(Y Epílogo para "Corona de Calor" de la poeta argentina María García)
Entre indecisiones y ostentosidades
Qué se puede escribir
en la piel de qué mujer
a raíz de las indecisiones compañeras
que se me derraman con alguna ostentosidad
provocada
Sobre qué expuesta oreja
clamar por mi columna amable y compatible
Cómo corregir la luna
extraerle la menta
a esa pastilla
agorera
En qué nupcias verterme
como conjurado
de qué rodillas edecán
Ratón trémulo
dormido
sobre la primavera.
Comida
Pasta de titán
sobre la mesa de la cocinita
Me unté con esa pasta
Y aquí me estoy comiendo
rico y hambriento como siempre.
(Breve Epílogo de la poeta argentina María García, para la
futura segunda edición de mi poemario "Corona de Calor")
Coronae
Epílogo
Retruécote tocándote con las teclas, sin rozarte, dejando vacíos los
espacios que no has llenado, las palabras no dichas, las que faltan,
poesía de lo que pudo haber sido, que a vos te toca, eterno adolescente,
Revagliatti, resplandece y desmenuza a fuego lento y en baño María.
Hilos de humo, suturas del cielo, una corona de calor que cocina desde
lejos, a través de los años, atravesados por ellos y en muy cámara
lenta.
Epilógote en unión asintótica, respetando tus paralelismos, te paralelo,
los rieles por donde corren tus palabras jugueteando, intentando buscar
un punto de equilibrista, en donde vos perforás con fino taladro hasta
la China y sin escalas.
Agujeros rellenos de: recuerdos, más recuerdos, de mujeres anonimadas,
pigmaleonadas, esperando en el altar mientras vuelan kamikazes apotegmas
mascando chicle de banana. Paralelismos, retruécanos neologistas,
logorrea camuflada, poesía de silencios y elocuentes espacios vacíos.
En conjunto: un archipiélago, o poesía constelada.
Sutilezas constantes, algunas a quemarropa, y ahí donde no se espera una
daga envenenada, o una caricia con navaja.
Y al final, por obra y algo más (¿será Gracia o García?) de este epílogo
jaculatorio, yo epilogante, vos coronado.