consumo untado en
rebanadas de pan. En su elaboración son tratados por calor y,
como los anteriores, suelen contener aditivos tales como leche,
harinas, gelatinas, azúcares, conservantes, saborizantes y
otros. En general, y salvando algunos de muy probada calidad,
podríamos decir de todos los productos referidos hasta ahora que
no son alimentos recomendables según las teorías del profesor
Seignalet.
El foie-gras es el hígado de ganso, de oca o de pato
hipertrofiado por una alimentación excesiva y forzada del
animal. En los de buena calidad, y a diferencia del paté, el
hígado no se mezcla con carne ni con otros ingredientes, si
bien, también es tratado con calor y podría contener algunos
aditivos alimentarios. Son, sin embargo, mucho más sanos y
naturales que los anteriores. La presentación también es muy
similar. Habría que decir que su ingesta no es contraproducente,
pero siempre que se elijan productos de primera calidad.
Jamones
El jamón serrano es, sin la menor duda, el rey y señor de las
fiambres. En su máxima expresión tenemos los jamones ibéricos de
bellota, producto elaborado exclusivamente con piernas de cerdo
ibérico (Sus Scrofa ferus / Sus Mediterraneus) criado en
montanera y alimentado exclusivamente con bellotas.
Y en la otra parte los jamones de cerdo blanco, generalmente
cruces, de razas Landrace, Duroc-Jersey, Large White y Blanco
Belga, criados mayormente en zahúrdas o recintos industriales y
alimentados con piensos. Naturalmente, entre estos dos extremos
hay una numerosa serie de calidades -algunas tan respetables
como el magnífico jamón de Trevélez (Granada)- que pueden ser
interpretadas por el precio del kilo o de la pieza.
El proceso de elaboración de un jamón serrano es relativamente
sencillo: primero se procede al salado con sal marina de grano
grueso -etapa condicionada en el tiempo por el peso de la
pieza-. Después se lavan y se prosigue con el postsalado, un
nuevo salado que lleva de 40 a 90 días, al cabo de los cuales
los jamones están listos para su maduración y posterior curado
en bodega. En total estas dos fases, la primera en secaderos
naturales y la segunda en bodegas acondicionadas, suele durar
entre 7 y 36 meses, dependiendo del peso de las piezas y, sobre
todo, de la calidad que se pretende. Su aparente sencillez es,
en realidad, un arte, y todo el proceso es efectuado y
supervisado por auténticos expertos.
Como
productos de primerísima calidad -y lógicamente más caros-,
podemos encontrar los conocidos como "Ibéricos", elaborados
exclusivamente con piernas o paletas del cerdo ibérico en
algunas zonas de Andalucía (Jabugo y Cumbres Mayores en Huelva y
Los Pedroches en Córdoba), de Salamanca (Guijuelo) y en algunas
zonas de Extremadura (Dehesa de Extremadura). Es fundamental en
su curación el especial microclima de estas zonas, generalmente
de sierra y con altitudes siempre superiores a los 300 m.
La estrella es el Jamón Ibérico de Bellota (rey absoluto y joya
culinaria netamente española que debería constar como una de las
maravillas del mundo). Los cerdos para estos jamones son criados
en montanera (pastos de encinas y hayucos en montes y dehesas
dedicadas a ello) y alimentados exclusivamente con bellota y
pasto natural en los meses anteriores al sacrificio. De menor
calidad, pero también excelentes, tenemos los denominados "de
recebo", elaborados con piezas de cerdos alimentados de forma
mixta: bellota, pastos y piensos. Y algo más inferior, los
denominados "de bodega" (o pienso, campo u origen), de cerdos
alimentados solamente con pastos y piensos. Para tener una idea
de sus calidades tenemos que hablar de sus precios. Éstos pueden
oscilar entre los 12 euros Kg. de los jamones de cerdo blanco
más inferiores hasta los 250 euros Kg. de algunos jamones
ibéricos de reserva (Jamón Maldonado "Reserva Alba Quercus
2006", 1.498 euros, pieza de 6 Kg.). Todavía podría encontrarse
algunos con precios superiores (trate de encontrarlos si puede),
pero, un producto excelente a un precio relativamente asequible
puede ser el jamón 5 Jotas, de Sánchez Romero y Calvajal
(Jabugo), que ronda los 70 euros Kg. para piezas de 8 Kg. o un
D.O. Dehesa de Extremadura o D.O. Guijuelo a partir de 40 euros
el Kg. Y aún tendrá un buen jamón si lo compra de recebo -dentro
de estas mismas marcas- con precios desde unos 30 euros Kg.
Experiencias. (Abril, 2008)
El jamón serrano ha sido uno de mis bocados preferidos (o el que
más) desde mis tiempos de chaval. Ya con muy pocos años (una de
las pocas circunstancias gratas de mi infancia) lo tenía siempre
a mi alcance y lo "reverenciaba" en la medida que se lo merecía,
incluso aprendí -con un gran maestro, el inolvidable Perico- los
métodos de cala y corte. Recuerdo aquellos jamones de Lazo,
Chávez, Castaños, etc., con un aroma, color y sabor difícil de
encontrar en estos tiempos. Al paso de los años, su calidad -y
precio- se fue perdiendo. En realidad, fue allá a mediados de
los setenta -período de significativa recuperación de la
economía española- cuando se notó la gran subida en los precios
del jamón (junto con la entrada al mercado de productos
parecidos y de calidad más inferior). Su origen fue la
acaparación por parte de alguna gran compañía emergente de la
escasa cabaña porcina de ibérico -o cerdo autóctono- y su
comercialización con una visión de pura rentabilidad. Hoy en
día, los buenos jamones, los auténticos jamones de cerdo
autóctono -que los hay- son de una producción escasísima y
reservada a unas esferas que no son las normales del mercado. Y esa
tendencia es la que perdura.
De todas formas, tanto el jamón como demás productos que
encontramos como ibéricos, siguen teniendo una aceptable calidad
y contamos con excelentes fabricantes en las zonas que reseñamos
más arriba. ¿El precio? Si, claro, prohibitivo, pero...Haga un
pequeño sacrificio y compre el que pueda. Es un alimento sano y
exquisito al paladar. Y, en general, incluso los no tan caros,
muy recomendable.
Y una recomendación para gourmets: dese una vuelta por La Palma
del Condado, Aracena, Valverde del Camino, Bollullos, etc. (toda
la comarca de Huelva) e indague un poco. Puede encontrar jamones
fabricados de manera artesana -y con una producción muy
limitada- por particulares que aún mantienen sus pequeñas piaras
de porcino ibérico a unos buenos precios y de tan extraordinaria
calidad que le asombrará.
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Nota:
En La Web de la Artritis Reumatoide, además de
un consultorio on line, dispone de infinidad de
artículos sobre los alimentos, pruebas realizadas sobre estos,
el Régimen Ancestral estudiado y comentado por Alfonso Estudillo
y descripciones de
muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas y autoinmunes en general.